Artemisa; diosa de la caza.
Estaba caminando por el bosque que estaba a las faldas del monte Olímpo junto a mis vírgenes, estábamos cazando algunos ciervos por el mero deporte pues llevaba unas cuantas semanas sin usar mi arco.
Estando en éste bosque y ordenando a mis vírgenes les expliqué como íbamos a cazar, todas entendieron perfectamente lo que iban hacer y como. Así que esperaba que fuera una gran caza con la cuál después hacer algo con los animales.
Al ser de noche le pedí a cada una llevar antorchas y cornetas, por si algún animal feroz se presentaba poder asistir a su ayuda.
Con todas las precauciones listas empecé a cazar, primero a un ciervo que era grande y bien alimentado, este oyó mis pasos a la distancia y salió corriendo. Lastimosamente para él mi flecha cumplió su objetivo cuando atravesó su carne. El segundo era uno completamente distinto, flaco y delgado, desorientado y que parecía enfermo, el matarlo no me generó culpas pues considere que era mejor morir para el que vivir en esas condiciones. Para el tercero y cuarto resultaron ser un par, par el cuál en cuanto me vio corrieron a la misma dirección. Haciendo uso de mis piernas corrí detrás de estos hasta que tomando la delantera salte a un lado y con una flecha atravesé el cuello de ambos.
Me acercaba a recoger a los animales y ponerlos en un punto estratégico con los otros dos muertos y recoger mi flecha, pero cuando lo hice oi como una de las cornetas se dejó oír junto a los gritos de una de mis vírgenes. Rápidamente aliste mi arco y corrí con dirección hasta donde se oían los gritos, mientras más me acercaba más fácil era oír lo que decían.
-¡No! Soy una virgen, ¡Por favor!
Una voz que apenas y podía oír, pero masculina parecía responderle.
Para cuando llegue y estaba lista para disparar pensando que se trataba de uno de esos mortales malvados que quería profanar a la chica de mi séquito me di con la sorpresa que frente a mi, ahí mordiendo la tela de uno de los hombros de la chica se encontraba un ciervo de ojos amarillos que volteo a verme.
-¡Papá! —Grite— ¿¡Que se supone que está haciendo!?
-Hija mía. —Hablo el ciervo mientras se daba media vuelta para verme, momento que la virgen aprovecho para correr— Ví que había una muchacha muy bella cazando ciervos, y pues no pude evitar ser ese ciervo que debía cazar.
Una fuerte luz se hizo presente por unos segundos para luego dar paso a la forma física de mi padre, su piel celeste con el cabello del mismo color y de una diferencia esos ojos amarillos. El estaba que se rascaba un poco la barba mientras yo me estrese por su acción.
-Usted sabes que es una virgen papá, conoce las ropas de mi séquito. —Exprese algo cansada, no era la primera vez que pasaba— Ellas han jurado.
-Pero hija mía, Artemisa mi bella Artemisa. —Hablo mientras se acercaba, exagerando sus movimientos como un actor de teatro— ¿Que debo hacer si la vida ha traído vírgenes a este mundo para despojarlas precisamente? ¿Para que junto a mi las lleve al éxtasis?
¡Por Gaia que era idiota! ¡Y más ahora con todo lo que pasó! ¡Cómo le gustaba justificar su adicción al sexo!
Juro que pagaría por ver su reacción si esas palabras saliera de Ares refiriéndose a su hijita, mi hermanita, la de los ojos de lechuza. Claro, si es que Ares y ella no se fueron a la guerra todavía entre las sábanas.
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This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic
Romantik"La guerra es el origen de todo", dijo alguna vez Heráclito. Y esto no será la excepción, pensamientos distintos, una rivalidad que ya debe de acabar y un destierro. Aquellos polos opuestos ahora tendrán que lidiar con su mayor interrogante, ¿Que se...