30. Phoenix

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Unirse a Leon fue una de las mejores cosas que pudieron ocurrir en su vida –la mejor seguiría siendo su encuentro con Marie–. Era tan perfecto que todos los intentos de sus amigos por burlarse y bromear respecto a ello solo terminaban con los soldados avergonzados por las cosas que tenían que oír devuelta, muy orgullosa y explícitamente.

Cuando las marcas profundas de dientes en ambos terminaron de cicatrizar el mayor tuvo que volver al trabajo, últimamente los casos de involución y descontrol estaban aumentando no solo en Achira, muchas ciudades comenzaban a entrar en pánico.

El alfa le contaba de las reuniones que se estaban llevando a cabo casi todos los días, donde los líderes y protectores de todas las comunas necesitaban asistir para determinar las nuevas medidas a llevar para proteger a sus ciudadanos. Podía sentir en esos instantes mediante el lazo el flujo de emociones que iban desde la angustia a la furia, eran tan intensas que aún no se sentía capaz de asimilarlas.

Paseando por el jardín para distraerse un día llegó hasta la fuente para tomar asiento a sus faldas sobre el césped y trató de cerrar los ojos, alejado de todo el mundo para crear la distinción entre sus sentimientos y los de Leon.

Un casi imperceptible piar ronco y desesperado llamó su atención, costándole unos buenos instantes descubrir de dónde venía dado que los sonidos ambientales se superponían, incluso pensando por momentos que era solo producto de su imaginación.

Al otro lado de la estructura en donde se apoyaba, en un montículo de tierra oscura, se podía apreciar la pequeña cabecita de una diminuta ave casi sin plumaje y con sus ojos cerrados e inflamados, un polluelo recién nacido.

Aún hacía frío, Río nunca había sentido el invierno tan largo. Inspeccionando con rapidez los alrededores no fue capaz de dar con algún nido de donde el pájaro cayera, por lo que sin esperar más lo tomó entre sus manos quitando la tierra, apegándolo a sus ropas, y lo llevó dentro ocultándolo de la vista de todos. Nunca había hablado con nadie la posibilidad de tener una mascota en ese lugar, pero en caso de que alguien pudiera negarse solo aplicaría la misma técnica que los niños, dejar crecer al animal en secreto hasta que ya no pudieran correrlo de la casa.

Juntando un montón de mantas que proporcionaran el suficiente calor las apiñó sobre su cómoda en un intento de nido y a la vez de barrera para que nada pudiera caerse, y dejó al ave ahí.

Si se fijaba bien, el animal que trajo consigo era bastante feo, no tenía casi ninguna pluma, solo un plumón pequeño que asomaba en su cabeza de un imperceptible color naranja casi extinto. Tal vez cuando el pájaro creciera y si él le dedicaba buenos cuidados en el futuro sería muy hermoso.

Unos minutos después de sentirse instalado y cálido entre sus cobijas, el piular constante por fin comenzó a disminuir hasta dejarse de escuchar. Entonces Río aprovechó la oportunidad para salir corriendo entre los pasillos y buscarle algo de comer.

Para su buena suerte salir a escarbar la tierra para buscar insectos era innecesario, la forma un poco curva y el grosor de su pico le indicaban que era un ave carnívora, la pregunta era si sería capaz de resistir algo de carne en realidad con lo pequeña y joven que era. Esperaba que sí, pues tenía que adaptarse o morir en el intento, como cualquier ser vivo.

Se dirigió a la cocina con rapidez, rogando para sus adentros que en la nevera existiera un poco de carne molida que pudiera entregarle al polluelo. Río alabó en su mente vivir en una casa de ricachones, siempre tenían de todo para comer.

Tomando un diminuto puñado de carne envuelto dentro de un paño oscuro en la soledad del lugar, se encaminó otra vez en su recorrido a la habitación.

— ¿Qué estás haciendo? —la voz que venía desde su espalda le hizo dar un gran salto. No sabía si sentirse feliz por acostumbrarse a ese constante picor dulce en su cuello que le indicaba la presencia del otro, o reclamarle al lazo que para algunas cosas si necesitaba ser avisado de la proximidad de su alfa.

DRAGONES (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora