48. Amor sobre magia

0 0 0
                                    

Xóchitl y Chelis caminaron hasta llegar al rincón más alejado de la escuela. El joven apenas fue consciente de hacia donde lo guiaba su novia, puesto que estaba más concentrado en la expresión de su rostro, de forma que incluso se tropezó un par de veces con los desniveles del camino por dónde pasaban. Si no hubiera sido por la joven, seguramente José Luis hubiera terminado en el suelo. Él se encontraba concentrado observando que mientras más caminaban, la expresión del rostro de Xóchitl parecía irse relajando. Después de un rato ya no parecía que estuviera perdida, aunque de repente volteaba hacia los lados como si estuviera buscando algo. Sin embargo, cuando sucedía eso y el chico Cruzado le preguntaba qué le pasaba, la joven parecía reaccionar y volvía a la normalidad tras contestarle que no le sucedía nada.

—¿Por qué hasta acá? —preguntó José Luis cuando Xóchitl se hubo sentado sobre el césped y el chico notó finalmente dónde se encontraban.

—No lo sé —contestó la muchacha frunciendo el ceño como si estuviera intentando resolver un problema sumamente difícil.

—No te preocupes —le indicó Chelis para después acariciarle una mejilla. Probablemente aquello sería un efecto secundario del encantamiento que Lorena había usado sobre ella y lo mejor era dejarlo pasar.

Xóchitl lo volteó a ver directamente a los ojos y nuevamente una sonrisa sincera cruzó su rostro. El muchacho sintió que sus preocupaciones se disipaban mientras contemplaba el rostro de su novia. Sabía que debía ocuparse de su amiga controlada por Esau y por la chica que se encontraba frente a él bajo el efecto de un encantamiento que no conocía, pero era difícil pensar en ello mientras acariciaba el rostro de Xóchitl y la muchacha la miraba tiernamente. En aquel rincón del mundo era fácil olvidarse de los problemas y fingir que estos no existían.

La joven pasó una pierna sobre José Luis para poderse sentar sobre él. Ella solo sonreía mientras acercaba su rostro al de él. Chelis seguía teniendo la mano sobre la mejilla de su novia cuando dejó que sus labios se estamparan contra los de ella. Hizo que sus labios bailaran acompasadamente mientras Xóchitl dejaba que su peso se recargara contra su cuerpo. Él aprovechó y se dejó caer boca arriba sobre la hierba, jalando a su novia junto con él con la ayuda del brazo que cruzó por su espalda.

—Te amo —le dijo Xóchitl cuando ambos terminaron de besarse, aunque quedaron con los rostros muy cerca uno del otro, de tal manera que sus narices estaban rozándose.

—Yo también te amo —le respondió el chico Cruzado cerrando los ojos para disfrutar del contacto con el cuerpo de ella, desde la punta de su nariz hasta sus piernas entre las de él, pasando por sus pechos unidos.

—¿Por qué están peleados con Lorena? —preguntó de repente la chica.

Con esa única pregunta la muchacha reventó la burbuja de felicidad libre de preocupaciones del joven. El chico se sintió de repente como si estuviera cayendo en un pozo profundo y totalmente negro. Lo único a lo que se pudo aferrar en aquel momento fue al cuerpo de su novia, así que la estrechó con fuerza entre sus brazos como si se aferrara a una tabla en medio del agua para mantenerse a flote.

—¿Pasó algo muy malo? —inquirió Xóchitl regresándole el abrazo a su novio.

Fue en ese momento cuando el chico notó que en el tono de voz de la chica había algo extraño. Sonaba como si se encontrara confundida, como si le costara trabajo preguntar todo aquello.

José Luis utilizó sus brazos para sostener el rostro de su amada, alejarla un poco y poder observarla con claridad.

—¿Qué pasa? —inquirió la muchacha un tanto intimidada ante la mirada de su novio.

—¿Qué sabes tú de lo que pasa entre Lorena y yo? —le preguntó él lentamente.

—Este... ¿Qué he de saber? —inquirió ella nuevamente confundida.

Libro AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora