Río no objetó a la frase dicha por el sujeto pese a lo mucho que quería hacerlo, en primer lugar, porque no podía entender en su totalidad las palabras que salieron de la boca contraria, y en segundo, porque tampoco fue capaz de frenar el escalofrío que recorrió su cuerpo ante lo que él creía, era una gran declaración emitida. El aliento tibio calentó su oído al rozarlo, logrando que los vellos en su nuca se erizaran produciendo un extraño sentimiento placentero que quiso enterrar de inmediato.
Se sentó con tranquilidad aguantando el dolor en su cuerpo, apoyando la cabeza contra la ventana en un gesto resignado y aún extrañado por la ridícula situación recién vivida. Pudo sentir como su acompañante tomaba lugar a su lado después de subir detrás de él, pero esa era la menor de sus preocupaciones en esos instantes, cuando su lento cerebro remecido entendió la información que llegaba a él.
En aquél reflejo un par de ojos dorados le devolvían la mirada.
Pasó su mano izquierda de una manera lenta por su rostro para asegurar que esas eran sus acciones, delineando con cuidado el contorno de sus ojos y el fino arco de su nariz. Cabello rojo dorado que brillaba como el fuego se removía un poco desafiando la gravedad a causa de los divertidos mechones cortos, y observó como todo eso resaltaba un rostro fino y delicado pero a la vez muy varonil. Podía notar que la carne y músculo que rodeaba los huesos de sus pómulos se encontraban en una proporción saludable; nada igual a como era antes, atrás habían quedado por el momento las ganas de correr lejos de ahí debido a la impresión.
Dudaba que fuera un sueño, el dolor en sus músculos era demasiado notable y duradero como para serlo.
—¿No hablas? —lo sobresaltó la profunda voz que venía del hombre, que ahora que detallaba era bastante guapo, pero él lo había abandonado en un rincón de su mente al estar tan absorto en su nueva imagen. Piel trigueña, cabello negro y rebelde, el notable ángulo de su mandíbula, unos hermosos ojos verdes, ese olor tan atrayente; todo eso le daba la bienvenida, y si ya pensaba que ese sujeto era agraciado, la vista se veía aún mejor con su ceja elevada en un gesto un poco arrogante, como el que hacía ahora.
—Puedo hablar a la perfección —Dios, ni siquiera su voz era igual, sin sonar ronca ni rasposa, era melodiosa, como si cada palabra saliera cantando o estuviese hablando con dulzura ¿Es que era una sirena acaso?
El hombre a su lado lo miró con extrañeza, no logrando entender la respuesta que le habían dado.
—Tu nombre.
—Río.
No se dijeron nada más, pero en ese breve intercambio de palabras el joven pudo identificar un par de cosas del contrario. Uno, el intento del gran macho alfa a su lado por ser grosero no había funcionado, de haberlo querido ni siquiera le hubiese dirigido la palabra, lo cual le llevaba a su segunda conclusión; ese sujeto era un hombre amable, lo que le parecía extraño teniendo en cuenta que existía la posibilidad de que fuera alguien de la mafia.
Soltó un suspiro exasperado al caer en cuenta que siempre terminaba envuelto con tipos así.
El resto del camino se mantuvieron en silencio mirando cada uno por su ventana mientras el carruaje –que extrañamente aún tenían como único transporte en ese mundo– avanzaba por las calles hasta llegar a una hermosa mansión en las afueras de la ciudad llena de vida, a la que poco le faltaba para ser nombrada castillo.
—Señor Nova, bienvenido —un sirviente se acercó y abrió la puerta mientras le ofrecía una reverencia a su señor, quien inesperadamente le dio las gracias y al bajar se quedó junto al carro elevando su mano. Río no tuvo que pensarlo mucho, el "señor Nova" estaba siendo educado con él, así que tomó su mano en silencio para bajar, observando la ridícula diferencia de altura y complexión de sus cuerpos. Era pequeño, como hace mucho tiempo que no recuerda haber sido. Leon lo miró con su gesto estoico, instándole de manera suave a seguirle el paso al igual que el séquito de sirvientes bajo su mando, atravesando juntos el amplio jardín plagado de flores y árboles que embellecían la vista hasta alcanzar las puertas dobles que daban ingreso al hogar.
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DRAGONES (Borrador)
FantasiRío trabajó durante casi toda su vida bajo las órdenes de la mafia creando así una personalidad un poco retorcida. El peor error que pudo cometer un día dejándose llevar por la avaricia fue robarle a su propio jefe, con quien saldó la deuda cuando l...