III.

489 41 39
                                    

Ares.

Todo había sido tan sorpresivo e inesperado, el que en menos de 5 días pasemos de nada a todo. No tengo como describirlo ni exagerarlo, me faltaría símil y metáfora para explicar mi sentir. Solo se que con ella todo estaba bien.

No llevaba ni un día de haberse ido y la extrañaba, la extrañaba demasiado. ¿Por qué? Pasamos horas enteras juntos, conversando del pasado, confesando de este, saliendo de noche como dos amantes que no deben ser vistos por el terrible sol que iría a contarle al diablo sobre nuestros pecados para juzgar y sentenciar. El día tras lo de la cita y la piscina fuimos al cine, al siguiente a comer, el siguiente a ese en casa. Ella se dispuso a cocinar para mí y mis hijos, no se si fue porque no sabía exactamente como preparar el plato o porque la distraía abrazándola que esté salió algo feo. Su fuerte era ganarme las batallas, no la cocina. Así que entre risas acordamos que sería yo quien cocine, ella no tuvo problemas.

Lo que más me encantó fue su iniciativa tras el beso.

La noche de la cita.

Estábamos subiendo los dos por el ascensor del hotel a su cuarto, dentro de este ella no me dejaba de abrazar mientras yo veía nuestro reflejo feliz. Apoyo su cabeza en mi pecho y pude sentir como en su respiración había paz. Cuando la puerta de este se abrió camine con su mano mientras me guiaba a la puerta de su habitación. Apenas estuvimos ahí chocamos con la madera, ella de espaldas a esta y yo apoyando mi mano en la pared. Nos dimos un cálido beso para que al separarnos me hable mientras sonreía.

-Siento que este ha sido un hermoso día, aún con sus malos momentos.

-Y aún no acaba, falta entrar... —Dije mientras acercaba mi mano a la perilla— Prometo que haré de este día inolvidable para ti.

Ella solo se rió mientras emboscó mi muñeca y la cogió, intentando aguantar la risa me dió un beso corto en los labios para después hablar.

-Lo lamento fortachon, pero ni aunque uses tus mejores trucos de conquista pasarás de la puerta. Deberías agradecer que me tienes con poca tela y que adore que me veas así...

Inmediatamente empecé a reír mientras ella me daba ligeros golpes, de cierta forma tenía razón, era la primera vez que la veía así y se veía magnífica. Su cuerpo bien cuidado, su piel que parecía de papel, no será alguien voluptuosa pero todo en ella estaba como debía estar. Eso era perfecto.

-Más bien señor de la guerra. Hay algo que quisiera hablar.

-¿Que cosa Ate?

-Sobre nosotros —Su mano lentamente soltó mi muñeca para cruzar sus dedos con los míos— No soy quien se conforme con decir que salimos a una cita "amistosa" mis ovarios y que nos besemos. Quiero hacer esto algo serio.

Poco a poco su mano libre subió por mi torso, haciendo con sus dedos índice y del medio como si caminaba por este hasta llegar a mi cuello en dónde se engancho. Una de sus piernas se alzó para pasar por una de las mientras mientras me jalaba a ella, entonces quedamos pegados y con toda la maldad del mundo inclino su cabeza a la par que me miró de la forma mas sensual posible pero mas sensual fue como hablo. Por Gaia, el libido en mi estaba que se disparaba y ella sabía eso, lo sabía porque por accidente soltó un alarido cuando por error junte demasiado mi entrepierna a la suya que estaba abierta.

-Ares... ni me has hecho nada pero tú cosa se hace presente. —Dijo sonrojada— Pero bueno, volvamos a lo que estaba... Pideme ser tu novia, amarrate a mi señor se de la guerra... —Lentamente se acercaba a mis labios, quedándose a centímetros de estos— Y yo prometo dejar mis votos de castidad y entregarme a ti cen corazón y carné. Pero para lo segundo tendrás que esperar todavía...

Estaba siendo cruel pero coherente, ella sabía que valía y que no podía ser menos o igual a las demás mujeres que pasaron por mi vida. Tenía que ser distinto.

Así que respondiendo a su atrevimiento pase mi mano por una de sus piernas, leyendo su piel como un ciego en braile hasta que llegue a su glúteo. Sonriendo mientras hacía una ligera presión en ella y dándole un beso le respondí.

-Atenea, mi Atenea. Se mi novia que se que amas y solo quien no lo hace diría que no.

-Felicidades, al frente tuyo tienes a tu novia.

Una pequeña risa de complicidad salió de los dos, risa que fue cortada por mis labios que empezaron besarle el cuello, los hombros, inhalando su perfume mientras volvía a su rostro para apoderarme de sus labios. Fue entonces que ella abrió la puerta y se alejo de mí, eso dolió tanto como un cuchillo oxidado que está clavado en ti y te lo sacan sin anestesia. Ella sonrió mientras daba una media vuelta por su puerta y me miró para despedirse.

-Lo veo mañana novio mío, espero que no se arrepienta de esta decisión.

¿Y por qué habría de hacerlo? Si en menos de una noche me hizo suyo en sentimientos...

Presente.

-Debes estar jodiendo Henry, no... —Expreso Brina, quien estaba con Alan que se quedó atónito— No puedo creer que haya alguien que te haya hecho tomarla en serio.

-Con razón es que no viniste en toda la semana al bar —Dijo Alan— Dios, cuando las chicas del bar se enteren van a llorar...

Yo solo me rei de sus reacciones, no se esperaban eso de mi, nadie. Al inicio de la semana estaba saliendo de la casa de una mujer adinerada que me pagó por placer y ahora gastaba esa plata por una chica, no, una diosa que con su sonrisa me generaba más que placer.

-¿Cuando podremos conocerla? —Pregunto entusiasmada Brina—

-Cuando ella se sienta lista Bri, no la voy a obligar a que los conozca. Debe nacer por su parte, quiero evitar generarle la mayor de las presiones.

-Wow Henry, no se que decirte. —Confeso Alan— Nunca te había visto así, pareces otro.

-Creo que soy otro, o no sé, hace tiempo estoy siendo otro tipo de persona.

Conversamos un poco más, le comenté todo lo que hicimos, ellos no se creían que no pasamos a más, me preguntaron si acaso era porque la chica (Atenea) llevará un candado de castidad. Pero les dije que era algo mutuo pues, eso tenía que ser natural y cuando realmente nuestros corazones lo dictarán.

Aunque claro, ella sabiendo eso muchas veces jugo a tentarme para luego decir que no.

En fin, que me despedí de ellos. Brina me abrazó alegre pues desde que nos conocimos el día que la salve dijo que yo necesitaba a una persona diferente a las demás y Alan bromeando me aseguro que no se me iba a descontar mi sueldo pues esto le pareció la mejor noticia tras el embarazo de su mujer.

Cuando salieron de mi departamento y cerré la puerta y fue a preparar el almuerzo pues por pasar la mañana en el celular hablando con Atenea me olvide de desayunar. Así que ahora no podía saltear más platos de comida.

Solo me preguntó, ¿Cómo manejaremos todo esto con mi persecución?

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora