Capítulo 25.

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25.

Luz.

Pura luz.

Maldito ventanal de la habitación de Axel.

Al comenzar ese día, me dije que sin duda algo importante debía de pasar, porque yo no quería levantarme de la cama para ser productiva, solo quería fundirme entre las suaves almohadas y sábanas, inhalando el olor que Axel dejaba en ellas.

Bendito hombre.

Los días sin sexo habían hecho que tuviese ganas acumuladas, sobre todo después de haberlo probado. Necesitaba más de él, y lo de anoche solo había sido una probada mínima.

Me había hecho olvidar todo lo del club y lo que me generaba ese ambiente.

Prefería ignorar y olvidar lo que había visto y oído ahí, aunque gracias a eso me había planteado una idea que debía llevar a cabo lo más pronto posible.

Me di la vuelta sobre la cama y extendí mis brazos, notando la cama vacía, solo conmigo en ella.

Llevé mis manos a mi cara y froté mis ojos mientras los abría lentamente. La luz se colaba por completo ante mis ojos, iluminando la habitación hasta su rincón más alejado.

Era un día precioso para seguir durmiendo.

Me incorporé un poco en la cama y miré todo de mejor manera. Al ver la cama sin nadie más, recordé como se había sentido el ambiente después de lo ocurrido en el sillón. La situación en la bañera había sido tan íntima. Sus besos profundos, el toque de sus manos, nuestros cuerpos pegados bajo el agua.

Era tan extraño todo eso, pero me gustaba a niveles inimaginables.

Retiré las sabanas de mi cuerpo, saqué los pies de la cama y me puse en pie, sintiendo el frio del piso en las plantas de mis pies.

Solo di unos cuantos pasos hacia al frente, cuando el sonido del elevador se hizo presente en todo el apartamento. Esperé ahí parada a que se hiciera presente quien había invadido el lugar, porque estaba más que segura de que era él.

Cuando la puerta de la habitación se abrió, él alzó sus cejas, caminó hasta quedar frente a mí y dejó sobre la cama la bolsa que llevaba consigo.

—Mi agente Davis— quedó frente a mí, pasando sus manos por mi cintura.

Llevaba un traje completo en color azul marino, combinando con la corbata de franjas azules y unas más pequeñas en amarillo.

— ¿Saliste temprano? — pregunté, empezando a retroceder al tener su mirada clavada en mis ojos.

—Sí, tuve asuntos que atender— contestó, sin ser demasiado serio, tranquilo o suave.

Me estaba empezando a inquietar.

—Oh— mis rodillas chocaron con el borde de la cama y caí, al tiempo en que él se colocaba de rodillas sobre el colchón, apoyando las palmas de las manos a los lados de mi cabeza.

—Anoche no te portaste tan bien— siguió usando su mismo tono, bajando lentamente para quedar junto a mi oído—. Por eso te tengo un pequeño castigo hoy— se alejó por completo, se sentó en la cama y en un rápido movimiento me tomó, logrando así que mi tórax quedara sobre sus piernas.

Mierda.

¿Estaba sacando su lado Grey? Nunca debí dejar que Maxon me obligaría a ir a ver a esas películas; cada que el tipo hablaba o se quitaba la camisa gritaba como loco diciendo que era el hombre de su vida.

— ¿Y qué vas a hacer al respecto? — giré la cabeza para poder verlo. Tenía la mirada clavada en mi trasero, observando su mano alzar la seda del vestido, exponiéndolo por completo. Pasó la mano en una suave caricia, antes de dar la primera nalgada.

Entre Rosas Y Balas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora