Miguel llegó al trabajo sintiéndose animado. Durante sus dos semanas de vacaciones (que en realidad no habían sido vacaciones, pues había tenido que cumplir con un misión de los Alejandrinos) había echado de menos el ambiente laboral. Le agradaba estar con sus compañeros. Pero sobre todo, había echado de menos a una persona a la que veía en el lugar los fines de semana. Solo por verla era capaz de aceptar que sus descansos fueran entre semana sin que se le ocurriera la posibilidad de reclamar.
El joven se puso su uniforme de trabajo. Iba camino a la barra donde trabajaba, pero al pasar por la cocina identificó a alguien en los refrigeradores y decidió demorarse un momento para poder saludarla.
—Hola, ¿cómo te ha ido? —saludó Miguel sosteniendo la puerta del refrigerador para que la chica que se encontraba ahí pudiera sacar lo que buscaba.
El joven Alejandrino se espantó y se sorprendió cuando Lorena se incorporó y lo miró fijamente. A pesar de que llevaba el uniforme de trabajo, el cual incluía una redecilla para el cabello, y no portaba maquillaje tal como debía hacerlo en el trabajo; algo en su mirada y su sonrisa heló la sangre del chico.
—Bastante bien, ahora que lo preguntas —contestó la muchacha dándose la vuelta.
Miguel se convenció a sí mismo de que había imaginado la mirada gélida y siniestra de Lorena o su respuesta de que estaba bien, ya que las dos cosas no podían ir juntas, así que fue detrás de ella.
—¿Qué pretendes hacer? —preguntó ácidamente la joven cuando se detuvo frente a la mesa en la que normalmente picaba los vegetales, pero sin voltear a ver a Miguel.
—Solo me preguntaba qué te había pasado —respondió tímidamente el chico sintiéndose acobardado por una extraña razón. Aquello no tenía sentido, puesto que con Lorena siempre se había sentido muy cómodo.
—Mira, Miguel —dijo la chica dándose la vuelta.
Por un momento Miguel no pudo reaccionar. Lorena se encontraba finalmente frente a él y podía asegurar que la expresión siniestra de su rostro no era imaginación suya. Porque si le quedaban dudas, el cuchillo de cocina con el que la muchacha le amenazaba la garganta las despejaba todas.
—¿Acaso Marco no te ha dicho nada de lo que ha pasado? —inquirió la chica sin quitarle el arma del cuello—. Bien, si no te lo ha contado te lo contaré yo. No soy más una Alejandrina. —Lorena dijo eso lentamente, como si quisiera asegurarse de que Miguel lo entendía—. Ahora trabajo con los Carneros junto al hombre que amo.
El Alejandrino se quedó paralizado al oír las palabras de Lorena, incapaz de procesarlas. Sencillamente, no podía ser cierto lo que escuchaba.
—Ahora vete a trabajar —le ordenó Lorena bajando finalmente el cuchillo—. No tengo ninguna intención de pelear contigo en el trabajo a menos que me provoques. Más te vale no intentarlo, pues créeme que no me detendré ante nada para destruirte.
Lorena se dio la vuelta nuevamente para seguir trabajando, dejando de pie al joven Alejandrino que seguía sin poder creer lo que oía.
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Libro Amarillo
FantasySegunda parte de la serie Energía Áurica. Después de haber derrotado a Belial en Libro Rojo, Gabriel, Lorena, José Luis, Vanya, Adriana y Marco comienzan a creer que pueden retomar una vida normal; pero todo se complicará cuando nuevos enemigos que...