3.
La escena era clara. Había una bomba en el auto, o más bien, la hubo en lo que quedaba del auto.
Me reincorporé, asombrada por lo que había ocurrido frente a mí. Inspeccioné todo desde mi puesto, visualizando a todas las personas cercanas al lugar; no hubo ni un solo herido.
Volví mi atención a la persona que tenía frente a mí, llevándome la sorpresa de que él no hacía más intercalar su vista entre el auto y yo.
— ¿Qué haces aquí? — Preguntó, acercándose un poco a mí y colocando una de sus manos en mi brazo izquierdo, solo que yo lo aparté de inmediato.
—Tu auto— Le señalé, desconcertada porque le prestara más atención a mi presencia allí que a al incidente que acababa de ocurrir y se llevaba la atención de todos los presentes.
— ¿Qué haces aquí? — Repitió, mirándome de pies a cabeza como si buscara algo extraño en mí.
—Vivo aquí— Expliqué, manteniendo mi tono de voz duro y frío.
— ¿Desde cuándo? — Siguió preguntando, intentado volver a acercarse, pero sin tener éxito al yo esquivarlo.
—Desde esta madrugada— Traté de darme la vuelta, pero él me tomó del brazo haciendo que me diese la vuelta y lo mirara, pero lo único que recibió de mi parte fue una mirada bastante insidiosa.
— ¿Qué haces aquí? ¿A qué has venido? No me digas que estás aquí por mí— Suspiró, meneando la cabeza de un lado a otro.
— ¿Por ti? — Inquirí, soltando una risa bastante burlona en su cara—. No vine antes y mucho menos lo haría ahora; para tu información yo solo hago las cosas por mí, así que suéltame que no quieres vértelas conmigo— Advertí, di unos pasos hacia adelante y se susurré muy de cerca—. Cuidado en que te estás metiendo Karsten, solo llevo unos minutos frente a ti y ya intentaron asesinarte, no creo que tú carro haya decidido hacer combustión espontánea de un momento a otro— Dejándolo desconcertado, me zafé de su agarre y me di la vuelta para poder llegar hasta mi auto. Estando allí, subí los vidrios y empecé a conducir, no sin antes detenerme unos segundos a ver la imagen de Karsten.
Había cambiado, no había duda alguna, pero ese cambio no hacía más que enseñarme que había algo mal en él; no era por sus brazos tatuados, ni por su semblante serio, sino por todo ese aura que gritaba peligro, su mirada inescrutable y poderosa, y sin duda alguna el simple hecho de que intentarán atentar contra su vida me demostraba que algo mal pasaba con él, y yo lo tendría que averiguar.
Al abandonar el campus, me dirigí hasta la academia, en donde me dirigí hasta la parte administrativa, en donde tuve que esperar mi turno para pasar y conocer a la persona encargada de la academia.
Allí la elegante mujer detrás del escritorio me miró de pies a cabeza, para después brindarme una sonrisa de boca cerrada.
—Un placer señorita, Davis— Dijo, señalando la silla frente a su escritorio.
Bien, ya había dado una buena impresión, y así decían que la imagen no importaba.
Me indicó como se llevaba todo en la academia, me entregó un horario y leyó frente a mí todos mis logros, no solo en el mundo de la danza, sino también mis trabajos y estudios en general. Le había gustado mucho mi perfil, por lo que usó esa típica amabilidad formal que usaban los instructores cuando no se estaba en ensayos.
Aún me faltaban los ensayos de introducción con las otras bailarinas, pero esos solo empezarían hasta el día siguiente, lo cual me dejaba con el resto del día libre de obligaciones inmediatas.
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Entre Rosas Y Balas.
Teen FictionDesde el punto de vista de Carolein, las rosas significaban varias cosas en concreto, incluso, si le preguntaban, era capaz de enumerar cada uno de los puntos. Primero: Amor. Segundo: Pasión. Tercero: Sangre. Cuarto: Guerra. Quinto: Fuerza. Porque e...