Le tomó un buen par de horas volver en sí, y para cuando sus ojos de oro se abrieron al mundo solo Lía estaba a su lado sobre una silla en su habitación esperándolo.
Bien, ya ha superado la sorpresa, nada puede ser peor.
¿A quién quiere engañar? No ha superado la sorpresa para nada. Es decir, ¿casarse con un chico? Bien, no hay un problema real con eso, existen muchas parejas del mismo género en su mundo. Sí, no hay un problema real con eso, pero de ahí a decir que podría embarazarse, las cosas cambiaban mucho su perspectiva en la vida. Por Dios.
Había visto como fue el embarazo de Marie, ¿eso quería decir que él, siendo un hombre, también se pondría redondo, con antojos, un genio de los mil demonios y redondo? Sí, dijo redondo dos veces. Su mente no podía recrear la imagen.
Colocó una mano sobre su vientre plano y duro en ese momento y lo acarició por sobre la ropa con un suave toque distraído para luego apretar la tela que cubría ese lugar, diablos, cayó en la realidad de ese mundo, algún día su hijo y el de Leon estaría ahí nadando en líquido amniótico y alimentándose de sus nutrientes después de que se casaran. Un sonrojo cruzó por su rostro, porque sabía muy bien cómo ese bebé llegaría ahí, lo que tendrían que hacer para que ese bebé llegara hasta ahí. Siempre supo que no le gustaban las mujeres, en realidad, tampoco los hombres, en sus casi veinticuatro años de vida nunca le había interesado algo más que su familia y el dinero, por esa razón aceptar un matrimonio con cualquier persona por su supervivencia no le parecía algo tan importante al principio, pero tener a Leon a su lado junto a la falta de preocupaciones reales para sobrevivir el día a día le hizo ver con claridad sus preferencias ahora. El sonrojo se hizo más intenso cuando entendió sus propios pensamientos, llegando hasta la punta de sus orejas y parte de su cuello.
Lía se divertía viendo las distintas expresiones de su amigo en la cama, podía suponer que era lo que estaba pensando desde que su mano se posó en su bajo abdomen, ella también quería llevar a los hijos de su amado. Ese hombre que estaba ahí, dando vueltas por la mansión como un tonto ingenuo que solo disfrutaba de las luchas sin darse cuenta que alguien suspiraba por sus huesos, nunca le dirigió una mirada que no pasara de lo cordial, es más, fuera de eso ni siquiera le dirigía la mirada, y ya eran casi cinco años desde que llegó bajo el mando de su hermano.
Acompañó a Río al entrenamiento con el escuadrón en el horario de la tarde cuando se encontraba ya más repuesto, se ha estado aprovechando un poco de su presencia, porque ahora tenía una excusa para ir más seguido a ese lugar.
Su amigo estaba allí casi todos los días desde que se hizo con la confianza de todo el grupo, y ella a veces le hacía compañía durante un par de horas fingiendo que su ya repetida técnica de lucha la seguía impresionando, cuando la verdad era que ni siquiera entraba en su rango de visión porque sus ojos seguían casi de manera automática al hombre de sus sueños.
Aún recordaba la primera vez que lo vio. Ella tenía dieciséis, y en su curiosidad por descubrir en el último tiempo qué tanto hacía su hermano con todos los alfas que se integraban al pelotón, terminó cayendo a causa de una de las tantas cosas que los hombres tenían desparramadas por el suelo al tratar de moverse a escondidas. Qué vergüenza, si incluso había perdido un zapato y su vestido se había levantado más de lo debido. Pero ahí estaba el caballero recién contratado, que no se rio de ella sino que le tendió su mano con una sincera preocupación en su rostro.
Al principio solo estaba encantada, fue como encontrar a un príncipe azul, pero poco a poco se dio cuenta como sus ojos lo seguían sin pensar, o como cada vez que su hermano lo nombraba de improviso como participante en una de sus misiones de entrenamiento su cuerpo reaccionaba sin querer. Cuando una vez lo vio en el pueblo conversando con otra señorita supo que sus sentimientos habían cambiado a una manera en la que según ella jamás serían notados.
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DRAGONES (Borrador)
FantasyRío trabajó durante casi toda su vida bajo las órdenes de la mafia creando así una personalidad un poco retorcida. El peor error que pudo cometer un día dejándose llevar por la avaricia fue robarle a su propio jefe, con quien saldó la deuda cuando l...