XXII

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El lapicero de Lauren chocaba contra el escritorio una y otra vez, y mi paciencia se acortaba cada vez que hacía contacto contra la madera, dando así, un sonido irritante.

—¿Sucede algo, Lara?—su mirada se encontró con la mía esa tarde del viernes.

Había estado las últimas semanas evitando el tema, sin comentarle de los incidentes junto a Thomas, o de la visita al bosque. Había evitado aquellas conversaciones, midiendo las consecuencias de mis actos, pero viendo así, las ventajas que tenía. 

 —Estoy bien—le sonreí con un leve asentimiento.

Lauren también asintió, pero estaba tan familiarizada con ella, que sabía que mi respuesta no la había convencido.

—¿Estás segura?—cuestiono, y fui expectante de como su ceja se arqueaba ligeramente—. Parece que tu vida marcha todo normal. ¿Sabes que si sigues así no tienes que venir más?

Trague saliva, no muy convencida que ello pudiera suceder. La observe y asentí desganada, quería que ella me diera soluciones, pero lo que implicaba esas soluciones daría por entendido que no estaba bien, y que seguiría asintiendo a sus consultas para controlar algo que quería negar.

¿Negar? ¿Negar que? 

Yo no estoy loca.

—Que buena noticia—clame, estirando mis labios en un fingida sonrisa—. Extrañare este lugar, y mas que nada el sillón, sin duda es muy cómodo.

—Lo se, todos me lo dicen—espeto, inspeccionando su libreta, escribió unos apuntes más, y luego cerro dicho objeto—. Necesito hacer una llamada, ¿me esperas un momento?

Asentí sin abrir la boca, y ella sonrió mientras se levantaba. La seguí con mi mirada, captando como su cuerpo se introducía a la habitación vecina, con su celular en manos.

Mi vista fue a la libreta, nunca la dejaba, desde el primer día que había llegado marchaba con la libreta en el consultorio y hasta cuando recibía a los pacientes en la puerta. Mi garganta se seco al observarla y mis manos comenzaron a picar, o tal vez era mi imaginación de esto último, por los nerviosos que me causaron cuando extendí la mano y tome el block de hojas con una tapa amarillenta.

Lauren aún se encontraba en su charla, y aunque no podía llegar a escuchar lo que decía, sabía que estaba un poco lejos de dar por finalizada la llamada.

Grave error.

Mis manos temblaron cuando toque la tapa de la libreta, cerré mis párpados unos momentos y los abrí, como así también pase la primer hoja. Y la segunda y la tercera. Estaba casi completa de escritura y bosquejos, los garabatos me mareaban, y apenas podía llegar a distinguir que decían las palabras.

Llegue a la última hoja, y entrecerré mis ojos para saber lo que decía. Suspire con desgano, ella no había creído ni una sola palabra que estuviera bien.

Pero no tenía ningún secreto que esconder.

O que yo supiera.

Estaba volviéndome tan paranoica que no presencie cuando el picaporte de la habitación se abrió y Lauren en cuestión de segundos ya había pasado su mirada de mi, hacía la libreta en mis manos.

—¿Hay algún problema, Lara?—cuestiono, logrando que me sobresaltara.

Solté la libreta cuando ella se acerco, esta hizo un sonido hueco sobre la mesa, sonido que logro que me adentrara al mundo real.

—Lo siento mucho—balbucee y mi voz tembló—; en verdad yo lo siento.

 Ella se acerco y tomo la libreta, alejándola de mi alcance.

Sh...Es un secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora