Ares.
El tridente intentaba conectar un golpe contra le bastardo, pero este se movía rápido; eso sí, él era quien estaba contra las cuerdas.
-¡Maldita seas Ares! —Gritaba aún con el ego en él, sin darse cuenta que pronto perdería, pues su hijo no estaba para ayudarlo—
Un ataque directo fue mi intento, el lo esquivo moviéndose hacia un lateral, yo aproveché y le golpeé directo al estómago con el mango del arma. De inmediato coloqué la gran empuñadura contra su cuello, ya que el se retorcía por el golpe anterior; y posicionando un pie detrás del suyo lo tire contra el piso en el cuál cai junto con él.
Sentí como luchaba por querer elevar el largo del tridente, pues este estaba apretando su garganta, deseaba asfixiarlo.
Pero eso sería ser benevolente...
-¡Ag~ ¡Agh! Ar~
Intentaba decir ni nombre o eso creí, probablemente se dió cuenta de su inevitable derrota e intentaría un truco solo digno de la cucarachas para salvar su vida.
Yo no le preste atención y apreté con más fuerza su cuello, su respuesta fue el ruido de su garganta obstruida con sus pies pataleando.
-Ares... Po~ por... Fa~ vor.
Sus palabras solo hacían que agarre con mayor firmeza el mango del arma.
Viendo que sus ojos empezaban a volverse rojo le hablé.
-No vengas a pedir perdón Apolo, no cuando disfrutaste la muerte de mi hija. —Enterré un poco más el mango, sus gárgaras salían a flote— No cuando mientras yo sufrí e hice lo que me pidieron para salvaguardar al resto tú te reías y llenaste de injurias mi nombre, el de mis hijos... El de Harmonia.
-Yo n~ no~ dije na~ da.
-¡Mientes! —Por la irá solté un lado del arma, para poder usar la mano y golpearle en su rostro. Tres dientes salieron volando bañados en sangre— ¡No te atrevas a mentirme cuando lo sé todo! ¡Todo lo que hablabas para ti en la oscuridad de las noches!
Viendo que había aflojado demasiado la presión en su cuello y mi empuñadura, él intento apropiarse de está. Respondí dandole otro golpe que está vez le hizo escupir sangre mezclada con flema mientras su labio se partía.
-¡El como disfrutaste de atacar a Selene! —Mis nudillos dándole en su rostro— ¡De obligar a mi madre a abrazar a mi padre! —Un golpe más— ¡Sostener a Eros por el cuello! —Y otro— ¡Seguir a Artemisa! —Otro puño en su rostro— ¡Torturar a mis hijos en un jodido calabozo porque te dijeron la verdad! —Esta vez fueron dos golpes seguidos— ¡Obligarme a golpear a la diosa que amó! —Su pómulo se oyó romperse cuando mi nudillo le dió de lleno— ¡Matar a mi hija!
El siguiente que le dí fue el más brutal, tanto que si los huesos en su rostro estaban hechos pedazos, pues ahora estarían molidos. Toda su boca estaba llena de sangre y sufriendo un déficit de dientes; su lazo izquierdo dejaba a la piel hundirse porqué no había músculo que la cubra; su nariz obtuvo una curvatura, de la cual la piel desgarrada dejaba apreciar el cartílago.
Cuando observé mi mano está estaba vestida por un guante de sangré, mi respiración agitada junto a mi mirada rabiosa ansiaban poder vestir a la otra mano igual.
Aún más cuando la respiración siguió siendo una respuesta en él.
Sin embargo tuve que darme la medía vuelta, pues sentí como el aire se rompía para dar paso a qué una flecha llegase a mi, una de fuego. Apretando está para que se rompa, levantándome del cuerpo del dios al que acabe de apalizar; busque al causante de está mientras con la otra mano me llevaba el tridente conmigo. Sería un error fatal dejarlo cerca de Apolo. Era Asclepio quien estaba al frente, tenía miedo en su rostro, era perseguido por Artemisa a quien note corría detrás de él. Tuve que suponer que era muy probable que estuviesen en combate pero que él corrió para intentar salvar a su padre.
Levanté mi mano en son de alto, mi hermana quien era gemela del bastardo que masacre pero seguía vivo frenó. Entendido perfectamente qué Asclepio era mío.
Me acerque a paso lento, más calmado que cuando golpee a su padre; pues el solo hacía lo que un hijo puede hacer cuando es obligado a actuar. Aunque eso no implicaba que igualmente yo fuese lo suficiente rencoroso como para dejarlo en manos de la diosa de la caza.
El disparaba las flechas que podía, lástima que su práctica fuese tan mala que me acercaba esquivando todas. Sin duda tenía mala práctica aquel dios.
A medida que me iba aproximando más; su desespero se hizo más grande, llegado al punto que las manos le temblaban y no podía colocar bien una flecha en el arco.
Para cuándo finalmente pudo poner una más y dispararme yo ya estaba al frente. En un vano intento dejo que la flecha se dispare, con mi mano libre cogí está y la rompí como la primera. El dios que era capaz de revivir a los muertos tenía el rostro de uno que temía acompañar a éstos (de nuevo).
Rápido fue mi movimiento, lleve esa mano a su cuello y aleje sus pies del suelo. El agarrando mi muñeca con sus dos manos buscaba liberarse de mi mientras pequeñas lágrimas salían de su rostro.
El demonio de los ojos carmesí y la cicatriz estaba a punto de hacerlo una víctima más a su lista. O eso es lo que yo creo que él pensaba.
-Asclepio...
Pronuncie su nombre mientras me centraba en ver su rostro, él me miraba cada vez con más miedo. Miedo que en otra época hubiese disfrutado.
-Trae a mi hija de nuevo. Tú única culpa es haber sido forzado a usar para mal tus dones por ser hijo de Apolo y nieto de Zeus. —Mi voz no sonaba agresiva como fue con su padre, pero tampoco calmada. Solo era la voz de un padre queriendo volver a ver a su hija— Trae a mi Harmonia de regreso, por favor.
Sabiendo que mientras lo agarrara del cuello no podría hablar, lo solté. Cayéndose él de culo contra el suelo fue tomando aire mientras buscaba recomponer su postura; por mi parte en ningún momento le quite la mirada de encima.
El estuvo a punto de darme respuesta cuándo la música se hizo escuchar y todos quedamos paralizados por hilos invisibles...
La lira, ¿Cuando?
Todos menos el que daba la canción, su padre y su hijo. Entonces el grito salió de la persona que hace poco golpeé, sin saber cómo se llegó a recomponer o si lo había hecho; el exclamó.
-¡Ahora padre! ¡Mate a Ares!
Una gran luz se hizo presente, está provenía de dónde estaba Zeus peleando con quién era su hija. El cargaba sin que nadie pudiese hacer nada el temible rayo, Asclepio quien llegándose a quitar tiempo se apartó; quedando yo como el único blanco al cual no podía fallar.
Por la distancia no pude oír lo que Zeus esputo, tampoco pude leerle los labios pues la gran luz impedía de hacer aquello.
Por mi parte intente moverme, luchar, conseguir escapar de la música de Apolo quien sus notas empezaron a sonar desesperadas por el ataque del rey de los dioses. Pero era en vano. Artemisa que era la más próxima gritaba mi nombre entre lágrimas, luego el de Zeus pidiendo que no lo haga; Deimos y Fobos que habían quedado estáticos frente a Heracles también sollozaron junto a Anteros que en insultos maldijo a Zeus; Eris quien me miraba desesperada gritaba palabras que no pude oír bien por la distancia, el ruido de la música y el del rayo; mi tío Hades no estaba a la vista... Y Atenea, Minerva, la de los ojos de lechuza, la "mami dos" de Eros, el amor de mi vida solo lloraba de impotencia.
Y entonces todo se torno en blanco, un estruendo tan bravo como el de un tambor se dejó oír, anunciando que todo había acabado...
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This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic
Romance"La guerra es el origen de todo", dijo alguna vez Heráclito. Y esto no será la excepción, pensamientos distintos, una rivalidad que ya debe de acabar y un destierro. Aquellos polos opuestos ahora tendrán que lidiar con su mayor interrogante, ¿Que se...