—¿Crees que el Consejo se haya equivocado?
—Es poco probable. Las señales provenientes de esta área eran inequívocas.
Dos hombres se encontraban en medio de lo que parecían las ruinas de un antiguo templo de piedra. Algunas columnas se mantenían aún en pie y el antiguo suelo mostraba que había estado decorado en los lugares que no estaban cubiertos de escombros. Los dos hombres en el lugar tenían rasgos claramente caucásicos, con sus pieles de color claro y cabello castaño, uno de un tono más oscuro que el del otro. Uno de ellos se llamaba Paris y el otro Andros.
El edificio en cuestión se encontraba perdido en medio del bosque, razón por la cual no se había convertido en una atracción para los turistas que gustaban de las tierras cercanas al mar Egeo.
—¿Qué pudo haber provocado una perturbación como la que nos describieron? —inquirió preocupado Andros.
—Eso es precisamente lo que intentamos averiguar —contestó Paris sin poder esconder una nota de temor en su voz.
—¿Podremos enfrentarnos a lo que haya por aquí? —inquirió Andros mirando nerviosamente a su alrededor—. Si las lecturas fueron correctas significaría que...
—Que se trata de una fuerza áurica sin igual, lo sé —contestó airado Paris. No le ayudaba a controlar sus emociones que su compañero se pusiera a exponer todos esos puntos—. Precisamente por eso debemos averiguar de qué se trata. No podemos dejar que un poder áurico como el que se sospecha provocó esa perturbación ande suelto sin que sepamos de quién se trata.
El hombre no estaba seguro de haberse explicado correctamente con sus palabras. No obstante, el temor que experimentaba le hacía difícil pensar correctamente.
—¿Buscan algo? —inquirió de repente una voz a sus espaldas.
Los dos hombres se dieron la vuelta inmediatamente y en menos de un segundo sus manos relampaguearon de color cobrizo y un café sucio respectivamente. Sin embargo, quizás habían sobreactuado, ya que solo se trataba de una muchacha de aproximadamente veinte años que se sorprendió grandemente al ver las manos de Paris y Andros.
—Ups —fue todo lo que dijo el primero al darse cuenta de que acababa de revelarle su aura a aquella chiquilla.
—¿Qué es eso? —inquirió ella señalando con una mano temblorosa las manos de los hombres.
—Nada, nada —contestó Andros mientras él mismo dejaba que su aura se evaporara—. Un truco de magia que hemos aprendido.
—¿Magia? —repitió la joven entrecerrando los ojos para mirar a los Alejandrinos.
—Sí, magia —le contestó Paris pensando rápidamente—. Ya sabes, trucos baratos para entretener y asombrar a la gente.
—¿Creen que eso es la magia? —inquirió la chica ladeando la cabeza.
Ambos personajes miraron con atención a aquella joven. Una vez que lo hubieron pensado no pudieron evitar preguntarse qué demonios estaba haciendo ella ahí. Su atuendo no era el adecuado para una excursión por el bosque, ya que iba vestida con una blusa y un pantalón ajustado que daban la impresión de estar hechos de cuero negro. La blusa era de manga larga aunque con un atrevido escote y en sus manos la chica llevaba unos guantes así mismo negros.
—¿Quién eres tú? —le preguntó con algo de reticencia Paris.
—Alguien que les mostrará lo que realmente es la magia —le contestó la joven mientras se quitaba uno de sus guantes jalándolo con su otra mano.
Los hombres fruncieron el ceño sin estar seguros de qué hacer. Esperaban que quizás la muchacha concentrara algo de energía áurica, lo cual lo considerarían como una señal para ellos mismos defenderse con su aura. Sin embargo, la mano de la chica no cambió ni se iluminó de ninguna manera.
—Esto es magia —afirmó la joven ante Paris poniendo su mano contra su mejilla.
Andros se quedó atónito ante lo que vieron sus ojos. No hubo ningún destello de aura, pero de repente los ojos de su compañero se pusieron en blanco y este cayó al suelo.
—¡Paris! —exclamó muy angustiado agachándose junto a su compañero para tomarle el pulso.
No encontró nada.
—¿Qué le has hecho? —inquirió asustado y a la vez enojado el hombre.
—Lo mismo que ahora te haré a ti —le contestó la chica colocando la punta de su dedo sobre la frente de Andros.
El Alejandrino iba a levantar la mano para lanzar un encantamiento con el cual atacar a la chica, pero mientras levantaba su mano tuvo una extraña sensación dentro de sí.
Aquello sería lo último que sentiría en su vida. Había sentido el toque de la muerte.
El cuerpo de Andros cayó al suelo y la muchacha dejó a ambos hombres ahí tirados. Se dirigió hacia el arco que formaban un par de columnas que aún mantenían en alto un pedazo de techo.
—¡Eso estuvo cerca! —comentó la chica para sí—. Bueno, esta vez no fallaré.
La joven levantó sus brazos y comenzó a cantar mientras un aura inusualmente oscura rodeaba su cuerpo. Era un aura negra que comenzó a enroscarse alrededor de las columnas, las cuales empezaron a relampaguear mientras la imagen entre ellas cambiaba. Ya no se veía el resto del templo, sino que en lugar de eso se vislumbraba un lugar oscuro donde reinaba el silencio.
—¡Por fin! —exclamó una figura saliendo de aquel lugar—. ¡Por fin soy libre!
—Mi señor —expresó la chica hincando una rodilla en el suelo.
—Bien hecho, Thiana. Sabía que lo conseguirías. Y solo requeriste dos intentos —la felicitó el ser que se encontraba frente a ella, el cual iba vestido con una túnica oscura y un casco de guerra. Aunque tenía una figura humana, su piel de tono morado y sus largos dedos con garras hacían dudar a cualquiera de su humanidad—. Por fin ha llegado el momento de reconquistar este mundo. Yo, Hades, lo lograré como uno de los antiguos Olímpicos.
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Bueno, aquí tenemos finalmente la segunda parte de la historia de Energía Áurica. Finalmente me decidí a compartirla y espero que la disfruten y les ayude a recordar que la magia está siempre presente en nuestras vidas.
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Libro Amarillo
FantasySegunda parte de la serie Energía Áurica. Después de haber derrotado a Belial en Libro Rojo, Gabriel, Lorena, José Luis, Vanya, Adriana y Marco comienzan a creer que pueden retomar una vida normal; pero todo se complicará cuando nuevos enemigos que...