IV.

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Ares; el acusado del Olimpo.

El único ruido que había en la sala oscura donde estaba encerrado era el de la antorcha que flameaba de manera repentina. El fuego danzaba y era lo único que probablemente me mantenía en calma, aún tratándose de una forma extraña de tener calma...

Mi mirada estaba pérdida, mi cabeza cansada y tumbada, mis manos con grilletes al igual que mis tobillos y cuello. Todos estos grilletes tan oxidados y cortantes, podría jurar que era para evitar que me mueva. ¿Acaso podría moverme en primer lugar? No estoy siquiera en la capacidad de mover algo más que mi cuello, ¿Pero para que? Solo iba a mirar un cuarto en dónde no iba a hallar nada.

Nada, nada me quedaba ahora.

¿Que me tenía deparado el destino? ¿Acaso tenía oportunidad de ser perdonado? Digo... La muerte casi me alcanza si no fue porqué la salvación hecha mujer me salvó.

-Ares, Ares.

Me llamaba, quería que la viera, pero yo no quería verla. Ni siquiera podía ver sus pies tocando el suelo. Solo la sombra de los guardias de afuera enfrentados cuando no deberían.

-Eris...

-Alza la mirada Ares. He venido a ver al señor de la guerra, no a lo que tengo al frente.

Sus palabras eran dagas que penetraban la piel del orgullo, obviamente iba a ser así, estaba hablando la diosa de la discordia pero yo ya no tenía orgullo que ella pudiera lastimar. La única capaz de hacer pelear hasta a las tres cabezas de cerbero entre sí.

-No, no quiero ver a nadie. Ni a ti Eris.

Puedo jurar que mi comentario la molesto pues la respuesta de mi ex acompañante bélica fue el usar sus poderes y obligarme a verla a los ojos. Estaba usando su telequinesis.

-Recuerda de quién soy hija Ares, sabes que te estimo. Pero no te atrevas a darme la contraría para nada. -Dijo en un tono que imponía autoridad-

Un grito lleno de insultos se quedaba en mis pensamientos que no iban a más, no tenía ganas de siquiera discutir, tampoco de esforzarme y volver a mirar al suelo. Solo me quedé en silencio, expectante, sabiendo que haría ella.

-Ay Ares, mi pequeño Ares... -Se acercaba más a mi, cuando estuvo lo suficiente sus manos tocaron mi lastimado rostro- Te juro que esto no quedará así, te lo jure hace más de mil años. Te dije que nadie te haría daño mientras yo viviera para ti.

No sé si fue porque no podía moverme o si le daría eso igual, pero ella plantó con sus labios un beso "cálido" en mi frente; esa frente la cual tenía heridas de quemadura. Tras eso bajo lentamente hasta tener su frente a la mía y las dos se tocaron, al igual que nuestras narices, sus labios estaban a escasos de los míos. Yo la miraba sin decir nada mientras cerraba los ojos y se estaba debatiendo en si lo haría o no.

Las mujeres eran muy raras aún cuando compartí el lecho con muchas de ellas, en especial Eris. "Eris, la que nunca se atrevió".

-¿Y bien? Es tu oportunidad perfecta, ¿Por qué te demoras?

-Porque sería algo tan vacío como el deseo de engendrar discordia porque si...

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora