—Gabriel, si vuelves a decir algo en contra te juro que te lanzaré un encantamiento para que te calles —lo amenazó Marco.
Ambos chicos se encontraban caminando hacia su salón de clases. Se habían encontrado en el camión que los llevaba desde la estación del metro a la escuela.
—No te funcionaría y ambos lo sabemos bien, a menos que yo lo permitiera —contestó Gabriel frunciendo el ceño—. Así que quizás deberías realmente escucharme y no solo fingir que me ignoras. Cristóbal no parecía muy seguro sobre lo que haría.
—Tienes razón, no parecía seguro —coincidió el joven Martínez cansinamente—. Sin embargo, tal como se los dije a ustedes en una ocasión, tienen derecho a elegir. Cristóbal tiene derecho a negarse a formar parte de los Alejandrinos y, si quisiera, también podría unirse a los Carneros.
Tras haber dicho eso el chico soltó un suspiro. Si era completamente honesto consigo mismo, la idea de que Cristóbal se uniera a los Carneros no le tentaba demasiado. En su interior algo le decía que si eso llegaba a suceder los Alejandrinos podían darse por vencidos de una vez.
—No estoy diciendo que lo obliguemos a algo que no quiera —contestó el muchacho de aura azul mientras hacía aspavientos con las manos—. Pero creo que debimos de haber insistido más en la importancia de la misión de los Alejandrinos en la Tierra.
—Cristóbal tomará la decisión que considere adecuada —opinó Marco firmemente—. Además, no quería insistir demasiado en el asunto porque no podemos estar seguros de que pueda llegar a ser oficialmente parte de los Alejandrinos después de lo que Wazir te hizo.
La expresión de Gabriel se trocó con una mueca de disgusto al mismo tiempo que bajó las manos a sus costados y cerró con fuerza los puños. Era obvio que la mención del hombre árabe culpable de que no pudiera unirse a los Alejandrinos lo había molestado.
—Fue una estupidez, ¿sabes? —comentó Marco aprovechando el cambio de tema—. Me puse a investigar un poco y desde la Segunda Guerra Mundial no se le negaba a nadie la entrada a la sociedad Alejandrina. Hubo algunos intentos de dejar fuera a individuos durante la Guerra Fría, pero las votaciones en el Consejo nunca llegaron a ser definitivas.
—Gracias —respondió ácidamente el chico Costa—. Me siento mejor al saber que soy el primer chico en ser rechazado en más de cincuenta años para entrar a la sociedad Alejandrina.
—No lo digo para que tú te sientas mal —añadió alarmado Marco ante la actitud de su amigo—. Todo el Consejo ha cometido una gran estupidez al condicionar tu entrada a la sociedad. Digo, ellos no te conocen y debería preocuparles el hecho de que te unas a los Carneros.
—Lo sé, pero en fin. También tiene su parte buena, ¿no? Ahora no necesito el permiso de nadie para acudir a la reunión del Fuego Nuevo de los Neumas. Puedo tomar la decisión por mí mismo —expresó Gabriel mientras seguía caminando.
El joven de aura azul tardó un momento en darse cuenta de que su amigo se había detenido. Tuvo que darse la vuelta para darse cuenta de que se había quedado unos pasos detrás de él.
—No estarás pensando en serio en ir, ¿verdad? —cuestionó con bastante incredulidad en la voz el chico Martínez cuando Gabriel se volteó hacia él.
—¿Por qué no? —inquirió el joven Costa.
—¡Ya te expliqué el porqué! —exclamó Marco haciendo él en ese momento ademanes muy marcados—. Los Carneros y Neumas se aprovecharán de su superioridad en cuanto estés en medio de ellos. No podrás hacerles frente tú solo, Gabriel, ni siquiera con tu don. Nadie de la sociedad Alejandrina podría enfrentarse a todos ellos y salir airoso.
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Libro Amarillo
FantasySegunda parte de la serie Energía Áurica. Después de haber derrotado a Belial en Libro Rojo, Gabriel, Lorena, José Luis, Vanya, Adriana y Marco comienzan a creer que pueden retomar una vida normal; pero todo se complicará cuando nuevos enemigos que...