48. Monstruo

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— Otra vez.

Thalía estaba jadeando, con su cabello revuelto debido a una rápida manera de atarlo que terminó en un desastre.

La noticia que le había dado su padre un par de días atrás aún se encontraba dando vueltas por su cabeza, arruinando su ánimo por completo.

Por esa razón se encontraba nuevamente luchando con Theo. Desde que todo sucedió, su espíritu se había encendido, pidiendo por entrenamientos que los hombres en su familia no creían que podría lograr. Pero ahí estaba, siempre terminaba en el piso debido a que el alfa frente suyo no se contenía para nada, pero luego de tres años de ejercicios valían algo la pena.

— Creo que ya es suficiente, cuñada. La hora se acerca.

— Ugh.

La mujer se levantó con dificultad, sus piernas temblaban un poco debido al extenuante uso de sus habilidades físicas. Le dedicó una mirada agradecida al hermano de su esposo mientras sacudía el polvo y la suciedad de su cuerpo, para luego emprender la caminata a paso resignado.

Las sirvientas se inclinaban de manera suave mientras ella se paseaba por los pasillos soltando tierra por doquier. Muchas de las muchachas soltaron un suspiro inaudible pensando en todo lo que tendrían que limpiar una vez más.

— No le veo el sentido a celebrar un estúpido cumpleaños —refunfuñó una vez dentro de la sala tan pronto vio a su familia. Sus brazos se estiraron por inercia de inmediato hacia el retoño que la llamó tan pronto observó a su madre, regalándose mimos como si no se hubiesen visto desde hace tiempo.

— Cariño, no digas eso, el pueblo estará feliz de venir a celebrar tu nacimiento.

— No necesito que mi pueblo esté feliz por eso. Siempre nos han repudiado, pero cada vez que hay una celebración son los primeros en aparecer, como en nuestra boda. Solo vienen porque hay comida gratis y pueden beber todo lo que quieran.

Lía se paseó molesta por el salón con el pequeño Dante en brazos, bajo la mirada preocupada de su esposo. A su padre, el actual gobernador del país, se le había ocurrido la maravillosa idea de celebrar una fiesta de cumpleaños a lo grande para demostrar la unión de la familia con el pueblo. Como si el haber traído estabilidad luego de toda la corrupción de Logan no fuera suficiente compromiso.

Ella nunca pudo comprender ese ridículo amor que tenían su padre y su hermano por personas que nunca les quisieron. Siempre sufriendo por ellos, siempre luchando por ellos, incluso muriendo por ellos; pero el pueblo nunca lo había visto, solo sabían pedir y pedir, y cuando algo no les gustaba les daban la espalda de inmediato. ¿Por qué tenía que compartir con ese tipo de personas?

Golpeando sus pies en el piso con fuerza se dirigió despotricando hacia su alcoba. Dejó a su hijo sentado muy tranquilo en su cama para comenzar a sacar un montón de ropa que fuera a combinar esa noche con el vestido que planeaba llevar.

El pequeño retoño la miraba divertido. No entendía nada en verdad de lo que su madre decía sobre las personas, pero el tono de voz con el que soltaba palabras absurdas y las morisquetas en su rostro causaban que una sonrisa se esparciera por su pequeña boca y al final soltaba carcajadas que llenaban la habitación de vida y a oídos de la muchacha sonaban hermosas.

— Es cierto, cariño. Debería reírme en la cara de esos tontos. ¿Qué te parece este?

— Creo que se verá hermoso.

Lía se giró de improviso al sentir la voz de Liam proveniente desde la puerta, él la miraba enternecido con sus brazos cruzados en una postura muy informal. Sus dos grandes amores tenían un cuadro hermoso en la habitación, ¿Cómo no mirarlos de esa forma?

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora