Capítulo 53.

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53.

Axel Morgenstern

Mi universo entero.

Le había dicho a Davis que era mi universo entero, y ella solo me sonrió en respuesta.

¿Qué paso seguía?

Ah sí, el recoger mi dignidad e irme con ella a donde pudiese recuperarme y pasar el tiempo necesario antes de tener que darle la cara al mundo otra vez.

Renovado y sin tenerle vergüenza a nada.

Terminando mí monologo mental, me eché agua en la cara y la sequé con la toalla que reposaba en el lavamanos. Salí del baño y lo primero con lo que me encontré en la cama fue con esa morena y alargada figura que descansaba plácidamente entre las sabanas.

Tan preciosa y tan mala.

Podía jurar que su inteligencia, carácter y audacia eran directamente proporcionales al impacto que ella causaba a simple vista, podía jurar que había muchas mujeres con sus mismas características en el mundo, pero nadie con la proyección de Carolein Davis.

Apartando la mirada de la cama, caminé hasta el otro lado de la habitación, justo donde reposaba mi teléfono. Atendí a la llamada que estaba repicando y me llevé el aparato al oído.

—Hola, mi querido primo, no el favorito, pero sí querido. Sé que estas en otro continente, pero necesito contarte que he adquirido una planta, es decir; un ser vivo depende de mí.

— ¿Qué compraste, Olimpea?

—Un cactus— respondió con esa obvia simpleza y seriedad tan común en ella.

— ¿Y tus animales? ¿Acaso ellos no dependen de ti?

—Sí, pero fallé como su madre, así que por un tiempo la abuela será su madre.

— ¿Qué pasó? — Arrastré una silla y me senté en la misma para poder hablar con ella más cómodamente.

—Murió otro hámster porque Lily se soltó, y casi mata al Márquez. Angelous salió de aquí maldiciendo mi nombre y el día en el que nací.

—Por supuesto que lo hizo, casi matan a su hijo por tu culpa.

—Lily es inofensiva.

— ¿Y cómo murió el hámster?

—Le dio un infarto cuando la vio muy cerca.

—Claro, él no podía morir de una forma más normal— ironicé, fijando la vista otra vez en Carolein, quien ya se estaba empezando a mover.

— ¿Podrías no burlarte de las muertes de mis hámster?

— ¿Para qué me las cuentas?

—Porque aquí todos están en lo suyo, y no se me antoja estar con los desocupados, es decir...

—Elian, Samir, tu hermano, Arkanis, Atalaya y Alexander.

—Exactamente, esos. Maxon ha venido hace poco, se sentía solito y abandonado por Carolein. Renegó acerca de todos, sobre todo de Otto, Hoffman y Armin, y un poco de Maximiliam, porque supuestamente él es incapaz de rellenar el vacío que deja su hija en la casa. Pero llamamos a Tania y se le pasó— narró con neutralidad.

— ¿Por qué prefieres socializar conmigo y no con los denominados "desocupados"?

—Porque ellos no tienen ni la mitad de buen humor que tú.

—Puedo sentir como haces gestos y malas caras aun estando al otro lado del teléfono, Olimpea— me levanté y caminé hasta la cama, acostándome justo al lado de ella.

Entre Rosas Y Balas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora