Parte 19

33.4K 3.1K 238
                                    

Me escondí detrás del árbol mas cercano, respirando irregularmente, flexione mis piernas hacia mi pecho y las abrace en el intento de hacerme mas pequeña. Baje mi mirada tratando que las lágrimas no salieran de mis ojos, buscando algún último aliento para seguir luchando y permanecer con vida.

Trate de permanecer cuerda, aunque la visión me resultaba borrosa, y la gran tormenta que se desataba no ayudaba en lo absoluto. Las gotas caían empapando aún más mis prendas, y los relámpagos alumbraban, cerré mis párpados imaginando como uno de esos rayos caería sobre mi, pero no pasaría y lo sabia, desgraciadamente.

Escuche unos pasos venir hacia mi, pensé en correr y escapar del peligro, pero ya estaba agotada de hacerlo, así que me dispuse a cooperar y bajar la mirada temerosa.

—¿Por qué tan sola?. Mi oferta para que sigamos siendo amigas esta en pie.

Me negué a levantar la mirada, y abrirle paso nuevamente a la pesadilla, seguí acurrucada abrazando mi cuerpo, sin mirar a la niña.

Segundos después escuche una risita, y como las ramas crujen a su paso. Oí como un cuerpo se arrodilla ante mi, para luego sentir una fría y pequeña mano sobre mi hombro al desnudo.

Me estremecí separándome automáticamente, observe su sonrisa, suspire pero no me aleje, no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo.

—¿Acaso tienes miedo?—susurro en mi oído.

Desee que se apartará, pero seguía teniendo su presencia frente mi. Acto seguido sentí como su mano subía por mi hombro, su fría palma hizo contacto con mi piel, causando que temblara, para luego posarse en mi cabeza y acariciar mi opaco y sucio cabello.

—Aléjate...aléjate por favor...—murmure bajo.

Escuche su risa y como seguía acariciando mi cabello, respire profundo, mientras mi cuerpo temblaba a causa de lo mojadas que se encontraban mis prendas y el frío viento.

—¿Cuantas veces quieres que te lo diga? ¿acaso estás sorda?. No puedo apartarme de ti, Lara. 

Levante mi mirada con el propósito de luchar, la observe como aún seguía riendo, para después tornarse con una mueca seria y neutra, sostuvo la muñeca de trapo la cual siempre colgaba de su mano.

—¿Es que no lo entiendes? ¡estoy harta de todo esto! ¡harta de ti y el psicópata que esta contigo!

—No puedes dirigirte a él...así. Simplemente no puedes, Lara...—susurro bajo abriendo sus ojos, con temor a que sus palabras se escucharan.

Me aparte de ella retrocediendo con ayuda de mis manos, toque la tierra mojada hasta por fin estar separada de ella los metros que necesitaba.

—¡No me hables! ¡no me contradigas cuando sabes que tengo la verdad!— exclame.

Ella negó frenéticamente a medida que se acercaba, ni siquiera dándome tiempo a reaccionar cuando se había arrojado sobre mi, y se encontraba rodeando con sus pequeños y débiles brazos mi cuerpo, me estremecí ante su abrazo, separándome casi de inmediato.

—¡Ya basta!—grite—. ¡Basta de todo esto! ¡basta de él, basta de ti, estoy cansada!

La pequeña me sonrió con malicia, soltando la muñeca de trapo y arrodillándose, estiro su mano queriendo que la mía se encontrara con la suya pero me negué y la aparte enseguida.

—Debes terminar con todo esto, Lara.

Reí con sarcasmo, mis labios tiritaron, y la observe con burla.

—¿Crees que no lo hago?— brame—. ¿¡Acaso no ves que es lo único que quiero!?

—¿Quieres que te ayude?

—¿Ayudarme?—cuestione.

Esperanzada por su respuesta me arrodille ante ella, logrando que la niña tuviera que levantar un poco la mirada, ella asintió con una sonrisa.

—Ayudarte—afirmo.

—¿Pero como?, dímelo por favor...—murmure.

Ella pensó un momento mirando hacia arriba, mirando así como unas gotas caían sobre su rostro, rió para luego humedecer sus labios y una vez mas observarme, ahora totalmente seria.

—Simple, Lara. Debes terminar con el problema de raíz.

La mire sin entender, fruncí el ceño realizando una mueca.

—¿Que quieres decir con eso?— sisee.

La niña bufo rodando los ojos, se acerco a mi, logrando que no me atreviera a observar lo que hacia, simplemente quede esperando hasta que sentí su aliento en mi oído, y aunque sentí el deseo de correr no me moví.

Luego de un par de segundos, reacciono, buscando las palabras adecuadas a medida que mi piel se erizaba y mi cuerpo temblaba ante su exclamación.

Sencillo. El problema; eres tu. Y la raíz; es tu vida.





Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora