Capítulo 31.

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31.

Holaaaa.

1. La canción me recuerda un poco a mi princesa víbora Olimpea. (Wattpad no me deja colocar la canción, era Castle de Halsey)

2. Lamento que muchos hayan visto que el capítulo había sido subido, pero fue un accidente mío.

3. Este capítulo empieza justo en donde lo había dejado la última narración de Carolein.

...

Ya había pasado mucho tiempo con Olimpea, pero no habría creído si me dijeran que la princesa Morgenstern era la combinación de todos sus primos, abuela y hermano, solo que una forma tan caótica y hermosa que podía ser difícil de entender, a tal punto de que estaba segura de que todas sus malas relaciones con las personas de su escuela derivaban en lo rara que podía ser.

Olimpea Morgenstern no se definía en una sola palabra, era la ejemplificación de un ser multidimensional, y no tuve dudas de eso cuando en mi casa entró una pitón de casi nueve metros.

— ¡La casa se está transformando en Juman ji! — Gritó Maxon subiéndose al sofá blanco.

—Tranquilo, no hará nada si no sale de su terrario— trató de calmarlo, acarició la bola en la que mantenía a un hámster y siguió a la habitación que sería destinada para ella y Alice, la niña que Apolitea había acogido y Olimpea ya se había tomado la molestia de explicarme su procedencia, lo que me hizo sentir irremediablemente impotente, pero me contuve al tenerla de frente, observándola como alguien normal y no con lastima, era lo menos que merecía.

— ¿Por qué debo dormir con Maxon? — preguntó Armin, observando como adentraban todas las cosas de las niñas.

—Porque Maxon hizo tratados a nuestras espaldas y somos tan buenas personas que le brindamos una casa a Olimpea— le expliqué con las manos unidas al frente.

— ¿Y me condenas a oírte roncar? — Dejó la boca abierta incrédulo, con las manos tendidas a sus costados, enfatizando en su desgarbada imagen.

—Me van a pagar, la niña tiene más casas y propiedades de las que nosotros podremos aspirar en nuestras vidas, pero prefiere convivir con estos simples mortales y Carolein— lentamente se fue bajando del sofá, sin apartar la mirada de Armin—, además de que nos van a pagar.

—A mí no me han pagado nada... — antes de que concluyera, Olimpea ya había aparecido a su lado, tomándolo de la mano y depositando varios billetes verdes sobre ella.

—Aquí está tu comisión, si necesitas algo más habla con Maxon, él fue quien acordó mi hospedaje en una casa que ni siquiera es suya— con su particular seriedad que no llegaba a hacerla ver de tal forma, sino curiosa y como esos personajes de televisión que no tenían la más mínima intención de causar gracia o alguna emoción, pero terminaban haciéndolo.

— ¡Yo pago la luz! — exclamó, haciendo valer su derecho sobre la casa.

— ¿Ya la pagaste? — incliné un poco la cabeza en su dirección, sin alcanzar a mirarlo.

—No— lo observé por el rabillo del ojo y noté como se había desinflado, bajando la cabeza para mirar al suelo.

—Vamos a que coloquen su ropa— las animé, yendo hasta la habitación de Armin. Era la más vacía, así que eso la volvía la más fácil para que ellas se instalaran.

— ¿Alguna vez has tenido una mascota, Carolein? — Comenzó a preguntarme Olimpea, abriendo la maleta con logos de Louis Vuitton.

—No, nunca tuve el tiempo que necesitaba el tener una mascota, así que preferí no tener una— me adentré más en la habitación que ya tenía las sábanas y almohadas cambiadas, viendo a la pitón moverse en esa vitrina con plantas y cosas que necesitaba—, pero creí que tú amabas los animales, no entiendo entonces porqué la tienes en cautiverio— analicé sus colores y delimité las particularidades de su piel.

Entre Rosas Y Balas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora