23.
Axel Morgenstern.
—Recuerda no ser malo, llegar puntual, no ser empalagoso y...
—No ser demasiado imbécil, lo sé lo has repetido unas veinte veces— corté de tajo lo que Angelous decía mientras terminaba de organizar mi traje.
—Si no te quisiera te habría lanzado una flecha directo a la frente— subió el nudo de la corbata hasta mi cuello con fuerza, haciendo que me incomodara a la hora de respirar.
—Qué lástima— bajé del círculo en el que la abuela solía subir a sus modelos y miré la imagen en el espejo.
Perfecto.
—Precioso traje, combina con tus ojos; nuestros ojos— la abuela se acercó y puso sus manos sobre mis hombros, aprobando la vestimenta de esa noche.
—Siempre dices eso cuando uso algo que tu diseñas— compré que las mancuernas estuviesen bien y pasé las manos por el saco de color azul.
—Por supuesto, si eres uno de mis mejores modelos— se tornó un poco más seria y me tendió una de sus navajas favoritas—. Puedes matar al que quieras, pero primero pregunta sobre si puede llegar a funcionar para algo. Presta atención a cualquier cosa que digan y piensa en una estrategia cuando estés ahí.
—El de los planes magistrales es Conrad.
—Tú también eres muy inteligente.
—Pero no hermoso como yo— Elián hizo su desagradable acto de presencia, caminando por la sala que la abuela solía usar para su trabajo.
— ¿Sigues siendo la reencarnación de narciso? — La abuela me tomó del brazo e hizo que caminara junto a ella hacia la salida del taller de costura y diseño.
—Por supuesto; cada día me convenzo más de que soy la única persona digna de mí, y que nadie vale mi tiempo tanto como para renunciar a las horas que uso para verme al espejo— posó frente a uno de los espejos, apartando al maniquí que antes había estado ahí.
—Eres tu propio novio— ironizó Angelous, cruzándose de brazos bajo el marco se la puerta.
—Obviamente, soy como el martillo de Thor; ninguno es digno de mi— arregló su camisa y se giró sonriente—. A cenar familia, mi piel necesita nutrientes para seguir brillando más que el sol— se dio la vuelta y salió antes que nosotros.
—He ahí a la diva Morgenstern en acción— Angelous se fue tras él y luego la seguimos la abuela y yo.
A pesar de que la mansión era mayestática, siempre sentí que era algo pequeña para todos nosotros.
Para la abuela y sus regaños
Para el abuelo y sus insultos.
Para papá y sus hermanos, siendo los más tranquilos.
Para Andreus, sus inventos, libros y momentos en los que nos hacía dudar de su estado mental.
Samir y las veces que casi nos intoxicó cuando estaba aprendiendo a cocinar.
Elián colocando espejos por toda la casa para verse al pasar y rompiendo cualquier cosa que emitiese mucho brillo, porque era inapropiado que algo brillara más que su espíritu, alma y presencia.
Alexander y sus libros de ciencia ficción más las plantas que llevaba para sembrar en el jardín.
Angelous pasando más tiempo ahí que en su propia casa, lo cual nos sometía a tener que oír gritar a sus modelos junto a las de la señora Apolitea.
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Entre Rosas Y Balas.
Teen FictionDesde el punto de vista de Carolein, las rosas significaban varias cosas en concreto, incluso, si le preguntaban, era capaz de enumerar cada uno de los puntos. Primero: Amor. Segundo: Pasión. Tercero: Sangre. Cuarto: Guerra. Quinto: Fuerza. Porque e...