Parte 8

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Aquella risa volvió a oírse desde debajo de la cama. Solté un sollozo ahogado mientras mi cuerpo comenzó a temblar.

—Dulces sueños, Lara— sentí la voz de la niña en mis oídos—. Si es que puedes tenerlos.

Apreté mis ojos. Entré la confusión, el miedo y las ganas de desaparecer caí en un profundo sueño.

Cuando sentí que estaba protegida fallé. Porqué ni en los sueños podría estar en paz.

El paisaje se encontraba totalmente despejado, el sol estaba en el centro del cielo, era un día totalmente caluroso.

Visualice las casas, aquellos hogares que no había visto hacía más de 12 años, me encontraba en New York. Sonreí viendo como los niños corrían por las calles, los adolescentes sonreían y a lo lejos visualicé a una pareja venir con dos niñas de la mano logrando que ellas pudieran balancearse.

Me centre en las niñas por un momento, en sus gestos y sus grandes sonrisas, eran casi idénticas y un escalofrío logro que mi piel se erizara.

Ambas se parecían tanto a la niña del bosque, su tez blanca, su cabello oscuro, una de ellas tendría que ser. Y me estremecí al caer en la cuenta de que una de ellas era yo.

Pero, ¿quien era la otra niña?

En ese preciso momento que mis ojos captaron su atención todo el paisaje se convirtió en una temperatura bajo cero, la luz había sido remplazada por la oscuridad como si fuera la madrugada.

Todo se desvanecía, y mis padres también lo hicieron junto a una de las niñas, dejando a la restante sola en el medio de la carretera, me encontraba a unos diez metros apartada de ella, todo estaba oscuro, las luces de la calle se habían apagado.

La mire, estaba asustada, su rostro se comenzó a llenarse de lágrimas, un grito desgarrador salió de su garganta pidiendo ayuda, gritando que la salvaran, rogando con que alguien se acercara y la abrazara.

Fue ahí que lo vi, una figura negra acercándose a la pequeña a sus espaldas, grité mientras corría a aquel lugar pero ya era demasiado tarde, él ya había tomado a la pequeña escondiéndola en sus brazos mientras ella apoyaba su cabeza en su pecho.

¡Aléjate de ella!grité jalándolo, golpeándolo pero fue inútil, él no se inmutó de mi agarre pero soltó a la niña—. Todo estará bien, Lara— dije, ella se encontraba dándome la espalda.

Giré su cuerpo lentamente, su cabello recogido en un hermoso rodete había cambiado por uno  enmarañado, cayendo por su rostro, sus ojos habían perdido ese brillo especial, su piel estaba pálida y su tacto frió mientras que el hermoso vestido rosa que llevaba había sido remplazado por uno blanco completamente sucio mientras sus pies estaban descalzos.

Hola amiga—dijo sonriéndome mientras intentaba alejarme con ambos ojos abiertos—. No corras, Lara. Jamás podrás escapar de la realidad...—exclamó mientras sus pies caminaban había mi, intenté correr pero aquella figura tomó mi cuerpo.

—Jamás...—susurró en mi oído y supe que era él.

¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME!

—¡SUÉLTAME!—grité sentándome en la camilla.

Visualicé el entorno, todo estaba en silencio, la luz entraba por el gran ventanal mientras podía oír el sonido de las aves fuera. Estaba en aquella habitación una vez mas. Lágrimas escaparon por mis ojos mientras me aferraba a mis piernas con miedo, terror por todo lo que había ocurrido y lo que aún quedaba.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora