Parte 9

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Cuando por fin había llegado a mi casa, resople tomando mi cabeza con ambas manos, había corrido unos nueve kilómetros, estaba agotada pero la idea de dormir no me generaba tranquilidad, nada me generaba tranquilidad, no si esa voz seguía en mi cabeza.

'Justo detrás de ti'

Una gota de sudor recorrió la sien de mi rostro, mientras un sollozo se escapaba de mis labios, giré lentamente mi cuerpo y allí recostada en el sillón se encontraba mi madre.

'Cuídala mientras puedas'

Corrí hacía la mujer, agachándome a su altura y acaricie su castaño y largo cabello.

—¡Aléjate de mi! ¡déjanos en paz!—grité desesperada causando que la mujer abriera sus ojos bruscamente mientras se alejaba de mi—. ¡Tu no te alejes!—ordene pero ella ya estaba sollozando tapándose los oídos.

Bufé exaltada retrocediendo, sosteniendo mi cabeza. Choqué con la pared contraria y fui descendiendo hasta que mi cuerpo toco el suelo.

Solloce tapando mis oídos cuando los ruidos se hicieron mas pronunciados. Grité en lo alto y cuando mi gritó disminuyó, sonreí sintiendo un alivio cuando todo quedo en silencio, pero al instante fue remplazado cuando abrí mis párpados.

En la pared vecina junto a mi madre se encontraba la niña, acariciando el cabello de la mujer que me dio la vida. Mi madre levantó la mirada y quedó observando a la niña, mi piel se erizó a continuación cuando ambas se miraron la una a la otra y rieron, juntas.

Me encogí, intentando desaparecer, pero fue allí cuando la pared que estaba a mis espaldas desapareció, percatándome que ahora estaba respaldada sobre un cuerpo. Solloce negando a mirar hacia atrás.

Mi temor aumentó cuando sentí una húmeda respiración en mi oído, quería correr lejos, lejos de todo lo que me rodeaba.

—Ya es demasiado tarde para eso...—musito en mi oído.

Retrocedí gateando pero sujetó mi tobillo, grité en lo alto pataleando, tratando de que su agarré se suavizara. Fue difícil pero no imposible, en un brusco movimiento por fin pude liberarme.

Me puse de pie e ignorando las risas de mi madre y la niña.

Corrí escaleras arriba, pero todo comenzó a verse nublado y los gritos en mi mente nuevamente se hicieron presente. Aunque no me detuve, seguí corriendo por el pasillo, tragué en seco viendo como las paredes se reducían, se oprimían dándome la sensación de que el oxígeno y el espacio se acababa. 

Cuando por fin estaba a punto de llegar a mi habitación, saque rápidamente una horquilla de mi cabello y con manos temblorosas abrí la puerta de la recamara, me coloqué dentro de ella y la cerré haciendo que los sonidos se perdieran con el gran estruendo.

Todo se volvió silencioso, los gritos de mi mente desaparecieron, los ruidos, las risas. Todo.

Descendí por la puerta sintiendo como las lágrimas fluían con intensidad por mis mejillas. Tapé mi rostro temiendo, controlando los temblores que habitaban en mi cuerpo. Mordí mi labio inferior controlando mi angustia y el nudo que se encontraba en mi garganta.

Destape mi rostro, y me estremecí ante la escena.

Sobre mi cama acurrucada en las mantas estaba aquella niña de tez blanca que decía ser mi amiga, oí los sollozos que salían de su boca mientras trataba de hacerse pequeña.

No me había percatado de lo que mis pies hacían hasta que caí en la cuenta que estaba caminando hacia ella. Pero me detuve, un gritó hizo que pare en seco, temblé mientras mordía mi labio inferior.

Giré mi cabeza y allí lo vi, Peter estaba parado a unos metros, abrí mis párpados con asombro, quise correr, escapar, pero era imposible. 

Estaba estática, solo quedaba observarlo.

Cerré mis ojos cuando se acercó pero el roce nunca llegó, el golpe jamás se estampo en mi mejilla, nunca paso nada, con miedo volví a abrir mis párpados contemplando como Peter rodeaba mi cuerpo sin siquiera prestarme atención, dirigiéndose a la cama.

La pequeña intentó escapar, esconderse pero su acto falló al intentar correr. Peter sujetó su cabello causando que la castaña gritara mientras las lágrimas se esparcían por sus mejillas. El primer golpe a ella llegó segundos mas tarde.

Retrocedí con miedo hasta la puerta pero había desaparecido, choqué contra la pared vecina tapando mis oídos cuando el gritó y el llanto desgarrador de la niña se colaba en mis oídos. Pero los gritos seguían presentes en mi mente, no había manera de que disminuyeran.

Entre temblores descendí hasta tocar el piso.

Mi rostro no tardo en empaparse, me acurruque susurrando cosas sin sentido, balbuceando con miedo.

Y por arte de magia el ruido se había desaparecido, nada resonaba ni en mi mente ni en mi alrededor.

Temí en volver a abrir mis ojos, pero cuando las imágenes aparecieron en mi mente abrí mis párpados.

Frente a mi, a unos centímetros con una sonrisa que abarcaba todo su rostro se encontraba la niña riendo.

Me separé de ella gateando hacía atrás, pero no fue por mucho. Mi cuerpo golpeó una figura. Me estremecí volviendo a ver el pasamontañas y su sonrisa.

Me aparté, ahora poniéndome de pie observando a los dos individuos frente de mi.

Toc toc...murmuró la niña.

Negué sin querer contestar, limpiando las lágrimas acumuladas en mis mejillas.

¡Toc toc!exclamó nuevamente pero esta vez aumentando el tono.

Sujete mi cabeza entre mis manos pidiendo a Dios que todo esto se acabara.

—¿Q-qu-quien e-es?—tartamudee.

La niña rió, observe como jugaba con sus manos, en una sonrisa tímida pero malvada, simplemente no quería oír lo que decía.

—Tu madre muerta detrás de ti...

Mi cuerpo tembló ante sus palabras, negando rotundamente, negándome a procesar la exclamación que decía.

Giré, observando la peor escena que podría ver en toda mi vida. Del ventilador en el medio de la habitación colgaba una cuerda, temí seguir el lazo pero me fue imposible cuando mis ojos pararon en su anatomía. El cuello de mi madre estaba sostenido en el extremo de la cuerda, mientras esta se balanceaba sin vida, su rostro estaba morado sin oxigeno, su vestido blanco caía desordenado. 

Ella estaba muerta.

Retrocedí chocando con todo a mi paso, grité una y otra vez negando a creerlo.

La observé nuevamente a medida que todo a mi paso se volvía borroso, caí al suelo y mis pulmones fallaron en recaudar aire.

"Toc toc, Lara. Siempre estaremos justo detrás de ti"










Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora