En la expresión del alfa se podía notar el dolor que esa frase le produjo, era entendible, es decir, la persona que buscaba de manera tan ferviente le había dado la espalda, no una sino dos veces ya. ¿Qué había pasado con el tierno chico que temblaba de manera tan bonita en su presencia? ¿Cómo fue que cambió tanto? Eran algunas de las preguntas que no calzaban en su mente desde hace un tiempo.
— Ian, por favor, soy yo —el receptor de aquella frase tensó su cuerpo mientras lo veía avanzar hacia él de forma cautelosa, presintiendo cuál sería la próxima frase que escaparía de esos labios agrietados—. Soy Louen —. Pero claro que era él, solo un amante o hermano sería tan persistente al encontrar a otra persona y no procesar bien un claro rechazo. Pero de algún modo podía entenderlo, después de todo era el ex prometido de Ian, o al menos eso habían dicho las señoras chismosas aquella vez en el festival.
— No tengo idea de quién eres —sabía que no estaba siendo amable, aunque tampoco tenía la intención de serlo, no podía darle esperanzas a ese sujeto cuando ya no era la misma persona que él amaba, es más, cabía la posibilidad de que no la viera nunca más en su vida.
— No me hagas esto Ian, por favor —Río de manera natural se apegó al lado de Leon, quien observaba el intercambio de palabras en silencio y sin que nadie lo notara apretaba sus manos en puños debido a la frustración. Podría ser el hombre que lo había comprado, pero en realidad jamás pasó por su cabeza forzarlo a hacer algo que no quisiera, si él anhelaba volver con su antiguo amante no pensaba interponerse en sus deseos, aún si eso rompía su corazón—. No nos hagas esto.
— Escucha bien. Ahora soy propiedad de Leon Nova —declaró para la calma del otro—, te pido que dejes de ser tan insistente, no voy a dejar su lado, mucho menos por alguien que no reconozco.
Cada palabra dicha con seriedad fue como un puñal al corazón de Louen, que en tan solo dos minutos de charla parecía que había envejecido cinco años por la tristeza. No quería aceptarlo, desde que se enteró que el omega de quién estaba enamorado había sido subastado de manera cruel e incluso si escuchó de la boca de alguien más que su amado Ian era un esclavo, aun así no quería creerlo. Pero todo era distinto si aquello venía de la misma boca del chico. Él lo sabía, sabía también que no había forma en que le ganara al jefe Nova en esta vida. El amor que tanto había protegido con esfuerzo toda su vida se acabó en una sola noche cruel. Su corazón se partió en tantos pedazos que el dolor fue difícil de soportar y las lágrimas rodaron por sus mejillas bajo la mirada de todos, esperando en el fondo que el amor de su vida recobrara la razón y no tirara por la borda todo su tiempo juntos. Pero los ojos de aquél que tenía el cuerpo de Ian fueron incluso más fríos que el hielo, y tan profundos como el océano, ahí donde habitaban las criaturas supuestamente más crueles, dándole a entender que no daría paso atrás con sus palabras. No era nadie para él, ya no.
La noche se hizo presente mientras el ambiente sofocante no podía romperse a medida que caminaban y decidieron acampar en el lugar. Para suerte de todos, el clima aún era cálido y no se veían nubes cerca que indicaran una posible lluvia o algo por el estilo. Crearon un círculo entre todos para mantener observado cada punto ciego, asegurando de esa manera no correr ningún riesgo y se acomodaron como más podían.
Río decidió olvidar el tema incómodo dejándolo pasar de manera olímpica –y cruel a los ojos de quienes conocían a Louen– y comenzó con la verdadera cuestión que le interesaba, todo esto mientras tomaba asiento en el suelo con sus piernas en mariposa en una postura muy informal y comía las tiras de pan que metió en el bolso de su amigo antes de salir sin que este lo notara. Observando como Liam trataba de encender una pequeña fogata para alumbrar en la próxima penumbra del bosque, primero se preguntó en su mente. "¿Un dragón? ¿En serio? ¡¿Un dragón?!" Podría haber esperado cualquier cosa, un oso terrorífico gigante, un kraken, el monstruo del lago, un orco si es que se ponía a pensar de manera aún más fantasiosa, pero ¿un dragón? Oh, por dios. Acababa de luchar contra un reptil gigante alado escupe fuego, con nada más que una armadura de cuero de la era antigua y una lanza que pudo romperse en cualquier momento.
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DRAGONES (Borrador)
FantastikRío trabajó durante casi toda su vida bajo las órdenes de la mafia creando así una personalidad un poco retorcida. El peor error que pudo cometer un día dejándose llevar por la avaricia fue robarle a su propio jefe, con quien saldó la deuda cuando l...