IX

24.7K 2.2K 612
                                    

Un leve sudor inundaba mi frente y parte de mis mejillas cuando desperté aquella mañana del jueves, me incorpore en la cama de inmediato sin sentir la presencia junto a mi, parpadee y observe a mi lado derecho, dando por confirmado que mi madre no estaba allí.

Suspire y talle mis ojos entre bostezos, esperando que—como todas las mañanas— ella abriera la puerta de mi habitación con el desayuno ya preparado.

Al cabo de unos minutos oí unas pisadas, pero mis ojos pesaron y no me permití abrirlos, la puerta se abrió y sus pasos se hicieron mas próximos hasta sentarse a un lado de mi en la cama.

Sentí el olor a las tostadas recién horneadas, pero no era la misma presencia que todos los días.

—¿Mamá?— murmure.

—No soy mamá, pequeña— susurro.

Abrí mis párpados al escuchar aquella voz masculina y me senté de inmediato, sintiendo como mi cabeza dolió al drástico cambio de posición.

—¿Donde... esta?— musite en lo bajo, controlando no tartamudear.

—Oh, ella ha ido por unas compras. Y me he tomado el tiempo de prepararte el desayuno— dijo y extendió la bandeja.

—No— sisee meneando la cabeza—. No... tengo hambre.

Peter asintió no muy convencido y aparto el desayuno, observe sus movimientos sin apartarme de mi lugar. El sonrió cuando volvió a sentarse a un lado y luego suspiro.

—Podríamos... ir al parque si quieres— espeto—. Hoy no trabajo... podemos tener un día de piscina si quieres... no lo se, cualquier cosa que quieras, Lara.

Flexione ambas de mis piernas y las abrace, intentando hacerme mas pequeña. Y negué lentamente, deseando que se retirara lo mas rápido de mi habitación y volviera mi madre, pero Peter pareció ignorar mis actos, ya que permaneció en el mismo lugar esperando una respuesta.

—¿Mamá... no vendrá ahora?— cuestione en susurros.

—Se tardara unas horas— clamo encogiéndose de hombros—. Podemos ir a comprar ropa si lo deseas, ¿que quieres hacer, hija?

Quiero que te vayas.

No quiero estar contigo.

Vete.

—Dulces— fue la única palabra que salió de mi boca.

A Peter pareció agradarle la respuesta, ya que sonrió y se puso de pie de inmediato.

—¿Quieres ir a la tienda por dulces?— cuestiono alzando una ceja—. Pero por supuesto. Podemos dar una vuelta por el parque o el lago si te apetece también, o tomar un helado, haremos lo que tu digas, solo quiero que estés feliz con papá hoy, ¿entiendes?

Asentí y el volvió a sonreír, se acerco a la mesita de noche recogiendo la bandeja para luego caminar hacía la puerta, prometiendo que podríamos desayunar fuera de casa.

Peter cerro la puerta con delicadeza, pero aquello había bastado para que me sobresaltara, me puse de pie y controlando no tambalear camine a la puerta y la cerré con seguro. Inhale profundamente y me recosté apoyando mi cabeza sobre la superficie de madera.

Permanecí en la misma posición por unos minutos, planeando las diferentes situaciones en mi cabeza para no abrir la puerta, buscando excusas para no salir con Peter y desear que mi madre llegara en cualquier momento.

—¿Lara? ¿ya te has cambiado, cariño?— exclamo el mayor dando dos golpes a la puerta.

Entreabrí mis labios pero hasta el momento nada coherente se había planteado en mi mente, así que me limite a asentir.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora