Parte 4

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Mis piernas comenzaron a temblar cuando el viernes por fin llegó, me golpeaba mentalmente a mi misma por ser tan débil y no haberle comentado nada a él de la gran visita al bosque de los hermanos Scott. La pregunta resonaba por mi cabeza ¿Se enojaría?, y aunque los nervios me carcomían me tranquilizaba diciéndome que todo saldría bien, que nada malo pasaría.

Suspire sintiendo el agua fría caer por mi cuerpo, enjuague mi cabello pensando en Peter, no había aparecido, hacía ya cuatro días que no lo veía, jamás había llegado a casa del último incidente que ocurrido entre nosotros, y no me importaba en lo mas mínimo, aunque sentía curiosidad en saber donde se había metido.

Trote escaleras abajo mientras me aceraba a la sala en donde se encontraba mi madre acostada en el sofá en posición fetal, sus ojos estaban cerrados pero su respiración seguía siendo agitada, su cabello reposaba despeinado y alborotado, su rostro estaba cubierto de pequeños rasguños, se notaban las grandes ojeras sin importar a la distancia que me encontrará.

Recordé cuando vivíamos en New York, todo era muy fácil allí, despertabas con una sonrisa de aquella mujer llena de vida y aunque tuviera cuatro años lo recordaba perfectamente, aquella castaña mujer siempre estaba con una amplia sonrisa, todas las mañanas sentías el olor a las tostadas recién horneadas acompañadas del jugo de naranja, esa en verdad era mi madre no la mujer que se había convertido.

Recordé a Peter, flashes pasaban por mi cabeza cuando me leía un cuento antes de que mis ojos se cerraran en las noches, cuando me ayudaba a colorear aquellos libros con crayones, aquellos abrazos y cariño verdadero.

Todo era perfecto en New York, la granja me había arrebatado cada uno de esos momentos.

Caminé por las afueras de la casa pensando en las posibilidades de entrar al bosque pero mis pies no dijeron lo mismo cuando sin darme cuenta caminaba hacia los maizales. Me adentré a estos abriendo espacio por los pastizales altos, aspire el aroma tan natural y me tranquilice, no pensaba, solo me adentraba más hacía el centro, el sol estaba en su punto más alto y quemaba aunque no le di importancia.

Volví a cerrar mis ojos, y al volver a aspirar mi piel se erizo sintiendo una extraña sensación detrás de mi, abrí mis parpados espantada y giré mi cuerpo rápidamente pero nada se encontraba aunque el sonido de pisadas se escuchaba a mi alrededor.

—¿Hola?—susurre pero nadie respondió, observé como los pastizales seguían moviéndose y tragué en seco cuando comencé a caminar a esa dirección.

Me agaché y abrí los pastizales gritando cuando visualicé a una rata, del susto caí hacia atrás, mi mano derecha toco algo y levanté aquel objeto dorado.

Me pare nuevamente, aspirando, tratando de regular mi respiración.

Era un collar de oro, me sorprendió el gran dije ovalado. Dude en abrirlo pero igual lo hice y visualicé las dos fotos.

En una de ellas había un niño, se veía serio y su ceño estaba exageradamente fruncido, no sentí ni una pizca de terror, sino de lástima. 

El niño sentía miedo.

En la imagen restante se encontraban dos adultos, tuve que visualizar bien ya que la fotografía estaba arruinada y mojada, pero aquellas personas tenían a un bebé en sus manos, que no dudaba que fuera el niño, se veían todos serios, ni una pizca de emoción.

Sin pensarlo guardé aquel collar en mi bolsillo trasero.

Corrí hacía mi casa y al llegar subí con rapidez las escaleras hasta llegar a mi habitación, me acerqué a la ventana para tener mejor accesibilidad a la luz, daba específicamente al bosque.

Saqué el collar de mi bolsillo volviendo a abrir el dije y observarlo con claridad, jamás había visto a aquellas personas en el pueblo, jamás había visto al niño jugar con los demás en las canchas de fútbol. Fruncí el ceño en ver la cicatriz cerca de su ojo, por alguna razón me recordaba a algo y por otra justamente en ese momento miré hacía el centro del bosque, achine mis ojos mientras observaba que las ramas se movían, todo estaba en silencio, mi pulso comenzó a acelerarse y entonces lo supe, él me estaba observando.

Y nada bueno se cruzó por mi cabeza en aquellos momentos.

—¡Hola!—gritó alguien a mis espaldas haciendo que saltará en mi lugar.

Girando mi cuerpo visualicé a los hermanos Scott en mi habitación riendo a carcajadas, toqué mi pecho sintiendo como mi corazón de a poco se calmaba.

—Hola bebé — clamo Brad arrodillándose ante mí y besando lentamente mis labios, me separé del castaño sintiendo aquella mirada penetrante en nosotros, me acerque nuevamente a la ventana y corrí las cortinas. 

Observe el collar aún en mi mano y lo guarde de inmediato en mi bolsillo.

—¿C-como están?—balbucee nerviosa.

—¡Genial! ¡Vamos a ir al bosque! ¡Viernes 13! ¡Buuuuh!— bramo Alice mientras Brad sonreía.

Hice una mueca y suspire agotada.

—Lo que Ali quiere decir es que estamos bien y felices de verte, amor—Brad sonrió pero no logro calmarme.

—¿Tienes comida?—preguntó la chica frunciendo el ceño.

Me encogí de hombros y está salió corriendo de mi habitación.

Una vez que no tuvimos rastros de Alice, me acerque a Brad y sin pensarlo extendí mis brazos y me junté a su cuerpo, apretándolo, tenía miedo, el correspondió el abrazo y besó mi cabeza, lo quería mucho pero no, ni el podía calmarme en un momento así, visualicé el reloj de mi cuarto, marcaban las siete y me preguntaba como había transcurrido tan rápido el tiempo.

—¿No sería más divertido quedarnos aquí en mi habitación?— pregunté en un susurró sin separarme en lo más mínimo.

La oscuridad ya se apreciaba en el lugar, logrando confundirme, por lo general en los veranos la luz del sol reposaba más tiempo en el cielo, pero este verano era la expresión y asustaba.

—¿Tienes miedo, Lara?—preguntó en un tono burlón. No me separé, no hasta que escuché el gran estruendo en la ventana, haciendo que soltara exageradamente el cuerpo del castaño. Los dos nos observamos—. ¿Qué fue eso?—cuestiono acercándose.

—Si tú supieras...—susurre pero Brad no escuchó, se acercó a la ventana, y corrió las cortinas.

Me coloqué atrás de el visualizando los árboles, allí en lo profundo de los espesos robles y sables visualicé una sombra saludando con burla y una gota de sudor frío cayó por mi sien aunque me mantuve fuerte. 

—Habrá sido un ave, mejor bajamos a ver que hace Alice— exclamó Brad mientras caminaba hacía la puerta, pero mi mirada no podría apartarse de la ventana mientras aquel cuerpo desaparecía hacía el centro del bosque.

—¿Que miras?—preguntó mi novio del marco de la puerta y me giré hacía el rápidamente.

—N-nada, no es...nada— tartamudee y él se acercó intentando besar mis labios pero corrí mi rostro haciendo que sus labios cayeran en mi mejilla derecha.

—Tranquila bebé, todo estará bien, yo te cuidaré.

'No puede cuidarte de la única persona que te protege'

Temblé cuando escuche esa voz en mi cabeza.










Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora