51. Eres mi destino

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Déjame en paz.

Fabián estaba gritando a su lado. Remueve su cuerpo con fuerza, tratando de espabilarlo. Algunas bombas de baja potencia revientan cerca de ellos levantando la tierra, causando que el triste pasto revolotee tratando de entrar a sus ojos. El gran felino a su lado trata de mantener a Fallon en pie, quien también se une a los gritos de su compañero, tratando desesperadamente de protegerlos a todos mientras utiliza a la naturaleza.

¡Río!

¡Déjame en paz!

— ¡Río!

El pelirrojo abrió sus ojos asustado mientras veía la imagen de sus amigos desvanecerse, tratando de calmar su respiración ubicando el lugar donde se encontraba. Hace no más de cinco segundos estaba en el bosque de Thorhas luchando por su vida a un lado de Fallon y Fabián, ahora los ojos curiosos de su familia lo miraban inquietos.

Es cierto, la guerra había terminado hace más de una semana, regresó junto a Leon y Liam ayer. Lía y Mihail les habían dado la bienvenida entre llantos y abrazos asfixiantes, comieron, relataron lo difícil que fue traer al alfa devuelta y los demás se quedaron conversando mientras él se reclinaba a dormir en el sofá.

Es cierto, se encontraba en casa, estaba en casa otra vez.

— Estoy bien —declaró para tranquilizar a todo el mundo con una pobre sonrisa que logró todo lo contrario —. Estoy bien, solo un poco cansado.

Les dijo a todos que iría a estirar sus piernas al jardín, simulando un estado de felicidad que hace tiempo no sentía.

¿Cómo era su personalidad antes de que todo ocurriera?

No podía recordarlo.

Se dirigió tranquilo a la fuente que adornaba el espacioso jardín, no estando seguro en verdad de querer estar mucho tiempo cerca de todos ellos y luego encontrarse con la sorpresa de que nada era real.

Aún se sentía todo como un sueño.

Un montículo de tierra cercano a la estructura trajo a su rostro una sonrisa, aún recordaba como Liv llegó a su vida, y ahora era una pena que ya no se encontrara en ella. Su dedo índice removió unos granos de la superficie, no sabiendo muy bien qué sentir al saber que otro amigo suyo ya no estaba a su lado.

— Creí que sería bueno traer sus cenizas —escuchó la voz de Liam detrás.

— Creo que no captaste la parte en la que necesitaba espacio —contestó molesto mientras observaba intrigado y casi incrédulo un imperceptible movimiento en la tierra, casi tan imperceptible que pensó haberlo imaginado. Tal vez su amigo necesitaba tiempo también para regresar, al igual que él.

— No seas así, Río —susurró decaído.

— Lo lamento. Eso solo...es solo que han sucedido muchas cosas y no he tenido tiempo de asimilarlas todas.

— Entiendo.

No se giró para ver a su amigo, solo escuchó sus pasos alejarse y acomodarse junto a la presencia de Leon, que lo observaba desde la entrada.

Se levantó de su asiento en la orilla de la fuente para dirigirse a las flores, rodearse en la naturaleza con la que había compartido tanto ese último año. Ahora que todo había vuelto a la normalidad se sentía un poco fuera de lugar, ¿Cómo debería mantener toda la agresividad que aún se encontraba viva en su interior a raya? No quería asustar a Lía, mucho menos a su pequeño retoño.

Ahora que lo pensaba bien, no había visto a ese pequeño desde que lo dejó junto a Lía. La curiosidad pudo más en su mente, y dirigiéndose al interior pasó por la entrada ignorando a los dos alfas que lo esperaban.

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora