II.

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Ares; el acusado del Olimpo.

Estábamos caminando por zonas peligrosas del monte, buscando baje todo lo que podíamos. Habíamos planeado aprovechar el ataque de Apolo a Selene, ese desgraciado cobarde...

Tendría que rendir cuentas por desearme la muerte.

Antes de salir ella, mi hermana; Atenea tuvo que convencerme, pues en una terquedad que renació dentro de mi como mi carácter y mi físico al beber de la pocima estaba obstinado a quedarme para enfrentar a padre. Pero tenía razón en algo, sería una pelea en vano, un suicidó directo, que no tenía valor. Le dije entonces algo más calmado que me iría, pero que ya sea tarde o temprano planeaba volver a por «papá».

-Ten cuidado, no te vayas a caer. —Dije precipitando un movimiento en falso que ella noto y correspondió con un "gracias"— Esa tierra no es firme, una posada y se caería por el risco llevandoté contigo.

-Ya te dije que gracias, tampoco es necesario una clase de tierra firme ¿Sabes?

-Lo sé, pero igual no está de más saberlo.

Habiendo dicho eso y al ver que prefirió no responder seguimos nuestro camino, la de los ojos de lechuza estaba jugando su cuello por mí, pues si nos descubrían no tenía excusa. De repente Zeus no le daría un castigo, pero Apolo y Hermes la tacharían de traidora.

Apolo y Hermes.

¿Sería esto una trampa para una emboscada? ¿Para matarme en un lugar lejano y así no tener ningún testigo?

No...

Había algo diferente en ella y su trato, algo que no podía decir qué era. Sin embargo esta mujer frente a mi, por más que sea la misma de cara azul con ojos color zafiro, con su cerquillo perfecto y su cabello azulado, Atenea mejor dicho; estaba siendo "buena". No solo buena, sino que a no ser que estuviese actuando, ella me dejó verla llorar, derrumbarse, sentirse mal, triste, incompetente.

Cómo yo cuando ella me humilló.

Pero ahí estaba, salvando mi vida que pudo haber sido toma por ella y acero.

¿Sería eso que yo ví al verla derrumbada y que ella vio en mi que la hacía actuar así? ¿A desafiar al rey de todo? ¿Ir contra lo que en años pasados hubiese hecho sin titubear? ¿Tan grande era la culpa en ella? Joder, no lo sé ni lo sabría jamás. Porque ni estaba seguro si de aquí saldría vivo o no. Primero tenía que escapar.

-Are~ digo hermano. A medio camino de las faldas del monte. Te necesito atentó. —Exclamo, en parte tenía razón pues al oírla casi me resbale y estuve apunto de caer al abismo, pero fui sujetado por ella evitando siquiera que me fuera de largo— Ten cuidado por favor, si te vas a morir así mejor te mato yo, jeje...

¿Acababa de hacer una broma? ¿O lo decía en serio? Creó que era lo primero pues en su rostro ví una sonrisa algo forzada mientras me miraba aún sujetándome la muñeca, pero cuando dirigí mi mirada a su mano que me sostenía me soltó y note cierto nerviosismo en ella.

-Atenea evita hacer bromas así por favor, eres diosa de la guerra. No de la comedia. —Se que parecía un reproché, pero no era esa la intención, solo que su broma fue de muy mal gustó—

-Claro, claro, perdón.

Hablo rápido, así como de forma rápida se dió media vuelta y siguió caminando, dejándome atrás. Me quedé quieto unos segundos pensando que fui algo grosero(sin contar obviamente toda la vida que ella fue así conmigo), aunque después me puse en marcha siguiendo sus pasos. Eso sí, el silencio se me hacía incómodo, se me hacía irritable, se me hacía odioso, pues el silencio fue la única compañía fija que tuve en aquel calabozo en dónde parecía que esperaban que muriera por mis heridas. Pero fue mi modo obstinado el que permitió que siguiera viviendo. Dándome cuenta que ella probablemente no diría más palabras decidí iniciar una conversación yo, tome la iniciativa aunque no sabía si era bien tema el que cogí.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora