17. Paz efímera

672 83 1
                                    

— Señor Logan, estoy a sus órdenes —Un beta de cabello cano y apariencia cansada cercano a los cuarenta se hizo presente frente a su jefe en la oficina del gobierno. El alfa frente a él, que gozaba del mando, lo miró como si fuera un insecto desagradable que revoloteaba cerca pero le daba asco tocarlo con sus manos para hacerlo a un lado o aplastarlo.

— Te tomaste tu tiempo para llegar aquí, French —el jefe se acomodó en su silla y tomó un espejo con marco de jade de los muchos cajones de su gran escritorio de madera negra y comenzó a mirar su reflejo. Un rostro agraciado enmarcado por largo cabello plateado y cejas delgadas le dieron la bienvenida. Sus ojos lila se giraron con hastío hacia su empleado.

— Soy Fredd, señor —el empleado rebatió, pero no le puso el empeño suficiente a la frase que con seguridad podía decir que repetía cada dos días.

— Como sea. Lleva eso a la casa Nova, como hijo del gobernante y suplente en estos momentos es mi deber elogiar aunque sea una vez a las mascotas que nos sirven —con un gesto despectivo le indicó al beta la canasta con manzanas verdes que tenía sobre un elegante mueble y lo despachó rápido. Esperaba que los receptores disfrutaran de su maravillosa y amable ofrenda, porque no eran acciones que muchos tenían el privilegio de apreciar.

Ni siquiera le habían habilitado una carroza, el pobre obrero tuvo que emprender el camino a pie y atravesar toda la ciudad hasta llegar a los límites. La odisea le tomó más de tres horas debido a la alta cantidad de población que debía esquivar en todos lados y al largo camino en las afueras que debía recorrer hasta llegar a su solitario destino.

Fue recibido por una joven doncella en traje que cumplía la función de ama de llaves en esos momentos, por lo general siempre rotaban en esa mansión. Al ser un enviado directo del gobierno se le permitió la entrada con confianza y fue guiado a la gran biblioteca donde se encontraba toda la familia, incluyendo los futuros nuevos integrantes, charlando con tranquilidad y discutiendo asuntos de entrenamiento, la distribución de los hombres para determinadas situaciones o alguna que otra interrupción a la pareja cuando se desviaban del tema. La doncella exclamó una presentación corta del sujeto que sonó muy tenue debido a la pobre acústica del amplio espacio y después de una reverencia a sus jefes se retiró en silencio.

El beta, presentado ante ellos como Fredd Thomss, explicó que el motivo de su visita se debía a la insistencia del amable hijo del gobernador en presentar sus respetos ante la familia protectora de la ciudad. Dejó ante ellos la canasta de frutas que se le había entregado, aclarando que por el momento si bien era una muestra humilde en poco tiempo sería algo mucho mejor y de acorde a lo que los grandes Nova se merecían.

Claro que todo eso había sido de dientes para afuera, él como mero trabajador del gobierno no podía tomarse esas atribuciones sin el consentimiento del propio gobernador, quien en esos momentos se encontraba enfermo, y ni hablar de contar con el apoyo de su hijo, ya había sido una gran hazaña de su parte el enviar una simple canasta de frutas. Pero como buen trabajador, su deber era mantener las apariencias formales a todo costo, aún si le desagradaba en demasía su empleo.

Luego de un par más de palabras cordiales por aquí y por allá se retiró en debido respeto y agradecimiento de los presentes. Al menos el señor Nova le habilitó un transporte. Juraba por Dios que si ese hombre llegaba algún día al poder él le sería fiel con su vida, aún si ni siquiera llegara a trabajar para él. Personas tan amables como Mihail ya casi no quedaban en el mundo.

Lía fue una de las primeras en alcanzar una brillante manzana que se veía muy apetitosa ante sus ojos. Una hermosa sonrisa satisfecha se hizo presente en su rostro por la excelente calidad y dulzura del producto al darle la primera mordida. Podía comerse toda la canasta ella sola si no fuera porque su familia también había participado de la comida.

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora