Capítulo 1.

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1.

Posiblemente fuese cruel la forma en la que me refería a mí en ciertos aspectos, como lo era por ejemplo mi concepción, ya que, sin duda alguna, había sido un error.

Mi nacimiento había sido un error; cuando no se quiere algo, pero eso se tiene, es un error. Pero, a pesar de todo eso, de los errores se aprende, en este caso, yo fui un error del que mi mamá aprendió algo que nunca antes había conocido sinceramente; el amor.

Jule Davis y Ken Smith habían sido la pareja perfecta durante todo el tiempo en el que estuvieron juntos, solo que hubo un pequeño detalle que los separó, bueno, un muy gran detalle, y es que a veces las cosas fallan, justo como las pastillas que usaba mi madre habían fallado; dando así, que a los diecisiete años mi madre hubiese quedado embarazada.

Gracias a eso, mi madre también aprendió algo, y es que, las decisiones que tomaba una persona solo debían afectarla a ella, por lo que, en el momento en que decidió tenerme, y mi padre dijo que a esa edad no estaba listo para ser padre, lo respetó por completo, solo para no mencionar directamente que lo mandó al carajo.

Ella había tenido en sus manos la opción de tenerme o no tenerme, y ella había elegido, ya que, era la única que debía elegir según su razonamiento lógico en ese momento de su vida. Por eso mismo, no iba a arrastrar a alguien gracias a sus decisiones, y menos si se encontraba con una inmadurez mental superior a la de ella.

Ella decidió, ella se hizo responsable.

Él fue sincero y dijo que no estaba listo, y ella se fue para Europa.

Sus decisiones, sus consecuencias, o nuevas oportunidades, la vida podía llegar a ser demasiado ilógica en muchos casos, y sobre todo a esa edad.

Cuando estaba pequeña había llegado a indignarme con él; me sentía rechazada y como si nunca me hubiesen querido, cuando justamente nadie me había querido desde un inicio, pero cuando crecí, cambié por completo mi punto de vista. Reconocí que no podía obligar a nadie a querer a un bebé, el cual en muchas ocasiones no era más que una carga, aunque a mi parecer, era una bebe realmente encantadora.

Él no estaba listo, justo como mi madre pudo no estarlo. Él no quería complicar su vida con un bebé, mamá tampoco lo quiso. Él dijo lo que pensaba, y mamá tomó su propia decisión, porque al ser la principal afectada, la decisión era de ella, todo recaía bajo sus hombros, por eso nunca bajó la cara y aceptó todo lo que el mundo le pusiese frente a ella.

Ella decidió tenerme.

Decidió ser madre aun cuando ni siquiera había terminado la escuela.

Decidió hacerse cargo de un bebé que solo contaría con ella.

Decidió madurar a temprana edad y tomar sus propias decisiones sin inmiscuir a alguien más en ellas.

Ella siempre sería mi gran modelo a seguir.

Tal vez la forma de referirme a la situación de mi padre también podría parecer frívola y sin sentimientos, pero yo no funcionaba dejándome dominar por mis emociones, yo debía ser analítica y objetiva, el subjetivismo solo me llevaría a caminos de estupidez y errores, y yo no debía seguir esos caminos.

Otra gran cantidad de personas podía llegar a criticarme por no estar enojada con mi padre, cuando él solo era un niño al que le gustaba jugar fútbol y salir con su novia, a él lo entendía, lo que no era capaz de entender, era aquellos hombres que estaban en todo el proceso del embarazo, se oponían a cualquier idea de interrupción, que llegaban a conocer al bebé, para después solo abandonar, ellos sin duda alguna, eran los verdaderos cobardes que solo sabían huir de sus responsabilidades, ya que, ellos mismos habían contribuido a la ilusión de un buen futuro y una idónea crianza paterna para ese niño o niña.

Entre Rosas Y Balas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora