Confrontación.
Ares.
-¡Mi hermano tenía razón! —Esputo el amo de los mares mientras su tridente me apuntaba— ¡Estás con tanta sed de poder que te has lanzado a tu propio suicidó!
Yo solo di unos pasos al frente, camine y camine, cada vez me acercaba más a ellos.
Liderando a todos estaba él, Poseídon, uno de los hermanos de Zeus; a su lado se encontraba el sol que viajaba en los cielos mirándome con odio y desprecio, Helios; los dioses mensajeros se encontraban juntos, la fémina mirándome sin tanta importancia mientras que el varón no ocultaba su enfado contra mi, Iris y Hermes; el que nació dos veces y ahora era dios de las fiestas y el vino, Dionisio; la segunda devorada por Cronos también se encontró ahí, calentando, lista para pelear, Demeter; al que me postre de rodillas para que trajera a la vida a mi hija, hija que ya no estaba más conmigo... Asclepio; y tras él se encontraba la diosa más bella de entre todas según el juicio de París, diosa que solo se acercó a mí a paso lento hasta colocar la palma de su mano en mi pecho y con ojos cristalinos entonar palabras, Afrodita.
Los otros dioses quedaron estupefactos viendo su accionar, el más encabronado era Poseídon que no dejaba de llamarla para que regrese.
-Ares... Nuestra hija vino hace días a despedirse de mi por última vez contándome todo. Pero, —Exclamo la diosa de la belleza, madre de muchos hijos míos, la que me dió a mí hija más amada— ¿Harmonia se fue feliz? ¿Acaso sufrió dolor? ¿No sé arrepintió de su vida? ¿Cuáles fueron sus últimas palabras Ares? ¿Que fue lo último que dijo Harmonía?
-"Te amó..."
Apenas cite las palabras de nuestra difunta hija, de Harmonia, ella quien por la condición de Asclepio había sido siempre la acompañante de su madre; madre que ahora tenía al frente y ahora agachaba la cabeza para ocultar lágrimas que caían como gotas de lluvia al suelo. Apenas cite las palabras y Afrodita no pudo ocultar lo inevitable, el dolor de perder a una hija.
Mis manos buscaron las suyas, la que tenía en mi pecho y la otra; cogiendo ambas las aproxime a mi frente y le hablé, intentando sonar lo más tranquilo posible siendo esto imposible.
-Dita perdóname, de haber sabido todo lo que mis acciones iban a desembocar... A mi hija hecha polvo entre mis brazos... Te juro que~
Fui callado por ella, una de sus manos escapando de la mía me tapo la boca y no me dejó continuar. Para cuándo la hablé ella tenía aquellos ojos rosados apagados, los labios carnosos curvados hacía abajo e incluso diría que la luz de su cabello se había apagado.
-Era lo que las Moiras decidieron para ti Ares, para nuestra hija, —Con algo de lentitud alejo su mano, por si es que yo hablaba para volverme a callar— ¿Que podemos hacer nosotros contra la voluntad de una fuerza mayor a la que somos títeres? Aunque sea mi hija se fue aceptando lo que iba a pasar por lo que ella me dijo; un bien mayor.
-¿Que bien podía ser mayor a la vida de nuestra hija Dita? Si lo sabes dímelo por favor, dime porque mi hija tuvo que morir, porque en mis brazos...
-Me hizo prometer no hacerlo, no hasta que todo acabé Ares. Pero...
Un movimiento sucedió, ella se dió media vuelta, por debajo de su vestido una hoja afilada apareció. Está cuál proyectil había salido disparada contra Poseídon quien seguía exigiendo que la diosa más bella volviera a dónde ellos. El rostro de sus amantes como Hermes o Dionisio fue de incredulidad, incluso también el mío.
La carne fue perforada, la sangre tinto la piel azul, el grito de dolor de un rey se hizo oír. Aquella daga hirió uno de los hombros de Poseídon, la sorpresa y el shock invadió a todos.
-Pero no me prohibió de protegerte de sus asesinos y títeres disque "olímpicos" como una forma de demostrar su amenaza sobre ti, así que lucha Ares maldita sea, ¡Lucha y no te dejes matar!
Llevando su mano con los gruesos dedos al mango, tomando aire y arrancando la cuchilla de su carne Poseídon se quitó el artefacto de él. De forma inmediata lo lanzó al suelo, miró colérico a la diosa Afrodita y luego a mí. Alisto su tridente apuntando a nosotros mientras dictaba la orden.
-¡Ataquen maldita sea! ¡Hay que defender el Olimpo de esos traidores!
Dió un salto, se abalanzó contra la rubia, su tridente tenía fijo el objetivo. Su velocidad de ataque parecía la del rayo de su hermana, aquella diosa que iba a ser víctima cerraba los ojos probablemente entregándose a ver a su hija en la otra vida.
-¡Muere zorra de mierda!
Pero yo ya no planeaba perder a nadie más...
La empuje a un lado, ella cayó. Calculando el momento, no, esperando que la fortuna lo hiciera por mi; agarre con mis manos llenas de sangre dos de las tres puntas del tridente y así frente este que estaba a escasos centímetros de mí pecho. En los ojos de mi tío pude ver la rabia de un rey, pero estaba seguro que el miraba en los míos alguien que estaba dispuesto a llegar hasta el final.
-Esa zorra de mierda tiene nombre tío, esa zorra de mierda me dió a mis hijos, esa zorra de mierda te hirió. Y yo terminaré ese trabajo.
Él intento alejar la lanza de mi, pero la sostenía tan firme por más que está desgarraba la palma de mis dedos. Él se veía desesperado porque finalmente ceda y pueda tener su arma, pero yo no iba a ceder, no más... Le iba a demostrar al malnacido de mi padre lo que era un verdadero guerrero.
-¡Uah!
Grito la fémina voz, está se había recompuesto, quien sabe de dónde pero saco una segunda cuchilla. Con esta intento buscar al dios del mar, este esquivando lo suficiente para no morir pero lo insuficiente como para que el roce del filo haga lo suyo terminó soltando su arma. Aquella cuchilla le ocasionó un ligero tajo en el cuello.
Y el precio que había pagado por eso fue que me apodere de su tridente.
De inmediato acomode este para sostenerlo del mango, mire a dónde estaba mi tío y buscando darle en una zona que lo dejara fuera de combate (pues, quiera o no. Al menos hasta donde conocía, el solo era otro más que cree las mentiras de Zeus). Así lancé un golpe con la lanza, está iba dirigida a sus piernas, pero justo en ese momento el polvo se alzó, mi tío se esfumó, el mensajero lo había salvado.
Apenas pude buscarlos con la mirada pues Helios y Demeter vinieron contra mi, la segunda fue por suerte detenida por Afrodita quien en una contra ofensiva de la diosa de la agricultura esquivaba sus ataques. Por mi parte, el dios del sol se acercaba a paso lento mientras bolas de fuego eran lanzadas de su mano y yo destruía con las tres puntas de la lanza.
-Tu, demonio, es hora de que pagues por lo de Selene.
La batalla finalmente se estaba dando, no con los principales enemigos; pero al menos si ganaba podría romper el hilo de los títeres para revelar la verdad.
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This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic
Romance"La guerra es el origen de todo", dijo alguna vez Heráclito. Y esto no será la excepción, pensamientos distintos, una rivalidad que ya debe de acabar y un destierro. Aquellos polos opuestos ahora tendrán que lidiar con su mayor interrogante, ¿Que se...