22. Boda

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 Nadie había notado que ese día volvieron muy tarde en la noche.

Todos estaban interesados en sus propios asuntos como para prestarles atención más allá de la acostumbrada; y si alguien se había preguntado dónde estaban lo último que se podría cruzar por sus cabezas era que pasaron el rut del alfa juntos. De todas formas nadie podría saberlo porque no quedó ninguna marca en la nívea piel que fuera notoria para el resto, y si el fuerte olor a alfa se sentía en el cuerpo de Río cualquiera lo atribuiría al tiempo que pasaban juntos últimamente y a la posesividad del mayor que algunos pudieron notar incluso desde el primer momento en que llegó el menor junto a ellos.

A la siguiente aparición del sol en la mañana la mansión completa se levantó con el fuerte grito de la princesa Nova. Todo el personal y los hombres de la familia se dirigieron apresurados a su habitación para eliminar cualquier cosa que amenazara su vida. Al no notar nada en las cercanías, los sujetos que portaban armas las bajaron confundidos y se miraron unos a otros, observando como Lía apareció con su pijama y salió corriendo pasando por entre todos gritando "¡Me voy a casar!", mientras Liam salía por la puerta con una sonrisa que pretendía ser orgullosa, pero la vergüenza no se lo permitía.

Una palmada en el hombro junto a un amistoso apretón por parte de Río fue todo lo que se necesitó para demostrar apoyo hacia el otro con respecto a la nueva situación. Los soldados que se habían reunido de improviso soltaron vítores para festejar a su compañero mientras la muchacha se perdía a la lejanía por los pasillos despertando al resto de la mansión.

***

Con el pasar de la semana el joven omega comenzó a notar algunos comportamientos extraños en su amiga, al menos más rara de lo que ya era. Algunos comportamientos no típicos de ella, como la cantidad de comida que estaba consumiendo, o sus raras horas de sueño.

— Lía. Si continuas comiendo así no creo que el traje de novia pueda quedarte —solo estaban ellos dos ese día en el comedor. El pelirrojo se había tomado una buena taza de café dulce muy cargado y comido un poco de huevo revuelto, mientras observaba como la chica frente a él se atiborraba comiendo algo similar...con mermelada de frutilla y una salsa extraña—. Además ¿qué demonios estás comiendo? —. Su cara de asco era impresionante, de solo oler el aroma que despedía ese platillo se le revolvía el estómago, no quería ni pensar en cómo sabría.

— ¿Estás diciendo que voy a ponerme gorda igual que una pelota? —que espanto. Claramente él no había dicho la parte de la pelota—. Y estoy comiendo huevos ¿Qué no ves? Tú no me entiendes —Río quiso entrar en pánico, llamar a Leon, Liam, quien fuera. ¿Cómo diablos pasó de estar enojada a casi ponerse a llorar? La mejor solución en esos casos era salir corriendo.

— Tienes razón. Voy a ir a buscar a alguien que pueda hacerlo. No te muevas de aquí —no perdió el tiempo. No le dio ni siquiera un segundo para que ella pudiera replicar y se levantó rápidamente de la silla para ir por Liam. Si alguien tenía que lidiar con la omega era él.

Atravesó corriendo los pasillos hasta llegar al patio donde se encontraban entrenando todos los guerreros, y al identificar a su amigo se apresuró hasta llegar a él, colocó sus manos en sus hombros, y lo empujó devuelta hasta donde estaba la chica de brazos cruzados haciendo un mohín— Te la encargo, amigo —y así de simple huyó de la situación. Sin fijarse bien por estar distraído chocó con Cassandra y Louen, quienes venían desde la dirección contraria—. Lo lamento —ambos colocaron una sonrisa amable en sus rostros al reconocerlo.

— No te preocupes —Louen fue muy cordial al responder. Ahora que lo pensaba, el joven ha sido muy respetuoso con la respuesta que le había dado y no se acercaba a él para nada más que entrenar o preguntar de manera amable sobre algo relacionado con ello.

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora