IV.

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Hera; diosa del matrimonio.

Estaba sentada en mi alcoba viendo a lo lejos como Helios aún surcaba el cielo dando la luz del sol, mis manos estaban cruzadas y yo de rodillas rezando a Moros quién era el amo del destino que por favor se apiade de mi y mis desgracias, que se apiade de la vida de mi hijo, que nunca una luz del sol pueda tocar su piel.

El hijo de Hiperión había prometido cazar a Ares por lo que hizo contra su hermana la luna, algo lo cual para mí era ilógico pues el ataque recibió ella fue con arco. Y mi hijo siempre desprecio ese tipo de armas por considerar que era de cobardes. Lastimosamente no podía decir nada pues era víctima de mi esposo, ese que también era mi hermano, el que alguna vez sufrió un odio sin sentido de parte de nuestro padre que desencadenó a los diez años de la titanomaquia.

En cuanto termine de rezarle a Moros me pare y camine hasta mi cama, llevaba demasiado tiempo sin salir, solo recibiendo visitas y platos de comida. El único que se atrevía a venir seguido era el mismo que juraba con cortar la cabeza de mi hijo, aún por más que le implore que por nuestro amor(si es que alguna vez fue real) solo me dijo que si me portaba "bien" podría evitar que su cabeza se quede en una pica y hacerle un funeral como en la antigüedad, como la que solo recibían los más grandes héroes de la edad de estos como Héctor, Aquiles o incluso ese compañero de Odiseo que murió estando ebrio.

Me acosté boca abajo y me cubrí entre las sábanas, esas que por más que fueran finas y el colchón suave por las plumas que llevaba no podían evitar que viva mal, triste, teniendo que anteponer la salud de mi hijo que mi felicidad. Porque yo quería verlo, quería ver una vez más a mi retoño, pero mientras nadie pueda verlo el estaría a salvó.

Fue entonces que la puerta se abrió.

-Hola madre. —Dijo la primera voz—

-Madre. —Entono la segunda—

Eran Hebe y Hefesto quienes habían venido a verme, cerrando la puerta los dos se acercaron a mi con cuidado y esperaron a que levanté cabeza para empezar a hablar. Yo no quería, nunca quería hablar, pero eran mis hijos y se preocupaban por mi.

Finalmente me pare y sentada los mire, ellos hicieron un gesto de malestar pues seguro mi rostro reflejaba mis pocas ganas de vivir el día a día.

-¿Dónde están sus parejas hijos míos?

Hefesto respondió primero.

-La mía como siempre con uno de sus amantes madre, —Dijo tranquila, sin oírse mal— ya es obvio que nuestra relación no pasa de ser solo una relación por título.

-¿Y tu Hebe? ¿Dónde está tu esposo?

-Heracles considero que lo mejor para usted era no venir madre, que quiere evitar que el verlo le generé a usted malos sentimientos. Desea evitar que piense que Zeus lo manda conmigo a hacerte daño.

-Entiendo, ahora yendo a la yugular. ¿A qué se debe su visita?

Por un momento ellos se quedaron callados, no dijeron nada, se miraron el uno al otro hasta que finalmente siendo Hefesto el que habló me informo su motivo.

-Hemos tenido un sueño en «común» si es que se puede llamar así madre. —Solto palabras— Un sueño en dónde nuestro hermano estaba.

¿Un sueño? ¿Sería uno de esos sueños en dónde se advierte el futuro? ¿O es que acaso se trataba de una broma de los dioses del sueño contra mis hijos? No, eso no podía ser, Hypnos no de atrevería. No después de tantas veces que hizo favores para mí y yo para el. Tenía que ser un sueño profético, tenía que aferrarme a esa idea...

-¿De que se trataba su sueño hijos míos?

Hefesto estuvo a punto de responder, pero Hebe dándole un golpecito al hombro captó su atención, supongo que fue una manera de decirle que ella lo iba a contar pues se puso a reír como solo ella lo hacía.

-Soñamos con un hermano feliz madre, un hermano casado.

¿Que? ¿Con Ares feliz y casado? ¿Eso podía llegar a ser posible? ¿Pero...

-¿Cómo que estaba casado? ¿A qué se refieren? —Pregunte dominada por la curiosidad— ¿Pudieron ver el rostro de la otra persona?

-Lastimosamente no mamá, pero...

-¿Pero que Hebe?

-Pero al menos yo creo poderme hacer una idea, pero me tomaría tiempo. Es un sueño que hay que recordar y confiar a Hypnos que los recuerde no creo que sea sabio para nosotros. —Hablo algo desanimada— Puede que sea información útil para el tío Hades, sin embargo hay alguien a quien podríamos recurrir.

No necesitaba decir su nombre, hasta yo sabía de quién estaba hablando, solo una persona, no, una mujer que era capaz de estás cosas

-¿Hablan de la amiga de Demeter, Hecate verdad?

-Asi es. —Interrumpio Hefesto— La mujer es una hechicera entre miles mamá, y dentro de poco yo tendré que bajar a la tierra a buscar materiales para la forja. Podría aprovechar y pedirle una poción de extracción de sueños.

-Hijos míos, ¿De verdad planean hacer eso? —Interrogue asustada— ¿Que sucede si se descubre sus motivos?

Fue en ese momento que la puerta se abrió nuevamente, por instinto yo gire sorprendida de que alguien entrara, pero ni Hefesto ni Hebe de comportaron como yo. De la puerta se acercó aquel hombre de cabellos castaños y que cargaba como capa la piel de un león. Heracles.

-¿Que haces aquí? Tu esposa dij~

-Mi esposa le mintió reina Hera. —Hablo firme y cruzando sus brazos— Yo he estado oyendo todo por detrás de la puerta, pero no tema. Yo soy quien responderá a su pregunta.

Entonces el estaba ahí todo este tiempo, se supone que el me iba a dar la respuesta, una respuesta que tenía una pregunta complicada. ¿Que excusa sería suficiente para que Hecate suelte una poción sin quedar descubiertos?

-La mentira ya quedó arreglada con mi cuñado Hefesto, el y yo iremos a la tierra juntos. Le pediré yo la poción a Hecate en nombre de que soñé con una espada perfecta y que necesito recordar los materiales para que así Hefesto me la construya, de paso que al ser yo un "preferido" de Zeus ayudaría a reponer la reputación de Hefesto tras el incidente de los grilletes de hace 8 meses.

Cierto... Hefesto fue castigado con azotes de Apolo por haber cambiado los grilletes, consideraban que el confabuló con Ares. Menos mal esa idea se abandono al poco tiempo, pero el descontento de mi marido con mi hijo quedó desde ese momento.

Heracles se acercó a paso firme hasta donde estaba yo con mis hijos, sonriendo estiró su mano. Quería que apretara la mía con la de el.

-¿Podrá confiar en mí como lo hizo al darme la mano de su hija reina Hera?

Desconfíe unos segundos, al final era un bastardo de Zeus, nada me aseguraba que nos vendiera, pero si Hebe confío en el y este ya sabía lo que mis hijos tenían en mente... Solo me quedaba confiar.

-Confio en ti Heracles. —Aprete su mano firme mientras el sonreía más al igual que mis hijos— No me decepciones por favor.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora