48.
Axel Morgenstern.
Horas antes.
Fastidio.
Palabras que describía lo que sentía al oír gente hablar mientras trataba de mantener conmigo los pocos minutos restantes de sueño, porque era la clase de persona que una vez se despertaba, se le había difícil volver caer rendido.
Pero como si el mundo quisiese ponerlo todo en mi contra, había decidido dormir con alguien que se despertaba antes de que saliera el sol a ser eficiente y no estaba mareada por los síntomas de los somníferos que ingeniería para poder conciliar el mismo.
Escuchando el ruido de la ducha, me removí rogando porque nadie empezase a hablar, pero Davis estaba empeñada en hacerse sentir y que todos supiésemos que ya estaba despierta y lista para comenzar un nuevo día.
Eso sí que era fuerza de voluntad.
En medio de mi ensueño, me moví, pero las suaves manos de Carolein me acomodaron mejor. Me fundí más en las almohadas, pero hubo un punto en que me sentí incómodo por tener los ojos cerrados. Los apreté con fuerza y así los fui abriendo para acomodarme a la luz.
Con la vista nublada y un panorama que cualquiera envidiaría, esbocé y me restregué los ojos, aun sintiendo el izquierdo hinchado y sin poder ver con claridad.
—Buenos días— dijo, prestando atención a su imagen en el espejo.
Por uno segundos me permití beber de ese hermoso cuerpo, de su cabello peinado y su rostro tan perfecto. Había sido todo un orgullo para mí tenerla a ella tres días enteros para mí, sabiendo que fácilmente hubiese podido haberme dicho que tenía demasiadas cosas por hacer y no podía, pero había elegido hacer un espacio en su agenda, y eso ya era demasiado sabiendo como era su vida.
—Fastidiosa— gruñí, moviendo las sabanas para volver a taparme.
—Grosero— rebatió, al momento en que yo empezaba a abrazar la almohada para después taparme por completo.
Era tan relajante hundir la nariz en la tela y sentir su aroma, el de su cabello y esas lociones que usaba para la piel. Me dejaba mareado y perdido en esa deliciosa combinación de aromas.
Davis tenía una composición de aromas impregnados en su piel, ropa y todo lo que fuese suyo, que me hacía delirar y pensar en mil palabras rimbombantes que pudiesen describir lo que experimentaba al tener la nariz pegada a lo que concentraba esos olores.
Me hubiese encontrado quedarme en esa paz y tranquilidad que me transmitía un ambiente tan limpio como el que era ese, pero la voz de Maxon se oyó declarándonos amor a ambos, antes de empezar a recriminar a Davis.
Sabiendo que no podría volver a conciliar el sueño a menos de que me diese una buena ducha para sentirme fresquito, salí de la cama estrilando por la algarabía que había en esa casa desde temprano.
Busqué mi toalla en la maleta que estaba en el closet junto a mi cepillo de dientes. Fui al baño y coloqué el agua fría, provocando que mi cuerpo vibrase ante el impacto de las gotas de agua contra mi piel que había estado bastante calientita bajo las sábanas de Davis.
Revisé todos los productos que tenía ahí y los leí, buscando algo interesante para usar. Primero probé el jabón líquido corporal de frutos rojos, luego el exfoliante del mismo aroma y la mantequilla con olor a maracuyá. A toquecitos me sequé el cuerpo y la cara, fui al espejo y apliqué la pasta dental en mi cepillo, sin remojarlo lo metí en mi boca y empecé a limpiarme los dientes.
Escupí para sacar la pasta de mi boca y me enjuagué después de terminar. Limpió, oliendo a frutas y con la piel suave, regresé a la habitación secándome el cabello y escuché lo que Davis tenía para decirme, antes de atacarla y pretender tumbarla sobre la cama para poder tener mi primera comida del día, pero ella parecía indispuesta gracias a todas las cosas que tenía por hacer, así que la dejé ir para que pudiese continuar con su día. De igual forma ella y el dinero de los abuelos nos mantendrían a nuestros hijos y a mí.
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Entre Rosas Y Balas.
Teen FictionDesde el punto de vista de Carolein, las rosas significaban varias cosas en concreto, incluso, si le preguntaban, era capaz de enumerar cada uno de los puntos. Primero: Amor. Segundo: Pasión. Tercero: Sangre. Cuarto: Guerra. Quinto: Fuerza. Porque e...