XXI (Parte 3)

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Su mirada se mantuvo en el café, y lo revolvió lentamente. Apretó sus labios incomoda, y así pasaron unos minutos, minutos que se volvieron eternos esperando que sus labios se separaran y comenzara con la verdadera historia.

Me puse ansiosa y quise hablar, pero calle en cuanto vi su rostro. Sabía que la verdad a ella también le dolía y debía ser paciente.

Dio unos últimos sorbos al café y lo aparto hacía el centro de la mesa.

—Es algo difícil, creo—rió nerviosa secándose el lagrimal cuando una gota amenazo con resbalarse.

Le sonreí a medias, también estaba nerviosa porque comenzara. Alargue mis manos, y se juntaron con las suyas, las acaricie con mis pulgares, a lo que ella respondió con un leve asentimiento y elevo la mirada.

—No se como empezar todo—balbuceo, ahora también repartiendo leves masajes en mis palmas.

—Como tu quieras, y cuando estés cómoda—la anime y ella asintió.

Estaba preparada para escuchar la verdadera historia.

—Todo fue mi culpa, lo siento mucho, cariño—sus ojos ya estaban cristalizados, y soltó una de mis manos para secar la lagrima que ya resbalaba por su mejilla.

—Mamá...

—No—me interrumpió de inmediato—, solo déjame, por favor—asentí y prosiguió segundos después.

»No se como comenzó todo. Cuando se fue de control. Pero habíamos discutido, la casa era demasiado turbia esos días, tu padre y yo peleábamos constantemente. Y tu siempre estabas en el medio de nuestros pleitos. Siempre habían peleas tontas, como quien cocinaba, quien podría pasar a recogerte al colegio, no lo sé, pequeñas discusiones que lograban un entorno horrible en toda la casa. 

»Una mañana pelee contigo. Porque te hable de un posible divorcio. Ya estábamos planeando todo con tu padre, y cuando te lo dije comenzó una terrible discusión entre ambas. Nos gritamos mucho, y luego tu te fuiste de la casa. El sonido de la puerta al resonar con el marco me atormentaba siempre. Estaba tan enojada que no fui a buscarte. Y debí haberlo hecho...

»Pasaron las horas y horas. Tu padre había llegado de trabajar y juntos te esperamos. Pero... jamas llegaste. Paso la media noche y fuimos a hacer la denuncia pero teníamos que esperar veinticuatro horas, tu padre dejo de trabajar para poder encontrarte, nunca estaba en casa, siempre estaba ayudando a tu búsqueda. 

»Pasaron los días, fueron una tortura. Estaba muy nerviosa por ti, creí que...no lo sé, llegue a pensar lo peor. 

»Cuando se cumplió el séptimo día, recibimos una llamada en la noche. Tu padre se levantó rápidamente de la cama, y nos estaban llamando de un centro clínico. Estabas en el hospital. Fuimos hasta en pijamas. Y cuando por fin habíamos llegado buscamos tu habitación. Fue una imagen terrible, estabas en una camilla, llena de aparatos y tubos en todo tu cuerpo. 

»Habían quemaduras, tenías algunos cortes, estabas completamente sucia, y abundantes golpes en todo tu cuerpo. Tus pulmones estaban llenos de agua, si no hubieras llegado a tiempo, tal vez hubieras muerto. Jamas supimos quienes fueron, y porque razón te llevaron al hospital, ningún médico ni enfermera vio algo, te encontró un guardia en la entrada de la clínica. 

»Y yo... lo siento mucho cariño, todo... todo fue mi culpa. 

El diálogo se dio por finalizado, quede muda, y lo único que pude hacer fue caminar hacía ella y rodearla con mis brazos, fuimos captando la atención de todas las personas, pero nada importaba, solo quería estar junto a ella, y decirle que nada había sido su culpa.

*

Las estrellas abundaban en el cielo esa noche, y la ciudad se veía perfectamente desde el punto alto de la colina, algunas luces de las pequeñas casas estaban encendidas, pero poco a poco todas iban apagándose cuando el reloj marco la medianoche. La roca donde estaba sentada estaba fría, pero los sentidos físicos habían quedado por debajo de los sentimentales. 

Me perdí entre los pensamientos de asegurarme en no hacer ruido para no despertar a mis padres saliendo por la ventana, y los relatos de la voz de mi madre dando vueltas a mi cabeza. Lleve mis piernas flexionadas a mi pecho y solloce bajo perdiendo mi mirada entre todas las estrellas.

Unos pasos se escucharon a mis espaldas, pero no observe, simplemente no aparte la mirada, y una vez que vi su cuerpo sentado junto a mi, repitiendo la mismo posición en que me encontraba, supe que había tapando el hueco de la soledad en ese momento.

—Estoy harta de las mentiras, ¿vale?—exclame entre dientes, controlando los sollozos, la rabia estaba acumulada en mi garganta, con la simple necesidad de desahogarme.

Porque era un ser humano, y todos necesitamos a alguien para poder escupir todo lo que nos pasa.

—Todos se piensan que con guardar las cosas me hará mejor—agregue al no tener respuesta suya—; pero es mucho peor, ¿lo entiendes?, y quedas atrapado en ello. Allí es mas difícil avanzar.

Me perdí en las estrellas nuevamente, o tal vez en la nube gigante que las comenzaba a tapar. Así era mi vida en esos momentos. Las estrellas seguían estando, las nubes solo eran superficiales.

—Drogas.

Su voz había salido en un susurro pero segura, no fue necesario preguntar si había sido una broma. No me gire hacía el, mi vista estaba en el cielo, al igual que la suya.

Thomas prosiguió.— Cigarrillos ilegales, marihuana, cocaína...    

Trague saliva, la nube ahora estaba marchando lentamente hacía la ciudad.

—¿Tu? 

—Yo no, no necesitas consumir para estar en el negocio, solo...llevo las cuentas—musito bajo.

—¿Por qué?

Escuche un suspiro de su parte.— Caes en las manos de Danny fácilmente, y luego que te tiene no puedes escapar. Tiene pruebas, muchas contra mi.

—No—vacile respirando hondo—. ¿Por qué me has mentido?

—Es un tema muy delicado. Tenía mucho miedo.

—Tienes que dejarlo...—susurre, tratando de ocultar otro sollozo—. No quiero perderte, Thomas. Por favor, no puedo perderte.

—Lo intento—respondió de inmediato—. Juro que lo estoy intentando.

—Necesitas ayuda—musite, viendo como una mancha de lágrimas había empapado mis jeans.

—Lo se, y juntos saldremos de todo esto Lara. Lo prometo, ¿si?

Pero no respondí, estaba cansada de tantas promesas.

Esa noche no hubo ningún abrazo, solo dos almas rotas mirando lo infinito que podía ser el espacio. Lo infinitas que podían ser las soluciones, sin hablar, pero poder decir todo con el silencio.

Pero que algo no andaba bien; y sabía que su mirada aún se escondía detrás del árbol mas cercano. 

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora