VIII

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Atenea; diosa de la guerra.

-Sobrina cuidado.

Fueron las palabras de mi tía Demeter, ella me agarró durante mi caída. Me esforcé en mirarla como lo hice para caminar hasta la sala donde estaban todas las diosas, incluído la reina Macaria y la princesa Melinoe.

-Gracias tía Dem.

Le exprese a la diosa de la cosecha quien me sonrió, quise sonreírle de vuelta, pero mi sonrisa había perdido su encanto desde que la piel se pego a mis huesos y las fuerzas se iban escapando de mí. Así que solo me límite a elevar un poco mis mejillas. Después de eso ella me acomodó con sumo cuidado en una silla, tía Hestia por su parte fue por un té de menta traído por Perséfone y me lo dió, pidió que bebiera un poco de este al ritmo que acercó la taza a mis labios; sin poderme negar se la acepte e ingeri un poco.

Un poco de silencio se dió porque las diosas se sentaron en los demás muebles y esperaban mis palabras, ¿pero que podía decirles?, estaba muriendo y aún así intentaba mantenerme firme. No por mí, por él.

-Diosa de la guerra, prima mía y de mi hermana, tía al ser hermana de mi madre. —Inicio conversación Macaria, la reina de los Elíseos— Me gustaría decir que adoro este ansiado encuentro que se nos privo por mis responsabilidades en la isla de los bienaventurados; es una pena que, debido a la situación que padece no sea así. Pero este es el presente de las hijas de quién gobierna a los muertos.

Ella hizo unos movimientos, movimientos que su hermana menor Melinoe también repitió y entonces una corona del color de la obsidiana con toques carmesí en sus incrustaciones muy idénticos a los ojos de Ares apareció en el regazo de mis pierna. Por naturaleza mire a mi Macaria y también cogí la corona para apreciarla con el tacto de mis manos. Ella solo sonrió igual que Melinoe, eso, llamándome la atención hizo que les preguntara.

-¿A qué se debe este presente? —Pregunte. Quise toser, pero pude aguantar los impulsos y evitar que se notará para las diosas— Es una corona muy bella con toques tan hermosos de ese rojo que me hace acordar al de nuestro rey, pero las coronas solo pueden ser llevadas por reyes y reinas... Lastimosamente querida prima, yo no soy reina.

Macaria solo sonrió, tapándose los labios con la palma de su mano. Por otra parte, Melinoe, parándose de su asiento camino hasta mí en brincos y poniéndose de cuclillas me miró como si fuese una niña.

-Usted es reina, diosa que lleva consigo la victoria, es reina del corazón del rey del Olimpo y futura esposa de este. Por eso es que el rojo de estás piedras no son de otro color.

Futura esposa.

Esto solo podía darse cuando me salvará, pero ahora no podía salvarme, solo luchaba para no morir en un momento en que Ares estuviese lejos de mí. Menos cuando partió a rumbo desconocido llevándose consigo a Hades y Zagreo. ¿Ya habrían vuelto?

-Melinoe, tus palabras me conmueven, pero dudo que ese futuro que mencionas vaya a aconte~

-Hermana, no pienses así.

Hablo interrumpiendo mis palabras Artemisa, ella estaba sentado al lado opuesto, hasta ese momento estuvo en silencio.

-Vas a usar esa corona, así como vas a usar los demás obsequios para cuando te comprometas con nuestro hermano.

Juraría por Gaia que si no fuese por mi estado tan lamentable, habría hecho una mueca de incomprensión. Pero en cambio solo pude observar como Artemisa dió un chasquido y las demás diosas en conjuntos de dos empezaron a acercarse a mí.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora