VIII.

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Artemisa; diosa de la caza.

Sabía que algo no estaba bien, sabía que como siempre un secreto se escondía, pero que venga de Atenea... ¡Mierda! ¡Y mil mierdas!

"¿¡Es que acaso no eres diosa de la sabiduría mujer!?" —Fue mi grito al oírla contarme la verdad, lo que tuvo que haber dicho en frente de todos.

"¡Artemisa no me grites por favor! Se que soy pero al mismo no lo sé, me siento muy confundida." —Decia con lágrimas en sus ojos, con su mano derecha cogiendo la muñeca opuesta mientras sus piernas temblaban de que alguien la afrontará.

"¡Confundida mis ovarios a la tres mil Atenea! ¡Le has jodido la vida a Ares! Si es que lo que le depare se le pueda llamar vida..." —Lo solté de la forma mas cruel para que ella lo sintiera dentro de si, para que por un momento supiese lo que nuestro probé hermano estaba pasando por su «confusión». Aunque sea una gota.

Tras todo eso reino un silencio que destronado ante el ruido de la puerta que se abrió a causa de Apolo él caprichoso, en cuanto el entro y saludo a mi hermana y a mi yo me retiré. Atenea me llamó pero no me molesté en darle el lujo de quedarme un segundo más, y por si eso no era suficiente cerré la puerta de la forma mas salvaje posible.

Ahora en plena luz de la noche me encontraba encima de una yegua de cabellos blancos como la luna caminando por el bosque que había en las faldas del monte. Estaba sola en cuestión de la compañía de mi séquito, pero más que acompañada y bien protegida por mi preciado arco de caza, y dispuesta a arrebatarle la flama de su vida a cualquier bestia que tenga el descaro de atacarme pues saber la verdad había cambiado por completo el shock que viví el día del incidente.

No tenía idea de que quería casar, de que si al hacerlo a esos pobres animales los iba a liberar o matar, todo eso dependería de mis emociones que eran dirigidas por el director de la orquesta llamado corazón.

Todo en mi estaba dividido en dos cosas:

1.- La caza más limpia que pudiera hacer con los sentimientos ensuciados.

2.- En como obligaría a Atenea a enmendar su mayor error hasta ahora.

El aullido de un lobo llamando a su manada me alertó de una emboscada a la cual hizo que el miedo naciera en mi yegua pero qué con el tacto de mi mano acariciando su frente más el sonido de mi voz fue suficiente para darle confianza, el mismo grado de confianza que había en mi para ella.

Las ramas crujían por cada paso que los carnívoros del bosque se iban acercando, estás ramas se oían por todos lados, ellos acechaban sin tener el mínimo esfuerzo, era claro que estaba confiados pues yo caminaba por su "valle de la muerte" y estos canes consideraban que la muerte me respiraba en el cuello.

El primero saltó por mi izquierda con sus fauces abiertas listo para clavarme los dientes como un vampiro en mi cuello y desgarrar mi carne pero en una movida inteligente me agaché y este se fue de largo, para cuando intento darse la vuelta le había disparado una flecha en su pata trasera la cual lo hizo ladrar del dolor mientras cojeaba. Entonces el segundo ataque vino en conjunto por tres lobos que atacaban desde al frente pensando que con un impacto directo podrían contra mí; la diosa de la caza, pero no fue así pues mi yegua elevando sus patas delanteras los hizo retroceder del susto e inmediatamente con una orden que le di bajo sus patas por encima de sus lomos y apenas el peso de mi acompañante dejo de hacerles presión aprovecharon para darse a la fuga.

Aquel lobo que atacó primero al ver esto y dándose cuenta que sería en vano ir contra mi decidió huir junto a ellos, dejando atrás de él un rastro de gotas de sangre. Iba a vivir aún así.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora