20. Gracias por ser mi amigo

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—¿Te encuentras bien? —le preguntó Miguel a Lorena mientras ambos caminaban por la calle en dirección a la casa de la chica.

—No creo poder estar bien después de lo que sucedió —contestó la muchacha sin quitar la vista del horizonte.

Lo que la joven Oranday estaba haciendo era rememorar lo que había ocurrido en la casa de Octavio después de que Hiroshi y Jacob habían regresado a casa y les habían dado la noticia de lo que había acontecido en la reunión de emergencia del Consejo Alejandrino.

—Lo siento, pero no —había dicho Gabriel después de que le habían comunicado la resolución que tomaron los consejeros—. Los Alejandrinos siempre tendrán mi apoyo en la lucha contra los Carneros, pero si ser formalmente parte de ellos incluye agachar la cabeza ante alguien como Wazir, prefiero no ser parte de la sociedad Alejandrina.

—Pero, Gabriel... —intentó protestar Marco.

—No hay pero que valga —lo interrumpió el joven de aura azul antes de que siguiera hablando—. Quiero luchar contra los Carneros y los Neumas porque creo que eso es lo correcto, pero no me parece correcto que alguien crea que los demás se le tienen que poner como tapete solo porque ocupa una posición destacada dentro de los Alejandrinos.

Nadie encontró como rebatir aquel argumento por parte del chico Costa. La verdad era que a ninguno de los presentes le caía muy bien Wazir. Incluso Jacob, quien siempre se había mantenido neutral frente a él, se había dado cuenta de que el hombre podía ser extremadamente maquinador si se lo proponía.

—De verdad lo siento, Hiroshi —se disculpó Gabriel inclinándose ligeramente ante el hombre japonés—. Como te dije, los Alejandrinos siempre contarán con mi apoyo y no duden que acudiré en su ayuda si la necesitan; pero si me ponen esas condiciones lo mejor que puedo hacer será actuar por mi propia cuenta.

—Damn Wazir! —exclamó Jacob agachando la cabeza.

Después de eso ninguno de los que oyeron aquellas cosas disfrutó realmente de la fiesta. Hiroshi les pidió a todos que guardaran en secreto aquella conversación, ya que no resultaba conveniente que muchos Alejandrinos conocieran que el chico de aura azul no sería jamás parte de ellos. Gabriel estuvo de acuerdo en aquel punto, así que los presentes se prometieron no compartir esa noticia. Bueno, Lorena creía que era inevitable que también se enteraran José Luis, Vanya y Adriana; pero estaba segura de que ellos también mantendrían el secreto.

Antes de que dieran las diez de la noche la muchacha de aura lila decidió retirarse a casa. Inmediatamente Miguel se ofreció a llevarla mediante aparición conjunta y la chica se lo agradeció, pues no tenía ganas de soportar el viaje en camión que tendría que hacer en caso contrario. Chelis se había marchado con anterioridad y, a juzgar por el humor con el que Lorena vio a Susana, su amigo le había dado un plantón muy feo. Gabriel estuvo a punto de salir junto con Lorena y Miguel, pero Marco lo convenció al final de que se quedara a dormir en casa de Octavio. La chica creyó que quizás aquello sería positivo, ya que aunque su amigo de aura azul había intentado hacerse el fuerte, algo le decía a la joven que en cualquier momento esa máscara caería y necesitaría todo el apoyo necesario para superar la situación.

—¡Todo se arreglará, ya verás! —intentó animarla Miguel.

—¿Cómo se va a arreglar? ¡Gabriel y Wazir son más tercos que una mula! —exclamó la muchacha—. Ninguno de los dos va a ceder un ápice en este asunto.

—Quizás tengas razón, pero quizás no todo esté perdido —apuntó el joven que la acompañaba—. Marco ya le ha mostrado las nociones básicas del uso del aura a Gabriel. Él puede seguir practicando por su cuenta y cuando haya alguna emergencia no tengo la menor duda de que lo tendremos ahí para ayudarnos.

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