1. Una vez en un sueño

10 0 0
                                    

Lorena Oranday pasó una mano por su cabello mientras caminaba hacia su salón de clases. A pesar de ser un día de comienzos de febrero hacía un hermoso sol que calentaba suavemente el ambiente, lo cual resultaba delicioso después de lo frío que había sido enero. Ni siquiera porque la joven se había pasado las vacaciones en una ciudad cerca del mar se había salvado de las bajas temperaturas.

Era el primer día de clases del nuevo semestre. Aquel día vería nuevamente a sus amigos. Sabía que Adriana se había ido con su familia entera a la ciudad de Querétaro, mientras que José Luis había ido a visitar parientes en Michoacán. De esa manera los tres se habían visto libres de todo lo que tuviera que ver con los Alejandrinos durante las vacaciones. La chica Oranday (el cual era el apellido de Lorena) había charlado en algunas ocasiones mediante Whatsapp y Messenger con Gabriel, por lo que sabía que este había empezado a entrenar con Marco mientras tanto. Finalmente, de su amiga Vanya no habían tenido noticia alguna, pero no había querido buscarla para no recordarle lo acontecido el semestre pasado.

Al llegar a su salón de clases Lorena recibió una linda sorpresa. En ella se encontraban ya Vanya y Marco. Ambos conversaban tranquilamente sobre sus vacaciones. Los dos estaban sentados uno junto al otro en el gran círculo en el que estaban acomodados los pupitres.

—¡Hola! —los saludó la joven.

—¡Hola! —le regresaron el saludo ambos.

Lorena tentó el ambiente con ayuda de su don empático, el cual en varias ocasiones le daba problemas pero agradecía tener en momentos como aquel. Le preocupaba que Vanya pudiera seguir deprimida después de haber descubierto que su novio pertenecía a los Carneros, esos seres humanos que intentaban poner el mundo bajo el poder de los Neumas. Ellos como Alejandrinos eran sus oponentes. Sin embargo, parecía que su amiga había aceptado lo sucedido durante las vacaciones, ya que Lorena no pudo sentir ninguna traza de emoción negativa en el ambiente.

—¿Qué tal te ha ido, Lorena? —inquirió Marco sonriendo.

Lorena miró atentamente a su amigo. Evidentemente se había decidido a dejar corto su cabello después de que unos Carneros se lo hubieran cortado durante una batalla el semestre anterior. Sin embargo, no lo traía tan corto como un día después. Lucía mejor con aquel corte que con el estilo militar que había traído durante la segunda parte del semestre pasado.

—Bastante bien —contestó la chica tranquilamente—. Fue bueno olvidarme durante un tiempo de mis deberes de Alejandrina.

—Sí, yo estoy de acuerdo —comentó Vanya.

—Bueno, afortunadamente no hay mucho que hacer desde que derrotamos a Belial —contestó Marco con una sonrisa—. Los Neumas y Carneros han bajado mucho su actividad. Suponemos que tiene que ver con que se ha corrido el rumor de que tenemos un Alejandrino de aura azul que pudo sin problemas enfrentarse a su querido recluta de aura roja.

—Por cierto, ¿qué tal el entrenamiento de Gabriel? —inquirió Lorena intentando realizar plática.

Para su sorpresa Marco soltó un suspiro. Ante aquella respuesta la chica Oranday ladeó la cabeza interrogando a su amigo con ese gesto. ¿Acaso no les había ido bien?

—Se distrae con facilidad —respondió Marco con una ligera sonrisa ante el gesto interrogativo de la joven—. Le pido que levante una roca del suelo y la acaba modelando en forma de ardilla, todo porque una ardilla corrió enfrente de él mientras hacía el ejercicio. La buena noticia es que a Octavio le gustó la escultura. Dijo que era bastante realista.

—¿Y los escudos? —inquirió preocupada Vanya.

La pregunta de la muchacha no era para menos. Marco siempre les había insistido como su maestro Alejandrino que la creación de protecciones mágicas era sumamente importante y ya habían podido comprobarlo en varias de sus luchas contra los Carneros.

Libro AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora