Parte 15

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Me despoje rápidamente de las sábanas sin percatarme de donde me encontraba, no obstante a mis pensamientos estos se acortaron a medida que la vela a mi lado se encendía por si misma. Alumbrando mi habitación, suspire con dificultad encogiéndome a medida que visualizaba como la puerta comenzaba abrirse.

Controle mi respiración en cuanto la puerta rechino, pero no logre moverme, pero no había nadie del otro lado.

Me pare rápidamente y toque mis mejillas apartando los restos de lágrimas, que ni siquiera me había percatado que estaban cayendo y corrí a la salida donde toda la casa estaba en la penumbra.

Fui hacía las escaleras pero me detuve al observar el pasillo, en el final de este la niña se encontraba jugando con algunas muñecas... muñecas y bebotes a quienes le faltaban sus cabezas o extremidades, suspire controlando los temblores de mi cuerpo, apreté mis labios con la necesidad de que no me hubiera visto y camine sigilosamente hasta tocar el primer escalón.

Escuche una risa detrás, contuve mi respiración a medida que sentía aquel húmedo aliento en mi cuello, y sin dejar que las palabras salieran de su boca corrí hacia la planta baja, las velas se encendían a cada paso que daba, iluminando mi camino, aquel que ya se encontraba opaco y sin vida.

Seguí escuchando la risa en mi mente, agradeciendo con que la puerta estuviera abierta, saliendo de mi casa, visualice con algo de alivio el sol resplandeciendo, cerré fuertemente la puerta, retrocediendo unos pasos de espaldas hasta caer al suelo, chille al sentir el golpe en mi cabeza, pero automáticamente me incorpore tomando aquel objeto, el collar dorado, trate de abrirlo, pero era un imposible gracias al oxido.

—¿No te han enseñado no tomar las cosas que no son tuyas?—chillo una voz a mis espaldas.

Una gota de sudor bajo por mi cien, apreté mis ojos para luego ponerme de pie velozmente, pero nadie se encontraba allí, aunque la risa seguía en mi cabeza, la risa aniñada y chillona de la niña.

Le di un leve vistazo a mi casa, observando como la cortina del living se encontraba abierta, siendo testigo como el hombre del pasamontañas y la pequeña niña saludaban. No pude evitar estremecerme ante la escena, consiguiendo que corriera lejos de ellos, y lejos de mi casa.

Mis piernas reaccionaron de inmediato, quería escapar del peligro, quería que todo el infierno que estaba pasando se terminara y que alguien simplemente me despertaba de la pesadilla que estaba viviendo.

Atravesé los maizales sin siquiera observar hacia los costados, estaba cansada pero no me permití descansar hasta encontrar un lugar seguro.

"Nada es seguro ahora, Lara. Tu eres el peligro"

Negué apartando aquella voz de mi mente, pero era imposible, la voz se mezclaban con la risa de la niña, y no había forma de pararlas, ni siquiera que me alejara kilómetros de ellos.

Luego de un gran tiempo corriendo sin siquiera detenerme a descansar había llegado al pueblo antes que el sol se escondiera en el horizonte, estaba sola... sola en todo esto. 

Sentí como el collar aún descansaba en mi mano y apreté este con miedo de que se cayera por el sudor.

Corrí unas dos cuadras más, pensando algún lugar donde refugiarme y pedir ayuda, encontré así el único sitio en donde podía ser bienvenida, aumentando mi paso a aquella tienda que tanto conocía.

Cuando llegue a la tienda entre con la respiración agitada aún cuando el cartel se encontraba en abierto, suspirando cuando las risas y la voz desaparecieron de mi cabeza.

Llame la atención de todas las personas que se encontraban allí, ellas me observaron aterrados, y tal por mi maldita apariencia, seque el sudor que se había acumulado en mi frente y descendí por la puerta.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora