IX.

219 30 23
                                    

Atenea; diosa de la guerra.

Monte Olímpo.

Las trompetas empezaron a sonar, la tensión invadió cada cuerpo, las armas se iban entregando a cada criatura, las ninfas se reunían para órale al destino que la fortuna estuviese del lado del monte.

Ares fue visto por los ojos del bosque, este estaba en camino.

Gritos se hicieron oír, soldados ordenando a otros formar sobre las puertas del palacio. Hablaban de manera táctica, decían maniobras numéricas, estos se alistaban, calderos se pusieron en cada balcón con aceite hirviendo. Parecía que todos ellos esperaban un asedió.

¿Es que no estaban al tanto? El hombre que venía, lo único que tenía era sus puños y sed de venganza...

"Toc, toc."

Fue el ruido que se hizo oír en mi puerta. Yo camine y abrí está, Heracles estaba ahí junto al robusto y cojo Hefesto.

-¿Si? —Pregunte, esperando que ellos me dieran respuesta al porque estaba aquí— ¿Que sucede?

-Princesa Atenea. —Dijo el de las doce tareas— Las trompetas sonaron, aquel que una vez fue uno de los olímpicos a llegado.

-Lo sé Heracles. Pero eso no me dice porque están aquí.

Entonces, tras haber dicho eso, ellos se miraron mutuamente, pasado unos segundos Heracles le dió el habla al de las barbas naranjas y esté así pronunció oración.

-Atenea, necesitamos pasar a hablar con usted.

-¿Por qué Hefesto? ¿No sería tu deber actual el fabricar la mayor cantidad de armas posibles? —Le pregunté tajante, quería estar sola. Por ende también le di una pregunta al campeón del Olimpo— Y tú Heracles, ¿No deberías estar en la vanguardia? ¿Frente a todos para liderar el ataque del "asedió" de Ares?

-Tengo a mis aprendices de herrero encargados de eso princesa mía.

Respondió el cojo.

-Y yo a mis soldados en primera fila, pero requerimos hablar contigo hermana mía.

Expreso él que sacó a Cerbero de los infiernos.

Mirando alrededor, viendo si alguien pasaba, de repente algún sátiro o centauro de la guardia de papá estaba colado; pero no, no había nadie. Así que haciendo mi cuerpo a un lado mientras abrí más la puerta les dije que podían pasar.

Ellos lo hicieron, en cuanto pasaron note como Heracles por el balcón miraba al Olimpo alistarse hasta los dientes de armas y demás; por su parte Hefesto estaba que jugaba con los dedos de su mano. Se notaba algo nervioso. Yo cerré la puerta, me recosté sobre está y cruce mis brazos, en cuanto deje pasar un breve silencio decidí ser yo quien hable primero.

-Y bien, ¿Que sucede?

Hefesto me miró, la forma en que su bigote anaranjado se posicionó me decía que estaba tímido para el habla.

El que no lo estaba era el esposo de Hebe; Heracles, quien aún mirando el balcón fue muy directo.

-Hefesto y Hebe soñaron que te casabas con Ares. Se supone que ésto se lo diríamos a la reina, con quién esperábamos poder dar un atentando contra los dioses del sueño para que estos dijesen sus motivos para otorgar estos sueños. Pero sucedió un gran problema. —Freno sus palabras, dejo de ver al balcón y se dió media vuelta. Me miró como pocas veces el relajado Heracles lo hacía— La reina está desaparecida.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora