Despedida de París.
Pt 3.Atenea; diosa de la guerra.
-Hugh...
De mis labios un alarido salió a duras penas.
-Tranquila nena, seré gentil contigo como te lo prometí. Solo estoy alistando todo para ti. —Sus manos explorando todo mi cuerpo...— Prometo ser gentil.
Todas esas palabras las había susurrado en mi oído izquierdo, hablando con tanta calma, demostrando que el era quien iba a guiar en este baile.
Sus manos, esas expertas en el arte de cuál yo me encontraba debutando, se encontraban tocando la masa de mis senos. Estos que no se porqué, de repente por el éxtasis se hincharon levemente, lo hicieron para hacerse más sensibles a aquel tacto que sabía jugar con las reacciones nerviosas de mi zona erógena.
-Diablos nena, no puedo creer que esto sea verdad.
Y yo no podía creer que tú fueras tan bueno con esas manos, siendo que solo habías tocado mis pechos extasiados y nada más, pero entonces fuiste bajando por mi espalda, esa la cual tenías muy pegada a tu fornido torso mientras yo llevando mis manos atrás solo podía cogerme de tus mechones sin saber porqué.
Sentí como tú respiración recorría una ruta por toda mi espalda, como mientras tú rostro iba bajando también lo hacían tus manos, fuiste sembrando besos en mi piel que luego ibas a cosechar a la hora del climax.
-¿Qu~ que~ que haces? —Pregunte a duras penas, mi respiración era entrecortada—
No me dió respuesta a mi pregunta, solo siguió en lo suyo, había bajado hasta mi espalda baja y sus manos con sus dedos se apoderaron de la poca tela que aún me quedaba tras el haberme desnudado casi por completo. Entonces la poca tela que quedaba cubriendo mi sexo fue removida por él.
Sus besos se dieron entonces en mis glúteos, en mis femorales, bajo hasta la planta de mis pies para luego volver a subir. Cuando lo hizo sin saber yo como me volteo, dejándome boca arriba acostada, para cuando lo miré el estaba ahí frente a mi intimidad. Sus ojos fijos en los míos, esos carmesí qué muchas veces repugne ahora hacían que me entregara por completo a su merced absoluta.
Una pequeña sensación recorrió cada centímetro de mí, haciendo que mi espalda se haya arqueado, que mis manos se aferren a las sábanas, que mis dedos de los pies se aprieten y mis piernas se tensaran. Quise intentar recomponerme pero en el segundo que lo intente todo se volvió a repetir, una, dos, tres veces, muchas veces...
Maldita seas Ares, en esa boca llevás el talento para hacerme lo que te dé la plazca conmigo. Y me lo hizo saber cuándo en uno de esos movimientos suyos un leve grito salió de mi.
-¡Ahh!
Por respuesta mis manos agarraron su cabeza, el cerraba sus ojos mientras me trabajaba ahí abajo, mientras que con sus besos en mi sexo generaba que muerda mi labio, que apreté sus cabellos desde las raíces, que mis piernas se relajen por momentos y en otros reaccionen por la intensidad de su atrevimiento.
De pronto sentí como una de sus manos se aproximó, como está empezó a jugar con mi button y entonces todo en mi se volvió convulsiones sin cesar, convulsiones a las cuales solo podía responder mientras su otra mano adentraba dos dedos en mi con unos alaridos de placer que acompañaron mis palabras.
-Si... Si ¡Si! Sigue por favor, no pares... No pares te lo pido. Ah... Ah, ah...
El no paro, en ningún momento se freno, sus toques eran suaves y gentiles pero para mí era lo más intenso del mundo, el solo sabía, lo manejaba a su deseo y le daba ritmo. Hacía de mi intimidad su campo de juegos, hacía de mi una mujer que olvidaba por completo sus votos, hacía lo que pensé que nadie podía hacerme ni en mis más atrevidos sueños.
Volvió a subir recorriendo mi piel tras haberse tomado su tiempo ahí abajo, juraría que estuvo una jodida hora ahí pero es que perdí la noción del tiempo. Sucede que ahora el estaba por mi abdomen por mi abdomen, ese que con su lengua saboreó cómo el deseo. Dejando una única pero mágica mano en mi vagina para que yo siguiera dedicándole gemidos. Frenó su tour al llegar a uno de mis pechos, con su otra mano manoseo las faldas de dónde este se alzaba y con sus dientes me mordió sin reparó en la punta de esté. Estaba a punto de soltar ya no se si un alarido o un gemido, pero me quede a punto pues me mordí los labios mientras por el deseo aproximaba más mi torso a él, mientras con mis manos intentaba mantenerme aferrada a él pero qué por el placer no podía.
Para cuándo me di cuenta estaba besándome otra vez, para cuando me di cuenta sujetaba su cuello por instinto, para cuando me di cuenta sentí como su mano abandonaba mi intimidad para darle paso a algo más.
-¿Estás lista? —Me pregunto él, alejándose de mi boca la cual solo pedía besos y cero palabras, que se me comunicara en el lenguaje de los amantes—
-Por favor amor, hazlo, hazme tuya por la eternidad...
-Como mi doncella lo desee.
Las palabras terminaron ahí, no hubo más, tenía sus ojos fijos en mí, solo estiró su brazo y de la cajita de noche cogió uno de los condones que compré. Tan profesional era o eso creo, pues sin inmutarse se puso el preservativo, una vez lo tuvo volvió a besarme y yo a él.
Besándolo fui moviendo mis piernas, lentamente hice que la derecha pasará por encima de su femoral para engancharse, la otra solo busco su cadera y se quedó ahí, el llevo una de sus manos abajo. Agarro su miembro y empezó a rozar este contra mis labios bajos, de arriba a abajo.
Yo solo espere que el momento sucediera.
Y así fue.
Su glande penetró con cuidado mi vagina, mi respuesta fue un leve gemido ahogado que interrumpió el beso, cosa que Ares solo respondió succionando mi cuello, queriendo dejarme una sugilación en está, yo se lo permití.
Entonces se adentro un poco más, mi respuesta fue sujetar su espalda, aferrarme con mis uñas, soltar alaridos mientras el dejaba reposar su dedo pulgar izquierdo en mis labios a lo cual respondí saboreando este con placer.
Cada vez sentía más de él y de su bendita lanza dentro de mi, cada vez se iba dando más confianza en penetrarme, follarme, cada vez yo tenía menos dolor para paso al del placer su sensación. Mis gemidos se iban volviendo más frecuentes, iban al ritmo que él se adentraba en mi, mientras lo miraba intentado no cerrar los ojos y el a mí. El como cada vez que pensaba que ya era todo me hacía saber que no, que había más... Y yo le pedía más.
Mi libido se disparaba por el, mis dedos rasgaban su espalda por como me arremetía, mis piernas se cruzaban estaban sujetas por sus manos, mis ojos se perdían en la ceguera que me provocaba la pasión.
Y entonces la noche, la ciudad de París, los problemas, todo dejo de importar.
Solo diré que durante más de durante el tiempo que pudimos hicimos el amor, debido a que no tengo palabras para describir lo que Ares me hizo sentir en cada segundo.
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This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic
Romance"La guerra es el origen de todo", dijo alguna vez Heráclito. Y esto no será la excepción, pensamientos distintos, una rivalidad que ya debe de acabar y un destierro. Aquellos polos opuestos ahora tendrán que lidiar con su mayor interrogante, ¿Que se...