29. Maravilloso

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Leon ordenó a todo el mundo que se mantuviera lejos de su habitación por tiempo indefinido, aún si normalmente casi nadie la frecuentaba porque siempre habían temido acercarse. Solo su familia sabía lo que ocurría puertas adentro cuando en una ida rápida al comedor les comentó un resumen de lo que posiblemente pasaría en cualquier momento.

Dentro del dormitorio las feromonas de Río comenzaban a ser asfixiantes, y por momentos el dragón llegaba a perder la consciencia hasta que se notaba sobre la cama con el omega semidesnudo haciendo de las suyas a su cuerpo; no es que se quejara, pero prefería saber de qué maneras ensuciaba a ese joven.

Sería malo para ambos si las cosas continuaban de esa forma. Es por eso que cuando al fin existió en el menor un momento de lucidez el alfa aprovechó la oportunidad para expresar una de sus inquietudes.

— Río —el joven lo miró devuelta con sus ojos vidriosos, preocupado por todo lo que le estaba ocurriendo. No podía recordar la mayoría de los momentos en los días pasados y eso lo asustaba. Leon lo abrazó percibiendo su angustia—. Escucha, Río, no tenemos mucho tiempo—. Lo miró con atención escaneando que aún siguiera atento al medio, tomando su silencio como permiso para continuar—. Estás próximo a tu primer celo. Has tenido poco tiempo para adaptarte a este cuerpo y tu nuevo género, por lo que tus hormonas son un desastre y no puedes seguirles el ritmo.

— ¿Me sucederá algo grave? —sus manos asieron con fuerza las ropas del alfa con tal magnitud que sus nudillos llegaron a quedar blancos. El joven Nova tomó con gentileza una de ellas entre sus dedos y comenzó a trazar círculos en el dorso para relajarlo.

— No. Pero lo más probable es que no estés consciente, igual o peor que en estos días —Río asintió entendiendo, pero no menos tenso—. Tienes que decírmelo, Río. ¿Quieres que pase tu celo contigo? Podemos buscar otras alternativas si así lo quieres—. El pelirrojo lo miró extraño, casi ofendido, a punto de decirle que no necesitaba preguntárselo, pero el mayor puso su pulgar en sus labios sellándolos para poder explicarse—. Jamás te tomaría sin tu permiso. Debes decirlo. ¿Quieres que pase tu celo contigo? —. El menor no tenía que ni pensarlo, era al único a quien le permitiría tocar su cuerpo de todas las maneras existentes.

— Sí. Por favor, pasa mi celo conmigo. Lo dejo todo en tus manos, Leon —el dragón plantó un beso en su frente y acarició sus brazos con sus grandes manos entregándole el confort que necesitaba. Un instante después se levantó de la cama cuidando de no hacer un movimiento que pudiera alterar al otro, no podía saber cómo reaccionaría en estos momentos pese a que se veía lúcido.

— Quédate aquí. No salgas por ningún motivo —el alfa no tenía ni que decirlo, estaba claro que en esos momentos era similar a una bomba andante, muy parecido a lo sucedido con Lía tiempo atrás, pero era una suerte que sus feromonas no le gustaran a nadie más que a ese guapo hombre que ahora dejaba su lugar frío en la cama.

Río asintió en su dirección, y sintiéndose más tranquilo por esto Leon abandonó la habitación.

Caminó apresurado por los pasillos de la mansión, no tenía tiempo para perder en esos instantes. El viento frío le caló un poco cuando abrió las puertas de entrada, e importándole poco si las bajas temperaturas enfriaban su piel salió al floreado jardín en busca de lo que requería.

Para su buena suerte la lluvia ese día no hizo acto de presencia, por lo que se dispuso de manera diligente a explorar entre todas las plantas que adornaban el lugar. En realidad recordaba muy poco las indicaciones que alguna vez había escuchado de su madre en la infancia, pero le contentaba un poco el interés que le puso al tema cuando siguiendo las escazas instrucciones que memoraba le sirvieron para dar con lo que buscaba.

El tallo espinoso de la flor roja le pinchó un dedo sacando una diminuta gota roja de sangre cuando la arrancó de la pequeña fuente, en un ineficaz intento de proteger su existencia. Pasando otro dedo por encima de su minúscula herida de una manera distraída el daño ya había desaparecido.

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora