V (Parte 1)

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Una vez que estuvimos a viernes, tuvimos que mantener un camino de veinte minutos hasta por fin llegar a nuestro destino.

Mi madre sonrió y bajo rápidamente, intente abrir la puerta pero ella fue más veloz, apreté mis labios y baje, ella se impedía a que hiciera algo por si sola.

Sujeto mi mano, mis impulsos por soltarla y gritarle que podía hacer las cosas por mi misma llego a mi garganta, pero logre controlarme y baje esa necesidad con un gran suspiro, a lo que ella tomo gracioso y me sonrió.

¿Encontraba gracioso que suspirara?, ya me estaba cansando de su compañerismo. Amaba su ayuda, pero detestaba su completa atención, en el único momento que llegaba a mantenerme convencida en que me ayudara era en la noche, cuando la oscuridad llegaba a mi cuarto y necesitaba compañía.

Tal vez por su compañía en la noche, había logrado que en las mañana pudiera tranquilizarme y mantener calmo mi mal humor cada vez que hacía las cosas por mi. Pero en el correr de los días, se volvía irritante.

Juntas nos encaminamos a la vereda de piedras hasta llegar a la puerta de la gran casa, luego de tocar y esperar unos segundos observe la anatomía de Lauren, ella nos sonrió para luego virar su mirada a su reloj de mano.

—Han llegado unos minutos antes— clamo—. Terminaré con mi paciente en unos instantes, pueden esperarme en la sala.

Mi madre asintió y jalando mi brazo entramos. 

Lauren me sonrió.—Buenas tardes, Lara.

Asentí sin despegar mis labios y camine hacía las sillas de espera.

Me recosté en la silla, y mire impaciente la puerta de las consultas esperando que Lauren saliera de una vez y me dejara escapar al menos unos minutos de los cuidados de mi madre. Lleve la vista a la mayor quien no apartaba sus ojos de mi, le sonreí a medias y ella remarco su dentadura.

Seguí sumisa esperando a la llamada de Lauren, repase las letras de las placas, conté los clavos que sujetaban las maderas del techo, y llevaba mi cuenta a treinta y tres cuando la puerta del consultorio se abrió.

Escuche la voz de la mujer despidiéndose de su paciente, era un chico, estaba de espaldas a mi charlando, me enderece en el asiento captando su castaño cabello. 

El rió e intercambio unas últimas palabras con Lauren para luego dar media vuelta y su mirada cruzo con la mía por unos simples segundos.

Su cabello, sus ojos, sus facciones, estaba allí frente a mi.

Me puse de pie con desesperación pero rápidamente me dio la espalda y camino hacía la salida, mi madre grito por mi repentino cambio pero no me detuve y le grite al chico quien ya tocaba el picaporte de la puerta.

—¡Brad!— grite pero el no se percato—. ¡Brad, detente!— repetí una vez mas y jale su brazo cuando me encontraba detrás.

—¿Brad?— cuestiono dando media vuelta.

Y pude captar nuevamente su rostro, su cabello seguía intacto pero sus facciones habían cambiado, el no era Brad.

—Yo...— murmure separándome—. Creí... —susurre y el frunció el ceño—. Pensé... lo siento mucho, me he equivocado de persona...

El asintió y me sonrió, devolví el gesto a medias, sintiendo como mi madre estaba detrás de mi, el chico se despidió y salió de la casa.

—¿Estás bien, cariño?— pregunto la mayor mientras recolocaba algunos mechones de mi cabello detrás de mi oreja.

Asentí.— Solo... he creído que era otra persona, nada importante.

—¿Quien es Brad?— cuestiono y fruncí levemente el ceño.

—¿No sabes quien es Brad?— pregunte y ella negó.

Intente responder algo mas pero Lauren se encontraba en la puerta del consultorio.

—Adelante, Lara...

Solté el brazo de mi madre sin mas y me aproxime a la habitación.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora