17. Jacob

1 0 0
                                    

Lorena caminaba rumbo a su salón de clases mientras intentaba normalizar su respiración. Acababa de cruzarse nuevamente con aquel chico que hacía su cabeza flotar y su respiración acelerarse. No le pareció que el chico la notara, aunque el simple hecho de verlo caminar con la mirada dirigida hacia otra parte la había hecho emocionarse.

La muchacha se preguntaba si valdría la pena compartir aquello con alguien. Sabía que si decidía hacerlo tenía que ser con Gabriel, pero aún no había visto al joven y había que tener en cuenta que su amigo no se encontraba muy bien últimamente con el asunto del Tíbet y con la partida de Marco hacia Londres.

Intentó imaginarse diciéndoselo al resto de sus amigos. No creía que Adriana estuviera muy interesada en el asunto. Vanya estaba incluso peor que Gabriel y suponía que hablarle de asuntos amorosos solo haría que se acordara de Sebastián. Lorena no quería tener que lidiar con las emociones que surgirían entonces. En cuanto a Chelis... el problema estaría en decírselo sin que Xóchitl se enterara (ya que no pasaban mucho tiempo separados). Conocía lo suficiente a su compañera para saber que ella insistiría en que le hablara a aquel misterioso joven.

—¿Te sucede algo? —inquirió una voz.

Lorena identificó inmediatamente la voz. Se dio la vuelta y vio a Marco parado cerca de la puerta del baño de hombres que se encontraba en la planta baja del edificio.

—No, nada —mintió la chica al tiempo que sonreía.

—¿Estás segura? —inquirió Marco ladeando la cabeza, aparentemente sin estar muy convencido de la respuesta de su amiga.

—Por supuesto. Por cierto, ¿qué haces aquí? —inquirió la muchacha cambiando de tema.

—Esperando a Gabriel —contestó Marco señalando hacia el baño—. Vinimos ambos de casa de Octavio después de su entrenamiento.

—¿Cuándo dejarán de entrenar? —inquirió Lorena justo cuando el chico de aura azul salía del baño.

—¡Hola! —la saludó el muchacho recién salido con una sonrisa.

Lorena le regresó el saludo a su amigo distraídamente, pues estaba esperando la respuesta de Marco.

—Pues hasta que Gabriel esté listo —contestó el joven Martínez volteando a ver al otro con una sonrisa en los labios.

La joven Oranday se sintió de repente extrañamente orgullosa y también complacida. No tuvo que pensar demasiado para saber que aquellos sentimientos provenían de Marco.

—¿A qué te refieres con que esté listo? —inquirió la chica intentando hacer a un lado lo que sentía proveniente de su amigo—. ¿Acaso Dainzin necesita que tenga un nivel previo especial o algo por el estilo?

Ambos chicos se miraron y de repente Lorena se dio cuenta de que había visto ese tipo de mirada entre Chelis y Xóchitl últimamente. ¿Acaso algo más había pasado entre los dos jóvenes? Después de todo, ambos se habían besado el día anterior.

—Bueno, Gabriel ha decidido que no se marchará al Tíbet y yo he decidido que entonces no me marcharé a Inglaterra —contestó Marco volviendo a mirar a Lorena—. Si Gabriel no está dispuesto a ir a estudiar con Dainzin Zhoigar me temo que tendré que continuar con el caso. No me perderé la oportunidad de entrenar a alguien que tiene un aura de color puro en detrimento de alguien que no sea el mejor profesor de la sociedad Alejandrina.

La mirada de Marco mostraba tal orgullo y satisfacción que la siguiente pregunta surgió de la boca de Lorena de forma espontánea:

—¿Por qué ese cambio? —preguntó interesada y a la vez pícaramente la chica.

Libro AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora