23. No para ustedes

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— ¿Disculpa?

— Dije que no, Lía.

Ambos hermanos se encontraban en una de las tantas salas de estar. Algunas de las piezas de un juego similar al ajedrez se encontraban tiradas sobre el tablero debido al golpe que había dado la muchacha sobre la mesa al escuchar la noticia. Debido a esto, Leon se dedicó a ordenar en su lugar cada figura mientras escuchaba a su hermana prepararse para continuar la discusión.

— ¿Por qué diablos no?

— Es muy peligroso, Lía.

— Estaré con mi esposo.

— Lo cual no me da mucha seguridad.

— ¿Tienes algún problema con él?

— Es muy inexperto aún pese a que ha mejorado en su entrenamiento.

— Pues sería aún mejor si tú también lo entrenaras y no le dejaras todo el problema a Río.

— La respuesta sigue siendo no, Thalía.

Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas, pero se negó a soltar tan siquiera una frente a su inflexible hermano mayor.

Un suspiro cansado salió de sus labios cuando ella abandonó la habitación con un portazo que remeció algunas ventanas. Ella estaba tomando su seguridad muy a la ligera. Contó los segundos que le bastarían al otro mientras se ponía de pie y organizaba todo el lugar, esperando la pronta entrada de Río, a quien de seguro su hermana ya le había contado un resumen de manera rápida en la que de seguro él era el malo.

Sus ojos se giraron hacia la puerta otra vez cuando de reojo pudo observar los mechones rojos danzando con el movimiento tal como había previsto.

— Llegó gritando que eres un mal hermano —dijo el joven mientras se apoyaba contra un librero y cruzaba los brazos.

— Entenderá en un tiempo.

— Vamos, no puedes negarle algo como eso.

— ¿Por qué siempre estás de su lado?

— ¿Porque es divertido? —Leon lo miró frunciendo el entrecejo, fingiendo estar enojado con él.

— La respuesta seguirá siendo no.

— Bien. Entonces tendrás que aguantar sus berrinches por toda la casa, sobre todo ahora que tiene unos extraños cambios de humor.

Leon no había tomado esa advertencia con importancia. Fue una mala elección de su parte. Lía utilizaba las habitaciones más frecuentadas por Leon junto a Liam, lo que causaba las risas estridentes de Río y que sus cejas gruesas comenzaran a fruncirse cada vez más.

Lugar a donde quería ir para relajarse un momento le golpeaba el olor de su hermana y el otro alfa. Asqueroso. No tenía por qué imaginarse a la menor en ese tipo de situaciones, mucho menos en su sofá favorito de la oficina.

Su padre no decía nada al respecto. Por un lado entendía a su pequeña hija, pero después de lo acontecido hace un tiempo también entendía lo reacio que era Leon a cumplir su petición. Por esa razón, conversando ambos una apacible tarde, decidieron construir una pequeña casa aledaña en sus terrenos, de esa manera los jóvenes tendrían su espacio pero no estarían tan lejos por si ocurría alguna situación peligrosa.

— Tu tormento seguirá si no me dejas —Le plantó cara en la biblioteca una semana después de comenzar su berrinche.

— Por última vez, enana. No habrá luna de miel, no para ustedes.

— Eres un monstruo.

— Me lo dicen a menudo.

Río, quien venía entrando para pasar el rato, la vio salir pisando el suelo de manera atronadora. Casi pudo hacer la comparación en su mente con algunas caricaturas que veía antaño.

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora