Parte 7

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Mis ojos se abrieron a la par, adaptándose al techo blanco y los rayos de luz que invadían la habitación desconocida. Me senté descolocada, ningún ruido se escuchaba, todo estaba en un completo y terrorífico silencio. La camilla en donde me encontraba era incómoda y lo sabía por mi espalda contracturada.

Me invadió un leve dolor de cabeza y llevé mi mano hacía el punto que dolía, una venda cubría el lugar, y allí los flashes comenzaron a inundar mi mente.

Intenté pararme y cuando por fin lo había logrado mis piernas flaquearon y en el momento justo que iba a caer me sostuvieron en unos débiles brazos.

—Hola amiga...

Levanté la mirada visualizando a la niña del bosque, una sonrisa se esparcía en su demacrado rostro. Del espanto grité intentado zafarme de su agarre mientras cerraba mis párpados.

—¡Señorita!

—¡Suéltame, no me toques!—chille volviendo a abrir mis ojos y estos fueron creciendo en forma de asombro y terror.

El rostro de la niña había desaparecido y a su vez había sido remplazado con el de la rubia enfermera, esta sonrió amablemente aunque en su rostro se notaba pura confusión. Me jalo hacía la camilla nuevamente y la seguí sin retrucar.

—¿Se encuentra bien?—cuestionó mientras tocaba mi frente.

—¿Donde esta Alice y Brad?— pregunté rápidamente.

Ella frunció el ceño.

—La señorita Alice Scott esta en estado muy delicado, ha caído en coma—comento y mi respiración se alteró —. Lamento decirle que no tengo noticias alguna de ese tal Brad que me nombro— agrego mientras anotaba algo en su planilla. Balbucee unas palabras pero nada salió de mi boca—. Necesita mucho reposo, señorita, nada grave pero tiene que descansar—finalizo regalándome una amable sonrisa a medida que giraba su cuerpo y acompañada del ruido de sus tacones desapareció de la habitación dejándome nuevamente sola.

Oh...eso era lo que quería creer.

Múltiples preguntas cruzaron por mi cabeza, engañando si aquel suceso que había ocurrido ayer era todo una maldita pesadilla.

Tomé un libro que se encontraba reposando en la mesilla de luz, abrí aquel articulo desconocido y comencé a verlo distrayéndome de todas las extrañas cosas que estaban ocurriendo.

Perdí la noción del tiempo entre página y página, pero todo se había tornado raro de un momento a otro y cuando menos me percate la sabana blanca con la que estaba tapada comenzó a cinchar hacia el extremo de la camilla, trague en seco apartando el libro y viendo como la tela se escabullía lentamente, mi respiración se volvió irregular, quería gritar y huir. Cuando las sabanas llegaron a mis muslos el jalón se detuvo, mis ojos se encontraban cristalizados por el terror.

Sentí como un cuerpo gateaba bajo la camilla.

—¿Hola...?—susurre acercándome lentamente hacia el extremo—. ¿Quién esta allí?—pregunté con mi voz temblando mientras tomaba mi labio superior entre mis dientes para reprimir el llanto.

Podía sentir los latidos de mi corazón a medida que mi cabeza bajaba.

Quise gritar pero mi boca fue tapada por su fría y pálida mano, en un momento desprevenido cincho de mi brazo logrando que mi anatomía se escabullera bajo la camilla.

—No puedes gritar...no les agradamos a las batas blancas...—susurró la niña cerca de mi rostro para luego comenzar a reír. 

Su mano se fue apartando mientras visualizaba sus grandes y opacos ojos. Manchas de lodo inundaban sus mejillas pálidas, su cabello estaba alborotado, sus labios resecos, y una vez que se percato de mi observación su gesto cambio a uno completamente serio.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora