VIII (Parte 2)

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—Tengo otro gran chiste, ¿quieres oírlo?— espeto el rubio subiendo el tono de su voz.

Me encogí de hombros mientras estaba concentrada en el plato con patatas y un trozo de carne, considerando apartarlo en cualquier momento a causa de mi falta de apetito. Pero luego mi atención se la robó Thomas, quien me codeo y sonrió de lado, le devolví el gesto sin siquiera percatarme del rostro de mis padres por haber estado interactuando palabras con el rubio en la mayor parte de la velada.

—Oh, puedo contar muchos de mis chistes afuera— exclamo arqueando una ceja—. Después de todo ya entendemos que no quieres comer mas, no has tocado ni siquiera el plato— musito alargando las palabras en todo de burla, lo que genero que la vergüenza brotara en mis mejillas y baje la mirada—. Era una broma, Dios, eres demasiado adorable cuando te sonrojas.

Vire mi cabeza apenas, captando como su mirada no se aparto de la mía en ningún momento, permanecimos así por unos largos segundos hasta que carraspearon a nuestro lado.

—Sería una buena idea que le mostraras a Lara la fuente en el jardín— comento Susan—. Ya de paso puedes contare tus chistes afuera hijo, le harías un bien a todos acá, querido.

El rubio se tapo la boca ofendido y se paro de la silla.— Madre, has creado una furia en mi organismo derivado a los sentimientos de mi corazón y me has dañado con tu comentario.

La mayor alzo ambas cejas, y mis padres parecieron querer reír con su expresión, pero optaron por callar y agachar la mirada hacía la comida.

—Cuando necesito la cámara cerca para sacar una foto a tu rostro, no la tengo— susurro Thomas negando—. En fin, ¿quieres venir, Lara?, puedo mostrarte al caballo si quieres.

Chasque la lengua y suspire, primero pase la vista a mi madre quien sonrió animándome a aceptar, levante mi mirada y le otorgue una pequeña a Thomas para luego asentir y el chillo.

Me ayudo con la silla y dio distancia entre ambos cuando me guío hacía el pateo trasero, observe los retratos con los hermosos marcos colgados en las paredes a medida que recorríamos el pasillo juntos. Mientras Thomas tarareaba una canción yo me mantuve en silencio en todo el trayecto hasta la puerta del fondo.

Suspire asombrada observe el césped, el cual se encontraba en un excelente estado a causa de la docena de regadores encendidos, Thomas bajo unos escalones invitándome a que lo siguiera agitando su mano, asentí y lo seguí hasta posicionarme a su lado.

—¿Seguirás aparentando que te gustan mis chistes?— cuestiono y observe entre las luces de las antorchas como alzaba una ceja—. Porque se que son muy malos.

Sonreí y me cruce de brazos cuando el viento soplo.— Tu voz...— musite bajito.

No lo observe pero supe que había fruncido el ceño.

—¿Que sucede con ella?— pregunto.

Mordí mi mejilla interior y luego lo mire.— Me gusta.

Thomas no contesto, simplemente asintió y sonrió logrando que pudiera captar como un hoyuelo se formaba en su mejilla, aquello altero los latidos de mi corazón, pero baje la mirada concentrándome en las formas de las baldosas mientras seguíamos caminando por el sendero de arbustos.

—Puede que relinche un poco porque no te conoce— clamo el rubio mientras nos acercábamos a la pesebrera—. Pero es muy agradabe, su nombre es Tyler.

—¿Le pusiste...nombre?— murmure moviendo mis manos con nerviosismo cuando entramos y estaban las luces apagadas.

—¡Por supuesto que si!— dijo y sentí como desaparecía de mi lado, trague saliva entre la oscuridad, pero luego de unos momentos encendió la luz, causando que exhalara con satisfacción—. Le puse nombre cuando tenía diez años, al principio se llamaba Poppy, pero todos se burlaban, así que le puse Tyler.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora