Capítulo 13.

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13.

Se sentía bien, como nunca antes había llegado a sentir algo.

Podía ser que estuviésemos haciendo algo malo, pero era tan malo que nos hacía sentir un éxtasis inexplicable.

Sus manos recorrían todo mi cuerpo debajo del suyo y no podía evitar suspirar y jadear al sentirlo cada vez más apretado en mi interior. Sus labios me besaban y adoraban los pechos para después volver a mis labios, dándome los mejores besos que alguna vez había llegado a recibir.

— ¿Él te toca como yo lo hago, Davis? — Preguntó junto a mi oído.

—No — Le confesé, para después soltar un fuerte jadeo junto a su nombre.

— ¿No te hace lo que te gusta? — Movió sus caderas de una manera que me hizo sentirlo mejor y no pude evitar llevar las manos a su espalda baja y enterrar mis uñas ahí.

—No — Me sinceré, sabiendo que estaba a punto de perder el control y correrme por él.

Sus besos y caricias se tornaron más intensas, logrando que me moviera sobre las sábanas, percibiendo todo mi cuerpo agotarse y calentarse a niveles estratosféricos, anunciando así que pronto me correría.

— ¡Axel! — Gemí con fuerza, empezando a sentir el delicioso orgasmo que arrasaba todo mi cuerpo. Pero entonces, una indeseada voz se escuchó a lo lejos.

—No me digas que estás soñando que te están follando como a un conejo — Al oírlo, abrí mis ojos de inmediato y me senté a una velocidad que logró marearme —. Y soñabas que el que te hacía todo eso era tu Adonis demoniaco — Se sentó en la cama y se cruzó de brazos, negando con su cabeza.

Asqueroso Maxon, había dañado mi orgasmo en sueños.

—Parece como si te hubiesen cogido duro — Siguió diciendo, mientras yo me levantaba de la cama e iba al baño.

—Soñé que me estaban dando el revolcón de mi vida — Me quedé quieta a mitad del cuarto y respiré con fuerza.

Me giré para verme en el cuarto y así comprobar que Maxon tenía toda la razón; estaba acalorada, con las mejillas rojas, la boca seca por estar gimiendo y el cabello alborotado.

—Hay alguien afuera buscándote — Se acomodó en la cama y abrazó una de mis almohadas contra su rostro.

—Yo tenía esa almohada entre las piernas, me la estaba restregando — Le dije, haciendo así que la soltara de inmediato y se pasara las manos por la cara.

—Ahora se me van a pegar tus alborotadas hormonas de veinteañera — A toda velocidad se levantó y corrió a echarse agua en el cara.

Sin importarme mi aspecto, salí de la habitación y fui hasta la sala, encontrándome así con el rey de mis tormentos en ese momento.

¿Por qué tenía que ser tan inoportuno?

—Mi agente Davis — se levantó del sofá y fue hasta donde yo me encontraba. Me dejó un beso en la mejilla que por poco y me hace dar un salto al sentir como sus labios se arrastraron por ella antes y después de dar el beso —. Espero no estar importunándola.

Me estaba dando el mejor orgasmo de mi vida en sueños, ¿Con qué cara podía mirarlo sin pensar en las expresiones que imaginé que hacía mientras me follaba? O como me miraba y se mordía los labios mientras embestía contra mí y llevaba su boca a partes sensibles de mi cuerpo.

—No, está bien — me apresuré a decir, tratando de ignorar todos esos pensamientos que mi mente maquinaba —. ¿Necesitas algo? Es bastante temprano.

Entre Rosas Y Balas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora