X.

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Ares.

Miércoles.

-Cuidate por favor. —Pedi mientras miraba a sus ojos azules como el safiro—

-Solo iré a comprar ropa Ar, no tienes porque preocuparte tanto. —Respondio mientras me sonreía, meneando su cuerpo de un lado a otro con sus manos cruzadas—  Prometo traerte un bonito regalo, ¿Si?

-No entiendo porque no puedo acompañarte de verdad, pero está bien. Ve.

-Gracias.

Dando un ligero salto llegó a mis labios y como si una abeja me pícara ella lo hizo, yo solo sonreí mientras la veía subir feliz al taxi. Este avanzo mientras ella me mandaba besos, yo reía pues se veía tierna.

Cuando el taxi doblo la esquina y ella se fué decidí entrar a mí carro, encendí el Camaro, espere ese minuto que tenía y luego arranque con dirección a mi departamento. Iría por unas cosas y luego a trabajar.

Iba a mitad de una avenida cuando me distraje por ver un cartel que promocionaba una película, está tenía toda la pinta de ser romántica. Fue así que parando en el primer semáforo rojo que se me cruzó busque el título de esta y si, sospechaba bien, pues la película resulta era de romance. Unos comentarios con respecto a esta también estaban, la elogiaban como la mejor película de todas en esta última época. Eso me llamo la atención, así que decidí buscar sus funciones.

Sería un detalle que a Atenea le podría encantar.

El problema nació cuando ví que acá recién se estrenaba el sábado a media noche, eso me desánimo un poco. Ella pasaba el fin de semana en el Olimpo y la siguiente semana viajaba a otra ciudad y yo tenía que hacer unos papeles para cambiarme de bar. Eso sí, Alan fue amable en querer ayudarme y permitirme ese cambio. Aunque luego pensé, ¿Por qué no? ¿Que perdía preguntándole?

Le mandé un mensaje de texto entonces.

Yo: Bebé, hay una película que quiero ver contigo. Pero se estrena el sábado a media noche...

Su mensaje no se hizo tardar.

Atenea: ¿Y? Si la quieres ver conmigo yo iré. Me fugo del Olímpo cuando todos duerman, será nuestra despedida de París.

Yo: Por eso te amó.

Estaba contento, demasiado, su respuesta, su entrega, ¡diablos Ares! Serías un idiota si la cagas con ella. Pero es que no hay forma de cagarla con ella, ni una sola. Todo nos sale tan natural.

Bueno, que al final compré los boletos por internet. La compra fue exitosa, gaste lo que podía gastar sin pensar cuánto me quedaría en la tarjeta. La sala premium, en HD, los mejores asientos de la sala. Como ella dijo, será nuestra despedida de París. Tenía que ser en grande.

Seguí mi camino, llegué a mi departamento. Hice lo que tenía que hacer y bajando volví a salir, llame a Alan diciendo que llegaría temprano al bar. El se sorprendió pues mayormente llegaba tarde por irme a bailar a mujeres o pelear, pero yo ya no hacía más ningúna de las dos cosas. Todo fuera por evitar hacer sentir mal a mi novia.

Cuando estacione al frente del bar chequee mis otros chats, Eros me había mandado una foto en donde salían un montón de anillos de compromiso con un mensaje.

Eros: Se que de dinero no andas bien, pero ntp. Tu hermoso hijo paga el anillo, tu solo dime cuál y pídele de una vez la mano.

Yo solo me reí, el estaba ahora pensando en que teníamos que casarnos, que la boda tenía que ser algo rápido así como nuestro noviazgo. Que éramos el uno para el otro y que de eso no había duda, que no estaríamos arriesgando, sino ganando. De mi parte yo le pedí que me diera paciencia, que si, que quería pedirle su mano, pero no así, no en esta situación. Siendo un prófugo por el cuál se tienen que ver solo en las noches.

Quería pedirle su mano y que el mundo entero lo vea.

Era una pena que eso no pudiese ser así. Así que mi idea real era otra. Esperar el tiempo necesario para sentirme seguro, volver a traerla a París dónde todo empezó y así pedirle que inicie una nueva etapa conmigo.

No sé si me estaba adelantando, si ella quisiera ir más lento, o que se yo. Solo se que era la primera mujer tras muchos, Miles de años con las que sentía está ilusión.

Lo que mi madre muchas veces deseo para mí, casarme. Era la primera vez en siglos que veía el matrimonio como algo perfecto y no como una condena.

Baje del coche, me dirigí al bar, entré. Saludé a Shirley quien me felicitó por mi relación, ya habían corrido la voz de que "el soltero más codiciado para una noche fue comprado por una turista" en el bajo mundo de los bailarines eróticos y de gente del bar. Unos clientes casuales también me felicitaron, Ben lo hizo y no creyó que esa chica tan linda pudiese domarme, nos reímos un rato pues me comentó como me confundió con el y no sabía cómo paso. Yo le dije que no le busque lógica, que era ciega pero no usaba sus lentes por orgullo, el se comió el cuento. Tras todo eso entre al cuarto de empleados y ahí estaba Scarlett que se cambiaba. Evite saludarla por el incidente en mi departamento, pero ella a mi sí me habló.

-Hola Henry. —En sus palabras se oía el resentimiento—

-Hola Scarlett. —Respondi por educación— Me alegra ver qué sigues trabajando aquí y no has renunciado.

-Podras ser dueño de mis mejores noches Henry, pero no soy tan triste como para renunciar por no verte en el trabajo. Necesito el dinero.

-Touche. —Dije cortante, empecé a cambiarme—

Ella termino de ponerse el chaleco, se dirigía a la puerta de salida hasta que freno a mi lado. Pensé que volvería a intentar algo pero solo me notificó.

-Una cosa más, una clienta a venido a que tú la atiendas exclusivamente. Pago 1000 dólares a cada uno de los demás para no atenderla, así que tendrás que ir "señorito fiel"

-No me digas que es Jenny.

-Para suerte de ella y que la desprecies como a mi, no. Es rubia si, pero no de un tono claro.

No entendí bien tras esa descripción tan corta quién era que me buscaba, supuse que sería una de las tantas chicas para las que bailé. Que probablemente querían preguntarme porque deje el trabajo o que se yo. Le di las gracias a Scarlett por decírmelo, ella solo se salió del cuarto. Yo me termine de cambiar. Cuando salí del cuarto me acerque a Ben y le pregunté del tema.

-Dicen que una rubia les pago para no atenderlos, que me quiere a mi. ¿Dónde está?

-Ah, la que parece una sugar mommy. —Rapidamente señaló con su dedo a una mesa— Es ella.

-Gracias Ben.

Sin decir más me acerque extrañado, llevando mi libreta conmigo para atenderla siendo que yo era un barman pero es que nadie más lo haría y tenía que tomar por seguro que esa mujer no se iría hasta que intercambiemos palabras.

Lo que me llamo la atención fue que dijera que parecía sugar mommy, había trabajado antes con mujeres treintonas, pero nunca con alguna que Ben considere sugar mommy.

Para cuándo pensé eso ya estaba en su mesa, atrás de ella. Camine hasta poder ponerme al frente mientras centraba mi atención en sacar la libreta.

-Bienvenida a "La cueva de Marte". Yo soy Henry, barman que por cosa de la vida será su mesero. ¿En qué puedo atenderle?

Dije sin verla, solo quería acabar con esto rápido y tomar su pedido. Pero mi lápiz se cayó de mi mano cuando ella respondió.

-Asi que ahora así te haces llamar eh. —Llevaba tiempo sin oír su voz, ocho meses...— No puedo creer que de ser un príncipe las situaciones te hayan llevado a esto, Ares.

-Mamá.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora