Parte 16

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Aparte las lágrimas de mis ojos, a medida que avanzaba por el pasillo del hospital, suspire ignorando las tantas personas que no sacaban la mirada de encima de mi, abrace mi cuerpo a medida que llegaba a la habitación.

Apreté mis labios en el momento que extendía mi mano hacía el picaporte, y en un movimiento ya estaba dentro del lugar, controle mis sollozos cuando las palpitaciones de mi corazón iban en aumento. 

El cuerpo de Alice aún estaba tendido en la cama sin moverse, sus ojos completamente abiertos mirando hacia el techo, tape mi boca con ambas manos controlando los impulsos que habitaban en mi cuerpo, aunque no pude moverme de la esquina de la habitación.

Suspire en lo alto, sobe mi nariz y a paso lento camine hacia ella, hacia mi mejor amiga. Tome la planilla observando claramente la causa de su muerte.

Asfixia

Deje rápidamente la hoja en su lugar, pasando mi mirada ahora a la chica, observe su largo cabello y la impresionante palidez de su piel, otro sollozo salio de mi boca y no pude evitar tirarme encima de su torso y llorar sujetando su mano, me estremecí al sentirla fría pero no me aparte.

—Yo...lo siento tanto, Ali... lo siento tanto... lo siento Ali, lo siento mucho...

Solloce recuperando mi aliento, lamentándome por todo lo que estaba ocurriendo, deseando que terminara de una vez, recordando cuando todo había comenzado y queriendo reparar cada error que había cometido.

Pero ya es tarde...

Y una vez mas aquella voz en mi oído, apreté mis puños a medida que me separaba. Observe a mi alrededor pero nadie se encontraba ahí, lleve ambas de mis manos a mi cabeza y cinche mi cabello rendida. 

Visualice a Alice y rápidamente me acerque a su rostro, llevando mi mano hacia sus ojos, pero en el momento que mis palmas iban a cerrarlos grite cuando su mano se enredo en mi muñeca, mis ojos se abrieron cuando su mirada pasaba a mi anatomía.

—Eres un demonio.

Mi cuerpo entero tembló sin apartar la mirada de su rostro, no respondí, y ella al observarme una vez mas cayo rendida sobre la cama, sin respirar, aunque jamas había respirado, ahora con sus ojos cerrados. 

Trague saliva a medida que cinchaba la sabana blanca tapando su rostro completo.

Retrocedí unos pasos aún con temor, a medida que me chocaba con el cuerpo que tanto conocía, di media vuelta captando el pasamontañas.

—¿Porque lo haces?— musite en un murmuro ahogado.

El sonrió acercándose, pero yo esquive su toque, sintiéndome idiota por no haberme apartado del primero momento, sintiendo que todo hubiese sido diferente.

Yo no hice nada, pequeña...

—¡No mientas!— grite eufórica apartando las lágrimas—. ¿¡No te das cuenta que estas destrozando mi vida!?

Mi exclamación le hizo gracia, su risa resonó en la habitación haciendo eco, controle mi respiración en un acto fallido y me acerque a golpeando.

—¡Te detesto!— demande entre sollozos y golpes.

Apreté mis ojos, el me abrazo, y aunque intente zafarme de su agarre fue imposible, sentí sus cálidos brazos alrededor de mi torso, pero ya no se sentía como el lugar acogedor de siempre.

Grite cinchando sus brazos fuera de mi cuerpo y abriendo nuevamente mis parpados ya no me encontraba en el hospital.

La habitación era fría y oscura, trague saliva visualizando a mi alrededor, pero no había ningún tipo de señales humanas. 

Todo se encontró en completo silencio por unos instantes, el único eco que se escuchaba era el de mis sollozos.

Cuando me acostumbre a la oscuridad capte las pequeñas mesas en la habitación, las mochilas y loncheras, el gran pizarrón y los borradores.

Fruncí el ceño, recordando aquel lugar. 

Mi vista fue a parar en la última mesa del salón de clases, en la esquina, apartada de todos, aquel era el lugar que me sentaba y camine a paso lento hacía el, observando como en las demás mesas predominaban los diversos lapices de colores, pero en la que yo me sentaba eran crayones negros y opacos.

Observe el dibujo que se encontraba sobre la mesilla, una figura pequeña sentada en el pasto, aquella figura era yo, una pequeña Lara de cinco años, mire las nubes blancas en el cielo y el rostro gacho de la niña, fruncí el ceño a medida que que capte como dos crayolas estaban encima del dibujo, tapando una gran parte, extendí mi brazo apartando los objetos lentamente.

Mis ojos captaron la figura, una persona arrodillada ante la niña, una sombra oscura, y con su rostro cubierto, las palabras encima de su anatomía hizo que cada rincón de mi cuerpo temblara.

"Él"

Suspire y trague en seco, pero en el momento que quise tomar el dibujo en mis manos, todo se volvió nubloso y volví a cerrar mis ojos.

Al volver a abrirlos la luz predominaba, mire confundida hacia las hamacas y toboganes, y entonces escuche una campana, obligándome así a dar media vuelta hacia la entrada del colegió, en donde los pequeños niños comenzaron a salir desesperados yendo hacia los diversos juegos del patio, todos con sus amigos, acompañados.

Y a lo lejos la observe a ella, venía con su cabeza gacha y el vestido blanco que le llegaba a las rodillas, ella me observo pero rápidamente su mirada paso a la gran multitud de niños para  hacer una mueca, paso rápido, corrió lejos, la visualice sentarse en el árbol mas lejano, juntando así sus rodillas a su pecho y abrazándolas. 

Escuche como los niños reían a mis espaldas, y como tres de ellos cuchichaban a unos metros, no había escuchado con precisión que decían pero juntos se acercaron a paso lento hacia la niña.

Mis pies fueron obligados a caminar hacia allí quedando lo suficientemente cerca, escuchando como los niños apuntaban a la pequeña, y reían haciendo comentarios ofensivos.

Quise intervenir pero sabía que era sin éxito, pues, ya sabía que ellos no podían verme y por alguna razón estaba de visita por esos lugares.

Observe como ella se tenso y apreté mis labios, para luego pasar mi mirada hacia los niños quien aún reían y le hacían burla.

Escuche un sollozo para luego seguir con hipeos, fue ahí cuando mi mirada regreso a la castaña sobresaltándome por la figura a su costado acariciando su espalda y susurrando que todo estaría bien.

— ¿Porque lo hacen?— susurro ella.

Pero los niños no captaron sus palabras, a cambio de eso él había respondido.

—Ya todo acabara, Lara, y todos pagaran.

—¡Pero yo quiero que ya acabe!

Y aquello último si habían llamado la atención de los niños, y eso último hizo que mis manos sudaran y me sintiera mareada, no restante el comentario de uno de ellos.

Mi respiración se torno irregular y quise correr.

¡Miren todos, esta otra vez hablando con su amigo imaginario!

Todo mi entorno comenzó a moverme, y mis piernas fallaron cuando caí al suelo, a lo lejos pude divisar una sombra aniñada y como le protestaba a los niños, parpadee, pero fue imposible no cerrar los ojos.




Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora