IV.

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Hades; rey del Inframundo.

Ambos lados tomamos dirección al contrario, con los pies ligeros fue cuestión de segundos que la batalla tomase lugar.

Cada quien peleaba con alguien, nadie se quedó sin pareja en aquel baile que iba a decidir el destino no solo del Olimpo. Sino también, el escape de Cronos.

Ares, quien se lanzó primero con el tridente mi hermano, fue interceptado por Apolo en su camino hacia Zeus; Eris, quien prediciendo a la mensajera de los dioses la interceptó, llevándose por los aires a Iris; Hermes que queriendo beneficiar en una desventaja a su hermano Apolo yendo a apoyarlo, sin darse cuenta, fue emboscado por Minos; Eaco y Radamanthys por su parte se enfrascaron en combate contra el macizo de Hefesto; Demeter, dolorida por tener a su hija de enemiga, tuvo que pelear con ella teniendo lágrimas en los ojos; Anteros con su dagas puso en aprietos a Dionisio mientras que Eros buscaba conectar sus flechas contra la carne de Asclepio; Heracles, campeón de los dioses iba contra el miedo y el terror, era hora de que los jóvenes dioses mostrarán su valía; la muerte inviolenta por su parte intentaría ahogar la luz del sol en combate, Thanatos encaraba a Helios y yo a Poseídon; eso dejo a Afrodita en un combate singular contra la princesa del Olimpo, Atenea.

Mi hermano, el señor y rey de los mares buscaba conectar golpes contra mí. Era obvio que eso era todo en vano pues mi casco me hacía invisible ante su vista. Pero queriendo ser algo clemente deje mi bidente en manos de mi amada.

-Hermano, ¿Por qué haces esto? Una vez batallamos codo con codo contra los Titanes y padre. —Contó mientras intentaba seguir el ritmo de mis pasos, yo corría en círculos para elevar un ligero polvo que lo impida de ver el combate de los demás y evite acudir en ayuda— ¡Ahora nos estás traicionando! ¿Que mentiras te ha dicho Ares? ¿Con cuántas almas mortales te ha comprado? ¡Por favor rindete! ¡Prometo abogar por ti para que Zeus perdone tu vida!

Ja, ja, ja. Yo no necesitaba el perdón de un mentiroso, menos cuando esté era un parricida directo.

Rompiendo mi patrón de movimiento, y deslizando mis pies por la tierra mientras giraba hacia mi hermano, me prepare para correr directo a él.

La fuerza de mi puño fue frenada por los rápidos reflejos de Poseídon, oyendo como la barrera del sonido se rompió desde mi dirección giro como pudo y cruzando sus brazos en equis freno mis nudillos. El aire salió disparado y azotó el polvo, que en todo ese tiempo había levantado en vano. Siendo aún consciente de que el no podía verme del todo, aproveché y dando un saltó conecte de inmediato una patada en su rostro; aquel golpe lo desconcertó, haciendo que diera unos pasos a la izquierda. Antes de que pudiese recomponer su postura conecte un golpe en su estómago, luego otro en la mandíbula, una patada giratoria en el tobillo y otra directa a las costillas que lo mando lejos.

Perdón hermano, pero tú eres al que están usando.

Camine hacia donde el se fue por gracia de mi golpe, mi hermano intentaba levantarse mientras escupió algo de sangré, cuando estuve lo suficiente cerca me agache un poco y salté. El polvo elevándose me delató lo justo para que mi hermano se moviera y mi patada en el aire de contra la tierra, está se hundió unos seis metros en un radio de veinte.

-¡Eso pudo dejarme grave! ¡Soy tu hermano!

Tú lo has dicho Poseídon, fue grave, no letal. Solo deseo derrotar e ir a por Zeus. Ese que era el único que no peleaba.

Sin perder el tiempo en darle respuestas (las cuales por el sonido podrían también revelar mi posición), volví a saltar y atacar. Está vez el se paró firme y cubriéndose como pudo se comió de lleno mi patada, la tierra volvía a hundirse ocho metros está vez, en un radio de dieciocho.

Tomando de impulso los mismos brazos con los que el se protegió volví saltar y atacar, está vez fueron once metros que se hundieron en un radio de dieciséis. Un pequeño coliseo se había formado a nuestro al rededor.

Mi hermano no tenía forma de escapar pues la desventaja estaba en su contra.

O eso creí.

Cuando volví a verlo el estaba con los brazos alzado hacía los laterales y los ojos cerrados mientras regulaba su respiración. Yo me quedé extrañado, pero no lo suficiente para dejar de atacar, lo tenía al frente expuesto así que corrí.

Grave error.

Estando a escasos centímetros de su rostro, pudiendo conectar con mis nudillos un golpe que lo dejara fuera de combate, de las paredes de la tierra hundida se empezó a filtrar agua al y en el centro de la pequeña arena de combate diseñada una fuente también. Esto ocasionó que me alejara pensando que iba como ataque. Pero inmediatamente comprendí por qué lo hizo cuando el abrió los ojos y miraba a dónde estaba yo.

-Por eso te dejaste atacar, ¿No? —Le pregunté—

-Veo que te diste cuenta de inmediato. —No me miraba a mi, pero si al espacio vacío de agua que mis pies invisibles cubrían de espacio— De suerte no lo hiciste antes.

-Podrias atacarme sin piedad ahora que el agua está aquí. ¿Por qué no lo haces?

-Porque si lo hiciera y te gane, cuando el Olimpo gané, no te habrías rendido tú. Por ende serías juzgado como un traidor sin arrepentimiento, y eso significa qué~

-Sin otra opción que pagar la condena con mi cabeza. Curioso que esa ley se colocó años después de tus múltiples intentos de hacerte con el poder, ¿No?

-Por eso mismo es que quiero evitar que te pase lo que en muchas ocasiones tuvo que ser mi destino hermano. ¡Vamos! —Grito mientras sus manos generaron movimiento— ¡Estás peleando por un demonio! ¡El mismo que sin importar mando a su hija a morir en un fallido golpe de estado! Tú eres el más listo, no entiendo como has caído en sus posibles mentiras.

-Eso es lo que Zeus les ha dicho Poseídon, ¡El está mintiendo! Date cuenta. ¡Ares amaba demasiado a sus hijas! ¡Tú sabes lo que es capaz por ellas! ¿¡De verdad crees que la sacrificaría en un intento egoísta!?

Sus dientes apretaron los unos a los otros, su ceño se frunció demasiado mostrando muchas arrugas, sus puños apretaban fuerte a estos mismos y el agua que nos rodeó se agitaba demasiado mientras diminutos torbellinos se amontonaban. Muy probablemente estaba recordando el asesinato de su hijo a manos de Ares por lo de Alcipee.

Dijo unas últimas palabras antes de que volviéramos a combatir, palabras que me dieron una sonrisa de esperanza.

-Tienes para convencerme del todo hasta que uno derrote al otro hermano. Pero si puedo confiar en ti pelea sin el casco y yo lo haré sin las aguas.

Fue así que el casco desvistió mi rostro y mis cabellos; y las aguas de mi hermano se tornaron mansas.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora